La historia de esta mujer parte en la ciudad de Galti, Rumanía, un diez de Noviembre de 1887. Hija de un oficial de carrera, Atanase Leonida y su madre, Matilda Gill, hija de un ingeniero nacido en Francia. Es una familia extensa de once hermanos, algunos de ellos desarrollarían carreras prestigiosas más adelante. Elisa nace en una etapa de la historia donde la mujer quedaba sumida al hogar y la crianza de hijos. Pronto mostró afición por las matemáticas, la física y química y una clara vocación hacia la carrera del abuelo paterno: la ingeniería.
Cuando acabó sus estudios en el Instituto Zamfierescu con notas altas decide matricularse en la Escuela Nacional de Caminos y Puentes, Universidad Politécnica de Bucarest donde fue rechazada por ser mujer. La ingeniería, que era su pasión, se la consideraba una profesión “fuerte” no indicada para mujeres. No se arredró Elisa Leonida, con el rechazo y conociendo a la perfección el idioma alemán decide probar suerte en Berlín, inscribiéndose en la Universidad Técnica de la ciudad alemana. Le costó que la aceptasen, por los mismos motivos que en Bucarest. Su hermano Dimitri Leonida, estudiaba en la misma universidad y fue, quizá, un punto positivo para que acabaran aceptandola.
No fue admitida de buen grado. Tanto profesores como compañeros la ignoraban durante las clases provocando un vacío personal, incluso un profesor la presionó para que dejara los estudios bajo la idea de las tres K, Kinder/Kücher/Kirche (hijos, cocina e iglesia) más adecuados, en su criterio, para la mujer. No obstante no encontraron argumentos para rechazar a la alumna brillante que era Elisa continuando los estudios hasta graduarse en 1912 con honores y notas muy altas. Se discute si fue ella la primera mujer ingeniera de Europa o Alice Jacqueline Perry, en todo caso solo eran seis mujeres en el mundo las licenciadas en ingeniería. Su tesón labró el futuro para que las puertas de esta carrera se abrieran a las mujeres.
Poco tiempo después de comenzar su vida profesional estalla la I Guerra Mundial, Elisa, pasa a trabajar como directora del Hospital de Cruz Roja en Mavasesti y estar presente en la primera batalla entre Rumanía y Alemania. Durante esa época, en el frente de batalla, conoce al químico Constantin Zamfirescu, con el contrae matrimonio. Más tarde, acabada la guerra, tienen dos hijas.
Elisa Leonida es nombrada directora de los laboratorios del Instituto Geológico de Rumania, donde dedica tiempo a investigar el agua y diversos estudios sobre carbón, petróleo de esquisto bituminoso, gas, cromo, bauxita y cobre. Años después publica sus investigaciones en los trabajos “Contribuciones al estudio de la bauxita en Rumanía” (1931) y “Estudio químico del cromoen las Montañas Orsova” (1939).
Decide dedicarse a la enseñanza, impulsada por las dificultades vividas en propia piel, se hace profesora de física y química en la Escuela de Niñas “Pitar Mos” en donde imparte sus enseñanzas impulsando la vocación de las pequeñas.
Formó parte de la Asociación Internacional de Mujeres Universitarias, siendo la primera mujer miembro de la Asociación General de Ingenieros en Rumanía (AGIR)
Dedicó su vida a la ingeniería muriendo en Bucarest un 25 de Noviembre de 1973.
Con ella se abrió la puerta de una difícil profesión para las mujeres: la ingeniería.
María Toca Cañedo©
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