Viviendo ajenos a cualquier tipo de censura política, como todos los bebés viven,
y todavía desconocedores de la caza genocida de niños y adolescentes, por los ángeles del ejército sionista fascista israelí movilizados por Luzbel
en el ghetto de Gaza .
Maryuma a punto de cumplir tres añitos, como una mariposilla fascinada y libre, en busca de los destellos de la luz,
juega incansable, a veces lanzando un globo al aire para sacarlo de la oscuridad,
en otros momentos, repiqueteando
un viejo tambor
que a sus padres y a mí nos obliga a salir presurosos de la felicidad
de una placentera somnolencia digestiva dominical,
al tiempo que entre risas inocentes
nos invita a tocar su flauta y pandereta, para acompañarla en esa
su orquestada llamada infantil al despertar.
En el televisor nos hablan de cohetes y muertes de cientos de miles
de inocentes ciudadanos ,ancianos, niños y niñas, a los que sus cazadores
consideran no solo que deben ser tratados como inméritos a un simple aleluya,
sino también, en una ampliación del concepto cristiano de fe, nos dicen que
no debemos ,
“creer lo que estamos viendo hacen”.
Mientras, en estas fiestas difíciles
de soportar de la felicidad navideña,
en la soledad de un sombrío atardecer
de finales de diciembre,
el cansino villancico
de “Belén campanas de Belén…”,
como si fuese un pan hecho de hostias
retumba entre una algazara de cohetes
de destrucción y muerte
que nos obliga a recordar
que este año en Belén ya no brillan
en el cielo estrellas,
ni van pastorcillos bondadosos
a llevar requesón, manteca y vino
al niño dios del cielo,
ni los Reyes Magos a ofrecerle sus regalos,
solo miles de ángeles del mal
dan la bienvenida
a la luz de esa algazara criminal de cohetes
que surcando el cielo
explotan no lejos de Belén,
dejando al caer sangre y cuerpos desmembrados que se pudrirán
bajo toneladas de escombros,
para dar sentido a la fábula sagrada
de una tierra
a la que llaman prometida a base
de un engaño colectivo al pueblo de Israel.
Mientras, en el mundo cristiano tañen
las zambombas como diciendo
¡Despertad, despertad!
la fabula sionista ya no es sagrada
se ha convertido en un carbón genocida,
transgrediendo los más elementales principios de los derechos humano,
prescindiendo de todas las leyes de la naturaleza humana,
remplazándolas por leyes de inteligencia Hitleriana.
Bajo la bandera del estado de Israel,
en este siglo XXI, los ángeles cantan:
¡Belén campanas de Belén!
que nuevas sombras traéis
anunciando un genocidio
contra el pueblo gazati.
Enrique Ibáñez Villegas
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