La gente que vota a Ayuso.

 

Lo he postergado a posta. También confieso en que he recibido quejas por la demora: “¡cómo no dices nada del Ayusazo!” Aquí viene la justificación porque ha sido tanta la perplejidad que tuve que poner orden a las ideas antes de exponerlas a riesgo de llegar tarde cuando ustedes están hasta el cogote de opiniones al respecto. No suelo ser cautelosa pero en este caso, lo he sido.

Explicada la tardanza, que por otro lado si nos siguen en redes verán que la mudez ha sido solo en el magazine. Opinar no hemos opinado, más bien hemos perplejeado (palabro…) mucho. Por ese motivo –la perplejidad- no quería disparar sin fijar bien el tiro.

He leído, escuchado mucho en estos días. Como casi siempre ocurre han salido los “ingenieros” a pontificar con el consabido: “ya lo decía yo” ¿En serio? Tengo yo visto y leído mucha seguridad en el milagrito del voto izquierdista que se ha tornado en el “ya lo decía yo”

Por partes. El batacazo es monumental. No tanto de la izquierda como de ese PSOE, desvaído, con el profesor Gabilondo al frente, que es una bellísima persona, de verdad, un gran intelectual pero queridas amigas del PSOE…a estas alturas de la película deberíais saber que ser político no es hacer churros que vale cualquiera. Se necesita aptitud, actitud, gusto y ciertas capacidades que no todo el mundo tiene. El señor Gabilondo, al menos, no. Ni una. No es porque sea calmoso, que miren como era Tierno Galván y arrasaba. No, es que no tiene sangre…ni ganas. Empezando porque hizo una oposición nula, lo cual ya hubiera invalidado a cualquiera. Nunca se tuvo más fácil porque enfrente han tenido a una sinsorga que se hubieran merendado sin mucho esfuerzo. Miren lo que ha hecho Mónica García con menos mimbres y siendo desconocida. Continuando por la campaña errática que ha realizado,mucho nos tememos que ese error se puede imputar a Moncloa más que al bueno de Gabilondo.

Hombre por dios, Iván Redondo, hijo mío, que te veo un poco oxidado en las lides de los nuevos tiempos. Cero patatero o menos.

El éxito de Mónica García es grato y  se lo merece, ella y la población madrileña que va a tener a una mujer de brega, talentosa e infatigable zumbando la badana a “esa cosa” llamada Isabel Díaz Ayuso. IDA para los no amigos.

La gente, decimos, cuando nos referimos al resto del mundo, como si nosotras y nuestras amigas y familia, fuéramos seres intergalácticas puras, inteligentisimas y dignisimas. No somos como “la gente” que vota mal. Con esa premisa nos arreglamos el ego y seguimos despistando. Como si no hubiéramos votado al Psoe de González, al PP de Aznar, a la Transición, o a un PCE obsoleto y domado. Yo al menos cumplo con varios fiascos y lo confieso. Soy gente. Soy gente que ha votado “mal” no una sino varias veces.

Como si no tuviéramos a algún/a amiga o familiar  opinando que viene demasiada gente de fuera, “Mari, porque yo no soy racista, pero…”O alguna otra que “sí, sí, ahora cuenta el maltrato pero bien que calló antes… y ¿por qué no denunció, eh, por qué?” O, “ella se lo ha buscado…” ¿En serio? ¿No conocen a nadie? Porque yo sí. A muchos/as. Racializados/racistas. Mujeres/machistas. Gays/plumofobos. Feministas/transfobas. Lesbianas/machistas. Izquierdista/maltratador.  Izquierdistas/xenófobos. Izquierdista/machista. Cristiano/capitalista. A cascoporro los conozco, en serio.

Pues esa “gente” de la que formamos parte, vota. Vota a Ayuso a veces, porque la ven graciosa,  les deja ir de birras, pone terrazas hasta en el closet y se chotea del estirao de Pedro Sánchez y los tiene bien puestos hablando un lenguaje que se entiende, no como esos izquierdistas que todo es pura academia y guerrasciviles. La gente cree que Ayuso tiene  huevos, porque las chicas de derechas no tienen ovarios. Tienen huevos. Y la votan. Aunque sea para hacer tortilla.

Les votan porque alguien les dijo…Recibieron unos wasap informativos de una amiga que sabe de esto y les contó que a los de fuera les dan paguita, mientras a nosotros nos sangran. La abuelita ve todos los días a Ana Rosa y a Inda,  escucha en la radio a Jiménez Losantos y le abre los ojos sobre comunistas bolivarianos y demás escoria. Son buena gente, incapaces de matar a una mosca pero oyeron, leyeron…Y votaron a la chica esa tan maja que le pone las peras a cuarta al Sánchez. Quizá un poco de autocrítica no vendría mal porque nos han robado el discurso, las palabras y han convencido al personal a base de noticias tendenciosas o viles calumnias. A lo mejor debemos dejar de insultar a quien queremos convencer y hacer un análisis sincero, primero interno y luego constatar que nuestro país es lo que es: residualmente franquista. Solapadamente fascista. ¿Duele? sí, pero hay que decirlo.

Y votan. Son gente. Somos gente.

He dejado para lo último lo ocurrido en Unidas Podemos porque aquí soy consciente que abro heridas, que me ganaré palos de tirios y troyanos por lo que, me perdonen, ando con pies de plomo.

¿Ha sumado votos la incursión de Pablo Iglesias? Algunos, a su partido y muchos al  contrario. Eso sí que estaba previsto y sin hacer falta pasar cinco años en la Complutense estudiando Ciencias Políticas. El odio, la aversión que levanta PI es algo insoslayable, habrá que estudiar porqué y cómo es posible que un tipo entrañable, inteligente, bien preparado, despeinado y con porte de vecino de abajo produce tanto odio. He preguntado, no se crean, porque me intriga desde hace mucho. Las vagas respuestas no me han cubierto la curiosidad…”Venezuela, Galapagar…” son las más socorridas. No hay análisis porque hay visceralidad provocada por unos medios que pocas veces se han empleado más a fondo con alguien, quizá también se sientan insultados  un poco por el chorreo de realidades incontestables que suele soltar, el argumentario infalible, además del  sarcasmo hiriente para el contrincante y ese ceño de cemento que frunce más de lo debido, del muchacho. Los medios han colaborado pero no solo eso explica la inquina. No hay político en España que haya generado más odio…quizá Manuel Azaña. Y de forma inmerecida, como Iglesias.

A Pablo Iglesias se le ama incondicionalmente o se le odia sin razón. Visceralidad pura, nada de razonamiento. Intentaré explicarles (no porque interese, sino como descargo de mis propias obsesiones) mi pensamiento sobre él. A su favor tiene todo lo expuesto y una enorme capacidad de trabajo porque hacer en siete años lo que ha logrado es tarea titánica. Aglutinar a la gente más valiosa de la progresía outsider del sistema, movilizar a millones de personas –estuve aquél día de finales de Enero del 2014 en Sol, se de lo que hablo- conseguir la ensoñación de tanta gente, es de genios absolutos. No olvidaré aquél día de Enero, mientras escuchábamos los discursos que una señora madrileña con bolso de Carolina Herrera, y porte de milla de Oro se puso a mi lado, preguntándome  qué pasaba y al responderle, me dijo que “cuanta razón tenéis, algo hay que hacer…”

Quizá hoy la misma señora vote a Vox.

En  contra de Iglesias también tengo bastante que decir. La confrontación de egos en  un colectivo de corte autogestionario, la admisión de cualquiera (sí, en Podemos se unió gente muy válida y auténticos macarras y matones de la política) No hubo filtro y todo valía con tal de sumar. La escasa o nula democracia interna del partido  naufragó el entusiasmo. Me dirán que se votaba todo. Sí, con resultados del 90% a favor para ahogar al adversario y dejarle en los mismos cueros hasta que aburrido se marchaba.

No se supo sumar. No se supo asumir la crítica para crecer. La disidencia fue penada con la exclusión. Las deserciones (o traiciones como las llaman los adeptos) ocurridas han sido tantas que hemos  perdido la cuenta. Y fueron deserciones sangrantes, algunas no todas,  de gente bien intencionada, inteligente, que no se supo retener ni agrupar por la manía persecutoria de o conmigo o contra mí. Vicios de un estalinismo residual que aportaron los chicos del PCE. En Podemos se ha perdido gente tan valiosa que solo recordar dan ganas de llorar. Y no me vale el argumento de “traiciones” porque los liderazgos se demuestran aunando intereses, diferentes opiniones y pareceres. La gente se va cuando no es valorada o cuando se siente maltratada, aunque sean percepciones personales que deben ser entendidas y neutralizadas. No se supo hacer. Imagino que la juventud, el exceso de ímpetu ególatra labraron los peldaños de las diferentes deserciones. La última de Andalucía ha sido terrible porque no podemos olvidar que sin Catalunya  y sin Andalucía, España, o lo que queda de ella, es pura derecha. Para muestra tenemos Madrid. Incluso donde gobierna el Psoe es un Psoe de derechas (suponiendo que haya alguno de izquierdas)

Pablo Iglesias, ha sabido construir un partido con el entusiasmo generado por el 15M pero no  supo mantener a su gente, ni unificar las diferentes posturas de tantos cerebros lúcidos. Luego está lo del chalet…Claro que tiene derecho a comprarse una casa, pero cuando haces un discurso como el que hizo, haciendo gala de vallecanidad, de gente de barrio, de común no queda muy estético invertir un millón de euros en una casa, aunque no sea nada excepcional tratándose de Madrid y de dos personas con cargos importantes y currículo envidiable. Debió imaginar la repercusión de su adquisición. Debió sopesar la tormenta que se formaría.

No me ha gustado nada su marcha, confesado queda, porque me duele, reconozco que mi primera reacción fue de enfado real. Otro que se va…otro que abandona como si la política fuera un juego. Otro que abandona. Me dije, enfurecida. Con el paso de los días he reflexionado y entiendo con reservas su marcha. Me consta el acoso terrible al que han sometido a toda su familia, indigna de un país mínimamente civilizado. La canalla que los ha acosado, gritado, perseguido se merecerían pasar tiempo en un zoológico, ellos y quienes lo han permitido. No era un escrache que se hace en un momento publico y se acaba. No, ha sido un acoso violento e incívico que no debió de permitirse jamás porque sienta un precedente peligroso. Los tarugos del acoso se han apuntado el tanto y saben que pueden defenestrar a un político/a si quieren. No hay ley.  De  los medios no quiero hablar porque me enervo.

Pablo Iglesias es un gran teórico, valiente, arriesgado e inteligente que ha fallado en lo común, construyendo  una casa muy valiosa que no supo mantener. Pero se le reconoce la valía, está a años luz del resto de sus compañeros, en la derecha o en la izquierda. Quizá por eso le critican y le odian tanto… No creo que su marcha sea definitiva, quizá de los cargos sí, porque hay que tener madera de santo o de muy hijoputa para soportar la política española, pero no se va lejos. Su sombra la vamos a tener sobrevolando el cielo social español. Y su palabra tendrá más autoridad ahora que ha renunciado a cargos y prebendas, más que nada porque en este país no dimite nadie. Es posible que ese sea el mayor alegato para el odio. Su  honestidad y la capacidad de dar un vuelco de triple salto mortal.  Lo de La zorra y las uvas, podría servir de epitafio para una trayectoria brillante.

Mucho que analizar y mucho que estudiar de estos resultados que dudamos extrapolables, aunque la caverna ya anda afilando colmillos y puñales para clavárselo en la misma espalda del gobierno. Yo reconozco mi perplejidad y la depresión que me ha dejado constatar que vivo en un país que no me gusta y que parece no tener remedio.

Una vez más decimos que España y su política puede ser cualquier cosa menos aburrida. No sé qué político decía que lo bueno de un país era tener una política aburrida. A nosotras no nos pasa. Y nos gustaría, vaya que sí.

María Toca Cañedo©.

Sobre Maria Toca 1673 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

2 comentarios

  1. interno y luego constatar que nuestro país es lo que es: residualmente franquista. Solapadamente fascista. ¿Duele? sí, pero hay que decirlo.
    Esta es la clave,en parte

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