La mayoría de la gente está convencida de que la prevalencia de la pederastia entre los curas se debe a la obligatoriedad del celibato. Yo estoy convencida de que no, o al menos no del todo. En realidad los curas son célibes, pero a la vista está que muchos no son castos. Esa idea de que la sexualidad masculina es como una bomba hidráulica, algo que se llena de un fluido mágico que tiene que salir por algún sitio o explota, causando males muy grandes, es uno de los mitos más antiguos del patriarcado y sirve para justificar casi cualquier comportamiento sexual masculino, desde la necesidad de la prostitución hasta las violaciones. Por supuesto que no es más que un mito y hay muchas personas, hombres y mujeres, castos por necesidad o por elección, que están tan tranquilos sin acosar, abusar o violar a niños. Y también hay muchos hombres casados o con pareja que son pederastas o violadores
Los sacerdotes podrían saltarse el voto de castidad masturbándose muy asiduamente, por ejemplo, porque si de dejar salir el fluido se trata, eso lo soluciona. Como ignoro los usos eclesiales no se si, en su locura, la masturbación será un pecado igual de grave que el abuso de menores, pero lo que está claro es que ésta es una práctica segura de la que nadie se tendría por qué enterar. Así que si se trata de desahogarse la iglesia podría recomendar o practicar, bajo cuerda, la masturbación. Pero hay muchas más posibilidades. Los curas podrían saltarse el voto de castidad teniendo relaciones sexuales con mujeres que, al fin y al cabo, es lo más fácil, sería mucho menos escandaloso, sería considerado más natural y es lo que hacían con toda normalidad en siglos pasados. Los curas eran célibes (no se casaban) pero nadie esperaba que fueran castos, y se amancebaban con sus barraganas. Ahora mismo, descubrir que hay curas por ahí que han tenido relaciones con mujeres no creo que fuera primera página de ningún periódico.
Por seguir, los curas podrían tener relaciones sexuales entre ellos que sería lo más sencillo. Al fin y al cabo se pasan la vida juntos y el sexo entre chicos en los colegios o internados no es tampoco algo que vaya a descubrirse ahora. Sería una buena opción porque en este caso, además del consabido alivio sexual esta opción les ofrecería una posibilidad de alivio también emocional, podrían enamorarse o sentirse sentimentalmente acompañados. Y todo eso con la enorme ventaja de que se podrían proteger mutuamente en el secreto mutuo. Nadie tendría por qué enterarse porque, además, nadie saldría dañado.
Pero no se sabe por qué, los curas no escogen ninguna de esas opciones, sino que la toman con los niños (y menos a menudo por las niñas) que están a su cargo. Yo no sé por qué a los curas les da por los niños y no por ninguna de las anteriores opciones mucho más fáciles, seguras, y que tendrían mucha menos sanción pública. (Dejo aparte el bienestar de los niños porque parece que esa es la última preocupación de los curas) Una posibilidad es que el trabajo de cura atraiga a los pederastas porque es una ocupación que les va a permitir tratar con niños sin levantar sospechas. (Que no levante sospechas es increíble a estas alturas, dicho sea de paso, pero esa es otra historia).
Esta posibilidad no es desdeñable y es posible que sea así para algunos. Pero, en realidad, de una manera psicológicamente compleja creo que lo que hace que los curas se decanten por los niños es, por una parte, el profundo desprecio que la iglesia siente por las mujeres y que inculca de manera obsesiva en todos sus acólitos. Ese desprecio profundo, ese considerar que las mujeres son fuente de todo mal y de pecado, hace que muchos curas no sean psicológica ni físicamente capaces de tener relaciones con mujeres. Ya dijo San Agustín que nada hace menos varonil a un hombre que acariciar mujeres. Si a eso le sumamos las opiniones de los padres de la Iglesia que equiparan a las mujeres con sacos de excrementos, nos daremos cuenta de que los sacerdotes estudian durante años, y practican, una teología que promociona el asco hacia las mujeres.
Pero si a eso le añadimos la obsesión enfermiza que la iglesia manifiesta por el sexo voluntario, libre y gozoso, eso asegura que tampoco sean capaces de masturbarse (libre y gozosamente al fin y al cabo) ni de relacionarse con otros hombres ( adultos libres y con capacidad de elección) No puedo saber cómo lo elaborarán psicológicamente pero me inclino a creer que a ellos les debe parecer que esa relación con los niños es menos importante, de alguna manera menos sexual, que una relación sexual con otro adulto/a. Puede que en su desapego emocional y en su lucha por sofocar la empatía sexual (fuente de la buena sexualidad) hayan conseguido llegar a ver a los niños, a los que se supone educan, como meros objetos a medio hacer y consideren que lo que no se puede hacer con un/a adulto/a, allí donde interviene la libertad de ambos, se puede hacer en cambio con un niño, al que no dejan de ver como una cosa a su servicio, un aliviadero. Yo creo que ellos piensan que eso que les hacen a los niños no es sexo, sino algo así como un necesario alivio sin importancia; que no deja huella.
Que la iglesia considera que la pederastia no es algo muy grave lo demuestra sus diferentes reacciones ante ésta y el sexo adulto. Cuando un cura es descubierto teniendo relaciones sexuales libres con cualquier adulto, y especialmente si se trata de una mujer, es rápidamente suspendido; cuando es sorprendido con niños, se le envía a otra parroquia sin más y así se ha venido haciendo. Eso sin contar con la increíble frialdad y falta de empatía que la iglesia ha mostrado, y sigue mostrando, ante esas personas, entonces niños y ahora adultos empeñados en denunciar lo que para los sacerdotes de entonces y para la propia iglesia eran comportamientos a los que no había que dar demasiada importancia.
Creo sinceramente que el celibato no es el problema de la iglesia, sino que lo es su actitud ante las mujeres y ante la sexualidad. Me temo que para que los curas pudieran casarse necesitarían más de un cursillo sobre sexualidad, ¿no es gracioso que sean ellos los que obliguen a todo el que quiera casarse por la iglesia a recibir un cursillo sobre sexualidad? A mi sí me lo parece, lo que no entiendo es como hay quien lo aguanta.
Beatriz Gimeno.
Muy atinado su artículo, aunque los que lo sufrimos de niños hace más de sesenta años no percibiéramos esa dualidad niños-mujeres porque feligresas eran batallón en su entorno, y los colegios de curas y hermanos no eran mixtos. Tolle Lege, que dijo san Agustín.