Giménez Arnau impulsó la Ley de Prensa de 1938, aprobada por Franco en abril, en cuyo preámbulo se asignaba a la prensa como misión esencial «transmitir al Estado las voces de la Nación y comunicar a esta las órdenes y directrices del Estado y de su Gobierno», así como ser «órgano decisivo en la formación de la cultura popular y en la creación de la conciencia colectiva». Así, se concibe al periodista como «apóstol del pensamiento y de la fe de la Nación recobrada a sus destinos».
En 1941 hay una fisura entre el tándem que formaban Franco y el atractivo y libidinoso cuñado, Ramón Serrano Suñer. Mucho se ha especulado sobre la ruptura de la pareja, es posible que los notorios cuernos sufridos por Zita Polo, hermana de la doña Carmen“Collares” en la persona de la marquesa de Llanzol, cuyo embarazo fue comidilla del todo Madrid, que celebraba fiestas y saraos mientras el pueblo moría de hambre. Debió de ser difícil de perdonar, la humillación publica de una esposa que esperaba en casa al guapo mozo con una recua de hijos y embarazada de continuo. También colaboró en la defenestración que el influjo de luz que emanaba Suñer eclipsaba al de Franco, uno alto, rubio, ojos azules, al que le quedaban los uniformes como un guante, frente al barrigudo, de voz aflautada y escasamente viril, de Franco. Es sumamente posible que la apostura del ministro propiciara los celos que decantarían la defenestración del hasta entonces todopoderoso “Cuñadísimo”, lo cierto es que Serrano Suñer sale del círculo de los íntimos, deja el ministerio que será ocupado por un falangista tosco y de escasa cultura como José Luis Arrese.
En 1945, la censura, que hasta entonces había estado en manos falangistas y requetés, una vez unificados los partidos que prestaron ideología al tirano, fue pasando de forma paulatina pero segura a las manos eclesiales, que desde siempre, tuvieron hegemonía en el arte de la censura.
Había que maquillar al régimen puesto que la apuesta nazi había perdido la guerra y Franco, si algo hay que concederle, es su capacidad para virar la nave de la dictadura siempre mirando hacia el poder que le mantuviera en el idem. Tocaba sacar a los pro nazis del entorno cercano, amigarse con los americanos y esperar a que escampara la represión de Nüremberg, bien que amparando a antiguos camaradas que hicieron de la península ibérica el paso obligado de su carrerea de ratas, quedándose muchos de ellos, libres y bien relacionados con el poder.
Como ejemplo de la depuración ejercida por el franquismo en los libros, tenemos el ejemplo de lo realizado en el diccionario enciclopédico Sopena fue obligado a retirar las entradas dedicadas a a Manuel Azaña, José Ortega y Gasset, Lenin, Marx, Trotsky, etc.). Quedaba el recurso al control del papel para limitar o impedir la actividad de determinadas editoriales (Aguilar recurrió al papel biblia, que no estaba sujeto a cupos, para editar autores clásicos como Shakespeare o Cervantes; las que publicaban libros populares recurrieron al papel de embalaje, barato y libre de controles
Instituto Nacional del Libro Español (INLE) hacían recomendaciones a los libreros como la siguiente de 1943: «Todo librero español tiene el deber indeclinable de exponer en sus escaparates de manera bien visible y preferente aquellas obras nacionales cuyo fondo dogmático o de doctrina política contribuya a una mayor difusión y a la más exaltada loa de las glorias y epopeyas patrias».
Poco después, se publicaron unas normas de obligado cumplimiento:
CIRCULAR DEL BOE
No será autorizado ningún texto que refiriéndose a España, bajo cualquier aspecto, lo haga en un sentido irrespetuoso, poco veraz o tendencioso.
2) Queda totalmente prohibido todo escrito que, más o menos directamente, sea contrario o interprete confusa o equivocadamente los principios fundamentales del Estado o del Partido.
3) No se autorizarán escritos que, al referirse al Caudillo, no le traten con el máximo respeto; lo mismo que al Ejército, Institutos Armados, Milicias del Partido o sus representaciones, así como las insignias, emblemas y palabras de significado, sentido o representación nacional.
4) No será autorizado ningún escrito que atente o sea irreverente con los dogmas de la Iglesia Católica o sus representantes.
5) No se autorizará ningún escrito que trate de forma inconveniente a los países amigos, sus creencias, instituciones y costumbres.
[…]
9) Cualquier duda podrá ser consultada directamente con la Delegación Nacional de Propaganda a través de los Jefes de este servicio.
Por Dios, España y su Revolución Nacional-Sindicalista
La iglesia tomó el mando de la censura, pensamos que con gran entusiasmo. Los libros se agruparon en cinco clases diferentes para organizar la censura. A saber:
Religón y pedagogía, se encomendaban a un teólogo.
Política, historia de España y pedagogía política, a un falangista con méritos en el régimen. Este departamento era de suma importancia ya que había que arrancar lo sembrado por la República, eliminar cualquier atisbo de amor por la democracia, libertad, cultura y derechos ciudadanos. Vamos, el adoctrinamiento que ya hemos relatado en nuestro magazine en diversos números.
Para escardar los libros extranjeros de cualquier atisbo liberal, la embajada alemana y la italiana enviaron las listas de sus libros prohibidos para que el régimen español no los dejara entrar. El censor analizaba con lupa autárquica el contenido de los textos, una vez aprobado se le ponía un sello en la primera página. Los libros que no llevaran este distintivo estaban prohibidos y la pena de tener alguno de ellos era previsible.
Esto ocurría con las nuevas ediciones, pero ¿qué hacer con las anteriores? Censura a posteriori, claramente. Se producían secuestros de libros, incluso la policía patriótica de entonces visitaba asiduamente quioscos y librerías incautándose de gran número de los libros, prensa o revista que no les pareciera lo suficientemente afín a las consignas dictatoriales.
La prensa sufrió un terrible control, para “educar” al personal se creó la Escuela Oficial de Periodismo, con el fin de que los nuevos periodistas salieran de ella debidamente domados y educados en los principios del Movimiento. También crearon la prensa del Movimiento en 1944 que constaba con treinta diarios matutinos, siete verspertinos, cinco Hojas del Lunes, ocho revistas semanales y siete mensuales. Publicar un periódico era tarea ingente, la maraña de permisos gubernativos era una tela de araña difícil de superar ya que se tenían que sortear los organismos de Prensa y Propaganda que se encargaban de tirar cualquier proyecto sospechoso. Los directores de TODOS los periódicos (incluso los privados) eran nombrados por la administración. Todos los diarios, de forma inexcusable, debían sujetarse a la censura previa. Antes de publicarse, el censor de turno, supervisaba línea por línea sin dejar escapar ni una sola nota discordante. En muchos casos los artículos eran devueltos a la redacción tamizados y cambiados, incluso hubo veces que se tenía que dejar el espacio en blando donde debería ir el articulo censurado en su totalidad.
Las consignas que llegaban desde el Servicio Nacional de Prensa, eran claras. Exaltación del nacionalismo español, de los valores católicos más tradicionales, moral intachable y una total y absoluta exaltación al Caudillo de España que recibía los loores más exagerados que se encontraran, así como una total defenestración de los valores liberales o democráticos. Las calumniosas noticias sobre el régimen republicano eran cotidianas, contándose cosas que nos harían sonreír de no suponer lo que suponían. De la Pasionaria se dijo, por ejemplo, que había arrancado de un mordisco la yugular a un cura. Noticias de ese tipo eran comunes.
Quedaba, quizá lo más importante: la radio. Otra de las cosas utilizadas por los nazis como medida de adoctrinamiento universal. Es conocida la apetencia goebbeliana de que en cada casa alemana hubiera una radio para que de esa forma la voz del Fhurer y del adoctrinamiento ideológico estuviera asegurado en el corazón de los hogares alemanes. Consejo que dieron a Franco y que se siguió al pie de la letra. Hablamos ya de la inauguración de Radio Nacional, emisora a la que se debían conectar todas las demás a determinadas horas para emitir el “parte” tal como se siguió llamando durante la dictadura como resma de la guerra. En las casas españolas, a las diez de la noche sonaba la típica melodía que anunciaba dicho “parte” quedando grabado en el recuerdo emocional de las que tenemos cierta edad.
Audios históricos de Radio Nacional de España https://youtu.be/RJaDxbmB3lM?si=NrnIJeZepi2Zw1O_ via @YouTube Solía coincidir con la cena…-en mi caso, tengo el recuerdo imborrable de mi padre afeitándose frente a un espejito colgado de una broca en la pared de la cocina, madre preparando la cena, mientras la sintonía avisaba que la voz del amo sonaría en breve con las noticias sesgadas y manipuladas que llegaban a los hogares españoles-
En 1942, Manuel Aznar Acedo, falangista de pro, es nombrado subdirector general de la SER, duró en el cargo hasta 1962.
Los periodistas, gente de la cultura, escritores, poetas, pintores, como los maestros/as de España que no salieron al exilio fueron represaliados con dureza. Las tapias de cementerios están llenas de sangre de amigos de la cultura. Como ejemplo, Luis Medina, popular locutor de Unión Radio de Madrid durante la República, que inicialmente fue condenado a muerte y luego a treinta años de cárcel. O como nuestra querida Matilde Zapata, fusilada el veintiocho de mayo de 1938, en Ciriego, cuyo delito fue ser periodista y referir las noticias, además de luchar por mejorar la vida de la gente.
Sirva como memoria de tantos/as que fueron asesinados o se vieron obligados a dejar su patria por la infame dictadura que algunos insensatos quieren resucitar.
En el cine, se produjeron acciones cómicas, como la que convirtió una relación de amantes, en un caso de incesto, en la película Mogambo.
La iglesia había emprendido desde su creación una cruzada en contra del cine al que consideraba un engendro demoniaco. Son numerosas las citas en pulpitos y encíclicas de los padres de la iglesia salpicando al celuloide de gravísimos anatemas. Por tanto, fueron generosos en usas las tijeras de la censura en el séptimo arte.
El franquismo jugó con el cine, por un lado, prohibiendo toda cinta conflictiva que quedaba sin estrenarse en España. La Dolce Vita, Senderos de gloria, El gran dictador…entre otras fueron prohibidas en nuestro país.
En el caso de permitir su visionado, durante el doblaje se cambiaban los diálogos sin pudor. A la citada Mogambo, podemos añadir Tal como éramos, en donde el papel interpretado por Babra Streisand, era de una luchadora antifranquista , se convierte en una simple pacifista, o El bueno el feo y el malo, al que le cambian los tacos por expresiones menos traumáticas, o la ridícula eliminación de la palabra “izquierda” de la Túnica Sagrada, refiriéndose al lugar que ocupaba Judas en la mesa de Jesús. También se cubrían de forma grosera los escotes o se alargaban las faldas de las protagonistas femeninas, o simplemente se cortaban escenas que el santo censor considerara pecaminosas.
Se creo la Escuela de Cine, que como pasó con la de los periodistas, se trataba de aleccionar a los nuevos cineastas en las condiciones que imponía la nueva cinematografía española. También se jugaba con las subvenciones, en cuanto la película se intuía como poco afín se la ahogaba económicamente de forma que no se pudiera producir.
Las pautas a seguir estaban claras. En los años cuarenta, el cine era claramente glorificador del bando ganador de la contienda civil. En los cincuenta, forzosamente anticomunista, para en los sesenta dar paso a un grosero aperturismo que propició cintas vergonzantes. También desde el poder se potenciaron los filmes folclóricos y en los años sesenta y setenta el spaghetti western.
La iglesia forjaba sus normas de forma clara. Nada de sexo, adulterio, divorcio, suicidio, violencia, menosprecio a lo sagrado o militar, no digamos a las autoridades y al sacrosanto patriarcado que se veía reforzado con los argumentos donde el papel de la mujer era o bien familiar y poco menos que digno de santoral, o condenado al averno en caso de cierta libertad de costumbres.
En un país sin televisión, el NODO, dio comienzo en 1943 conformando las imágenes de obligado visionado antes de la película. Meramente apologético del régimen, se decía que Franco era el español más visto en el cine. Las vacaciones en el Azor, la pesca de salmones inconcebibles y de más longitud que la del propio dictador, la inauguración de pantanos, obras faraónicas, fueron la tónica dominante hasta 1981 en que acabó la obligación de pasarlo antes de la cinta.
NoDo 957A, 8-mayo-1961 https://youtu.be/n21fLPbhV3o?si=y8xkJBOGJEc2eyhx via @YouTube
El cine como cualquier otro arte, tuvo sus mártires y exiliados. Como Juan Piqueras, productor de cine asesinado en julio de 1936 en Venta de Baños, Palencia. Ramón Acún, anarquista ejecutado en Huesca por producir la cinta de Buñuel “Las Hurdes tierra sin pan” , o Francisco Carrasco de la Rubia, cronista de cine de La Vanguardia, fusilado en mayo de 1939 en Monjuic. No se exilió porque tenía un bebé recién nacido, se quedó en la seguridad de no ser castigado porque nunca participó en nada punible. Fue detenido saliendo hacia el cementerio con el pelo totalmente blanco de los días pasados en la cárcel.
La censura duró hasta 1977 en que fue retirada la obligación de las cintas de pasar por el control, pero no olvidemos que El crimen de Cuenca, fue prohibida y secuestrada durante año y medio y Pilar Miró procesada por la jurisdicción militar.
Como vemos y demostramos con este largo trabajo, la censura era cosa de los que ahora consideran que son censurados ¿No será que, cómo tienen costumbre de imponer sus opiniones, consideran impropia la libertad del resto para darlas?
María Toca Cañedo©
*Hace poco escuchábamos en el Parlamento de Cantabria al diputado Iñigo Fernández gritar lo de “terror rojo”
https://www.youtube.com/watch?v=Ws5eapdvxq0&t=262shttps://una.uniandes.edu.co/index.php/blog/206-leyes-de-censura-en-espana-una-cosa-del-pasado
https://www.xn--bertamuoz-r6a.es/censura/cap5_1.html
http://www.represura.es/represura_4_octubre_2007_articulo6.pdf
Bibliografía:
La Ley de Prensa de Manuel Fraga, Gonzalo Dueñas (Ruedo Ibérico)
Censura y creación literaria en España, Manuel L. Abellán (Península)
La censura cultural en el franquismo, Ramón Tena (Akal)
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