Novela: Del Silencio. Sergi Bellver

 

 

Más que conocer a Sergi Bellver, le comulgo. O le comulgamos unas cuantas personas que leemos su devenir casi diario o lo que él nos muestra de una vida errante que, no nos engañemos, tiene su dureza, aunque desde fuera nos parezca el colmo de la bohemia.

Hace años que me atrapó su personalidad, tanto por la verdad de sus letras como por  la honestidad que trasluce con la inocencia del que vive una pasión arrebatada, aunque lo principal ha sido comprobar la calidad de sus textos porque Sergi, cuenta cualquier menudencia  haciendo literatura real. Y emociona. Si algo destaca en la lectura de este autor, es la emoción. También me persuadió la forma de vivir la pasión que desprende a cada momento.

Quizá en el siglo XIX, en pleno Romanticismo podríamos encontrar némesis de Sergi, pero no ahora. En los tiempos de las prisas, de la edición rauda con lo que esté de moda en el momento, con los temas candentes, hasta el punto que leemos una y otra vez de forma repetida la misma historia, similarmente contada, sin más sorpresa que la satisfacción de acabarla o dejarla arrinconada, este tipo barbudo y deshilachado, se entrega a la literatura con el fervor de  una monja de clausura a sus votos.

Prescinde de todo, o de casi todo, porque Sergi es querido de verdad y sus amigos no le abandonan jamás. Muchas personas daríamos vida por contar con el enjambre de fieles que le siguen y le apoyan. No es para menos. Sergi es un oasis de autenticidad. Su vida, y como consecuencia su obra, es una entrega total a lo que más ama: la literatura. Se dedica con toda la fuerza y constancia que es capaz a construir edificios contundentes con palabras, a dibujar mundos o trasmitirlos tal como los siente.

Sergi Bellver, vive para escribir. No tiene más función en la vida que escribir. Y vivir, porque, quizá sea por su compromiso ciego con la literatura, Sergi es un alma trashumante, que hoy puede estar encerrado en la campiña gallega, como mañana lo encontramos  sumergido en la vorágine barcelonesa o madrileña o pasando la pandemia en una casa en la Medina de Marraquech con la única compañía, como no, de un gato (gatuso, los llama él) que le dan el contrapunto de alma libre, errante y sin cadenas.

Entrevisté a Sergi con motivo de la edición de su poemario Gavia. Confieso la fascinación que me produce un tipo errante, sin más lastre que su ropa (escasa y cómoda) un portátil y unos ojos bien abiertos para contemplar el mundo y doblarlo al antojo de su fantasía. Hace de eso unos años y constato que sigue fiel a su camino y cada día afianzándose en una grata calidad literaria.

Me parece una suerte que me reconcilia con el mundo literario,seguir y leer a Sergi Bellver. Porque es difícil encontrar tanta autenticidad y amor por el arte.

Después de penurias, quebrantos y tiempo…mucho tiempo, Sergi comunicó que al fin había dado fin a su novela, Del Silencio (ediciones del Viento).

He tardado en leerla, no por falta de ganas sino porque a una no le da la vida para tanta lectura, además del tiempo que nos ocupa este magazine que a veces (muchas) es bendición pero alguna también, confieso, maldición bíblica. Esa que decía que había que ganarse el pan con el sudor de la frente…Solo que el sudor aquí no conlleva pan.

 

 

 

 

 

Desde las primeras páginas, Del silencio, te sumerge perturbando la incierta tranquilidad con la que sobrellevamos la vida. No es un libro fácil, de esos que se terminan y se olvidan. De esos que al retomarlos tienes que atrasar la página porque has olvidado la trama. Al contrario. Durante la lectura y bastantes días después la historias de János te deja un poso como de agua gorda en el alma. Mantiene la perturbación que ha labrado el largo peregrinaje por la vieja Europa, que realiza János con el recuerdo de Vèra en su mente y el fin de rescatar al tío Gábor.

La ciudad de Paris se vive, se respira en el lento discurrir de los días silenciosos y lentos que un joven, casi adolescente, exiliado, transita casi sin comprender bien cómo ha sido posible que su vida, su dulce vida rodeado de familia amorosa, se haya desmoronado  teniéndose que construir una nueva en una ciudad que no comprende, rodeado de gente que le es extraña. A no ser por la música, y el encuentro fortuito con una desclasada como él, que será el finísimo hilo que lo ata a la cordura y le hace entender, gracias a ese piano que no toca demasiado bien, que la belleza puede esconderse en un callejón en Montparnasse. Y en el silencio compartido.

 

 

 

 

 

 

Luego están las distintas huidas. Los siguientes exilios de esa bota rusa que parece perseguirlos y que hace exclamar a Véra, “mira por la ventana, no sea que vuelvan los rusos, porque cada vez que follamos nos invaden”

Los rusos…Hombres jóvenes, púberes casi, como el protagonista, que calzan botas militares, y tanques poderosos entrando tanto en Hungría, como después en Checoslovaquia, rompiendo sueños, libertades y la vida de mucha gente. Hacemos notar que Bellver editó En el silencio en 2021, cuando nadie pensaba que de nuevo la bota rusa invadiría territorio ajeno. Punto para Bellver o para la historia que parece circular repitiéndose cada poco, subsidiaria de la petulancia humana que parece repetir los mismos errores una y otra vez.

Bellver, nos cuenta la Europa de la guerra fría. La Europa contradictoria que enfrentaba con un muro dos formas de vida. Ninguna perfecta puesto que en ambas había enormes fisuras por donde se colaba el desamparo, tal como constata la dulce Véra, al contacto con el paraíso de la libertad capitalista que le ofrece París.

Una y otra vez seres humanos deben abandonar su hogar, sus íntimos deseos de independencia, el logro escaso de la precaria libertad para salir corriendo con lo mínimo. Sin libros, sin música, sin fotografías, dejando atrás los recuerdos con jirones de vida que terminan desguazando los corazones heridos de los siempre exiliados.

Esa penuria  europea  que nos cuenta Bellver en una novela con trasfondo histórico pero entrecruzada de vida, de seres peculiares que aman, odian, y sienten amistad por encima de todo. Los lugares que recorre János,  discurren ante nuestros ojos con la minuciosidad de un entomólogo. Que novela clásica se nos ha marcado Bellver. Que hermosura de novela total, harta una de disquisiciones o panegíricos onanistas que dejan la cabeza vacía y el corazón hueco.

 

 

 

 

 

Acérquense con respeto a la novela Del silencio porque están ante una obra inolvidable, al menos lo ha sido para mí. Y no olviden este nombre, Sergi Bellver, no sabría decirles si es el primero o el décimo novelista español del siglo XXI, porque me faltan datos y conocimientos, pero sí les aseguro que es un gran, un grandísimo escritor de novelas.

María Toca Cañedo©

https://www.lapajareramagazine.com/entrevista-a-sergi-bellver

Sobre Maria Toca 1673 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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