¿Es posible enamorarse de un proyecto cultural?
Me acerco a Madrid con ganas de encontrarme por vez primera con La Joven Compañía, precisamente el día en el que cierran la temporada del Proyecto Homero, integrado por la adaptación de La Ilíada preparada por Guillem Clua y la de La Odisea compuesta por Alberto Conejero. Actores jóvenes, muy jóvenes, en estado de gracia, llenos de pasión, capaces de devolver toda su furia a los clásicos más clásicos.
Suena insistente la fórmula con la que Homero evoca la realidad de la muerte, “Y la oscuridad cubrió sus ojos”. Me descubro reflexionando sobre la magia de la literatura a partir de ese martillazo constante, de esa metáfora esencial, sencilla, implacable. La muerte como una sombra cierta que nos priva de nuestra relación con el mundo, a nosotros, que somos animales visuales, y nos habla de esa sombra el poeta (¿la poeta?, ¿las poetas?) al que representamos como ciego y que tanto sabría pues sobre ojos y sombras.
Caen los griegos golpeados por los troyanos o por los dioses mientras la oscuridad cubre sus ojos; se despiden los troyanos con estrépito por los filos aqueos y sus ojos se nublan; sucumben unos y otros en las partidas de dados de los dioses olímpicos que ciegan sus miradas; se dejan la mirada en las aguas del Mediterráneo los camaradas de Odiseo y es la negrura de los abismos marinos la que baña atónita sus ojos. Hoy como antaño, se dejan la mirada en el mar que fue sal, luz, alimento del encuentro, la cultura, la convivencia, el viaje, los compañeros de Odiseo. Hoy, cuando el Mediterráneo es sobre todo una tumba, una húmeda, inmensa tumba, que cada día deja sin luz a un centenar de ojos. Hoy, cuando el Mediterráneo arroja una poderosa sombra sobre aquellas hermosas palabras (libertad, igualdad, fraternidad, solidaridad, diversidad, hospitalidad, dignidad, abrazo, respeto) que una vez imaginamos cimiento de nuestra casa, norte de nuestra vida, viento de nuestro vuelo.
¿Cómo no iban a dedicar los chicos y las chicas de La Joven Compañía el esplendor hermoso de sus cuerpos, la luz incendiada de sus jóvenes ojos, la conmoción que habita en sus palabras, el calor esforzado de su trabajo cotidiano, a todos esos hermanos devorados por el Mediterráneo, ciegos de indiferencia y agua?
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