El concepto de enfermedad desde un punto de vista médico se entiende como la ausencia de salud y la salud, como la ausencia de la enfermedad. Entendiendo como enfermedad aquella alteración fisiológica que genera mal estar.
Por desgracia, el concepto de enfermedad no se constituye como una amalgama de síntomas biopsicosociales que desencadenan en estadios de mal estar, sino que se centran exclusivamente en las consecuencias.
Cuando hablamos de enfermedades sociales, sin duda, podemos hablar de la anorexia.
La anorexia es un trastorno alimenticio, pero cuidado, no olvidemos el origen de ese propio. Hablo de enfermedades sociales en el sentido de que esa enfermedad se origina en base a toda una ideología protagonizada por una hegemonía que regla normas de belleza.
La anorexia está estrechamente vinculada al concepto de belleza y no podemos olvidar cómo se constituyen y se instalan los estereotipos de belleza.
Los estereotipos forman parte del sistema de creencias patriarcal. Es solo una proyección más de la opresión. A la que me encanta denominar: dictadura de la belleza y estética.
Hablo de dictadura porque es una forma de pensar despótica, basada en el pensamiento único, con una estructura y organización jerárquica.
Como toda dictadura se enmascara en una declaración de intenciones de inclusión. Aquella que pretende incluir no solo una belleza, sino todas. Entrando en cuestionamientos asociados a otro sistema de creencias igual de perjudicial que amortigua al primero.
Dicho de otra forma, la delgadez está asociada a la belleza, pero cuidado la obesidad también y no solo eso, sino que además protagonizan la desopresión que ellos mismos han generado, convirtiéndose así, en víctima y verdugo al mismo tiempo.
A pesar del discurso, la extrema delgadez sigue formando parte del ideario colectivo de la belleza, a pesar de los grandes esfuerzos de las empresas de moda en intentar convertir en modelo a seguir la obesidad o el sobrepeso, no como un objetivo de visibilizar, sino de capitalizar, no lo han conseguido.
Oye, son gordas y feas, pero que se puedan vestir bajo un discurso reivindicativo y de ese modo poder hacer más dinero todavía. No hay un interés detrás que sea revolucionario, no caigamos en la trampa. Es una demostración más que el capitalismo está al servicio del patriarcado.
Obviamente para las mujeres que están gordas o tienen sobrepeso, el hecho de que una marca oferte con mayor frecuencia ropa de su talla, es todo un avance, sin embargo, no podemos decir abiertamente sin mentir, que ese sea un objetivo social, sino económico. Tan económico como el anterior.
Lo que quiero decir, es que de una manera u otra es la dictadura de la estética la que marca los tiempos, la que marca qué ponerse y cuando y la que define, sin duda, que es bello o feo.
En todos los sectores sociales, clases, colectivos y singulares grupos más o menos gruesos de la sociedad, se puntúa a las mujeres. Y cuando digo “puntúa” digo exactamente lo que significa esa palabra. Se valora del 0 al 10 a las mujeres, no en función de su profesionalidad, sus habilidades o aptitudes, sino en función de su físico.
Anda que no he visto a hombres, especialmente, y a algunas mujeres parar el discurso de una mujer para puntuarla físicamente.
Un día estaba con una amiga -que es psicóloga- y al llegar a la mesa del bar, un amigo suyo se sienta, da las buenas tardes, la calla con modales y le dice que está muy guapa. Interrumpió su discurso fantástico sobre psicología freudiana, para ponerle una puntuación del 1 al 10 por su físico. A lo que yo respondí: por favor, sigue.
Sin embargo, ella sonrió y dijo: que caballero.
Se ve que es caballeroso callar a una mujer para puntuarla. Me pregunto qué habría ocurrido si él considerara que no estaba guapa ¿lo habría dicho? Y la respuesta es sí.
No se habría sentado y le habría dicho que estaba fea, sin embargo, le habría dicho que parecía cansada y le habría preguntado que qué le pasaba hoy que está más seria.
Cariño, estamos hablando de psicología freudiana ¿qué esperas? ¿un festival del humor? Calla y aprende, que tiene mucho de freudiano lo que estás haciendo.
Es una conducta extremadamente aceptada, tanto por hombres como por mujeres y a mi me entran ganas de vomitar.
Decirle a una mujer que está gorda de manera despectiva, también es puntuarla y genera mucho sufrimiento. Porque ella se ha construido en un mundo que le exige ser de una manera determinada, porque si no lo es, hay consecuencias.
Nadie te va a querer, nadie te va a aceptar, nadie te ayudará y como no te querrá nadie -repito- tienes que cambiar, cuando tal vez, no te veas capacitada para hacerlo o simplemente no quieras. Es una situación de frustración, que ocurre en todos lugares de la sociedad.
¿Os imaginas a Rajoy haciendo un debate y que una mujer le pare para decirle que está muy atractivo con esa corbata? Sería hasta absurdo y muy probablemente todo el mundo pensaría que era una fresca, que querría dar un braguetazo y seguramente alguien la llamara fea, gorda, malfollada y otras expresiones manifestando que no se meterían en la cama con ella ni cobrando por ello. Sin embargo, un hombre es aplaudido, vitoreado y es todo un caballero.
Estas expresiones cotidianas de discriminación, en ocasiones pueden llegar a ser extremadamente graves.
La mente de una persona depresiva no funciona o llega a ciertos extremos únicamente por sus características psicológicas, sino también por el ambiente y la repercusión que tiene en ella. No funciona bajo la lógica: tengo que ser guapa, por ello debo adelgazarme y para cumplir ese objetivo debo dejar de comer, pero al fin y al cabo, ese es el discurso colectivo y el esquema de actuación.
Las mujeres concluyen que tienen que ser guapas, porque el mundo se lo exige, sino hay consecuencias. Es fácil entender que la hegemonía marca las normas y la norma es estar delgada. Si queremos gustar, porque vivimos en sociedad y los seres humanos somos seres sociales, intentaremos encajar en este mundo, por tanto, para ser guapas nos adelgazaremos, por tanto, dejaremos de comer y la gente que deja de comer y que ha sido víctima de esas medidas correctivas que han generado estadios depresivos tenderá a la obsesión.
La gente que no come está delgada, pero también se muere. Cuando una mujer muere de inanición por anorexia, no es una enfermedad social, es un asesinato social.
Del mismo modo que cuando un chico de 14 años se suicida por ser homosexual, no lo hace porque lo sea, sino porque alguien le ha metido en la cabeza que es una basura que no merece vivir.
No son enfermedades, no son trastornos, eso viene después. Son asesinatos masivos de aquellos que no encajamos en un mundo definido por los guardianes de la verdad que ponen normas ajustadas a sus deseos y que instrumentalizan sus privilegios, sus ventajas en la sociedad para que el que no es como él, lo sea y si no lo consigue o pretende enfrentarlo, que haya todo un sistema que amortigüe esa conducta que reta nuestra forma de vivir con la discriminación, el maltrato, el odio, la violencia y el asesinato masivo.
Cuando se dice que una mujer con velo no ve bien el mundo, cuando se dice que una mujer no puede ser profesional y madre, cuando no tiene hijos y está bajo sospecha, cuando la puntuamos físicamente y no profesionalmente, cuando no respetamos las decisiones que distan de la normatividad, estamos matando. Lo que yo me pregunto es ¿cómo deben ser las mujeres para que estemos contentos?
Mi hermana tuvo anorexia, como muchas otras, y somos todos responsables de lo que le ocurrió.
Somos culpables y yo el primero. Cada vez que me he reído de una mujer por ser gorda, cada vez que he criticado la vestimenta de alguna mujer, cada vez que he justificado un discurso machista.
¿Qué nos ha pasado para que sintamos que podemos puntuar a las mujeres por su físico? ¿Qué nos ha pasado en nuestra mente para que perdamos toda empatía con el ser humano?
Volvamos al principio: Bio-psico-social:
- Social: machismo
- Psico: trastorno
- Bio: desnutrición
Consecuencias: inanición y muerte.
¿Es esto lo que queremos para la mitad de la población mundial?
Artículos de interés: Educación
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