De sangre, golpes, anatemas y lapidaciones se ha sembrado la lucha por los derechos de todos y todas en miles de ámbitos. No han sido poco quienes al hilo del triunfo mundialista de nuestras futbolistas españolas, han rememorado a la que sobradamente merece el título de pionera del fútbol femenino en España. Lidiar con el balón le llevó a lidiar con el machismo más agresivo de su tiempo: hablamos de Anita Carmona, de su lucha, hablamos de hace un siglo en la nacional-católica y apestosa España.
Era cuestión de amor al balompié y de ovarios por igual lo que marcó el destino de Anita. Al Para nacer he nacido de Neruda, ella optó por Para jugar al fútbol he nacido, por mis ovarios ( añade este modesto escribano). Vino al mundo en 1908, Málaga, y ver a los marinos ingleses jugar al fútbol en el puerto enfiló su pasión, su destino. No tardó en entrenar clandestinamente en el extinto campo de Segadera, barrio de Capuchinos.
Debieran saber nuestra aclamadas jugadoras de hoy que dar patadas o conducir un balón en los pies de una mujer era ¡alteración del orden público¡ Con el pelo recogido bajo el gorro y el pecho vendado para parecer lo que no era, formó parte del once de dos equipos: El Sporting Club de Málaga y Vélez Club de Fútbol.
Y claro que la pillaron… Al Veleta la pillaron. Con este apodo constaba en las alineaciones de la época, lo sabemos gracias a la investigación del periodista deportivo Jesús Hurtado, que ha dedicado media vida a estudiar la historia del Vélez Football Club.
«Cuando preguntaba por ella me decían que era muy particular. Hasta les cambiaba la cara. Pero no me contaban mucho«, agrega. Nita Carmona vestida de futbolista en un Carnaval de Málaga. Jesús Hurtado / Velezdiario
Sí le contaron el vuelo de piedras e insultos por parte del respetable público, uno de los datos que Hurtado atesora tras charlas con antiguos compañeros de Anita hasta descubrir la identidad femenina tras el apodo. La solidaridad, que la hubo, la encontró entre ellos, poseedores y custodios del secreto, y la bautizaron Veleta porque «cambiaba de forma: entraba como mujer al campo y salía al césped como futbolista«, le contaron al periodista, que siempre pensó que Veleta podía ser homosexual o un prófugo. «Ni prófugo ni gay: era una mujer«.
Y si con la iglesia hemos topado, como solemos decir, en la epopeya de Anita las sotanas jugaron a su favor, al menos las de un sacerdote, de nombre Francisco Míguez Fernández. Me explico: El ministro de Dios organizaba partidos en el extinto campo de las Escuelas Salesianas, con sus propias manos construyó las instalaciones, y se convirtió en uno de los valedores de nuestra héroe. Corría el año 1925, el mismo en que Anita debuta con el Sporting de Málaga. Se recogía el pelo con un gorrito y se vestía como un hombre. A su favor jugó el que los atuendos deportivos de la época eran holgados, de modo que los calzones llegaban hasta las rodillas y las medias eran muy altas, medidas que favorecían su ocultación.
Pero como ya hemos apuntado, nuestra Anita vio la peor de las tarjetas rojas: la persecución machista, las leyes de la dictadura de Primo de Rivera sobre su espalda. Según el periodista Hurtado, artífice del conocimiento público de esta leyenda, los chivatazos no tardaron en producirse.
Llegaron a raparle el pelo y a detenerla en comisaría. Allí se presentaba el padre Míguez, aduciendo su minoría de edad para no sufrir mayores estragos. Piedras, patadas e insultos continuaron contra la malagueña allá por los campos adonde iba. La situación se puso tan tensa que el mismo sacerdote le aconsejó una retirada moderada.
Anita dejó las botas un tiempo, y el tifus (conocido popularmente como “piojo verde”), que golpea a Málaga por aquellos años, acabó prematuramente con sus treinta y dos años de vida. Al sepelio acudieron compañeros de sus dos equipos, quienes hicieron una pequeña colecta para costear los gastos. Anita pidió ser enterrada con la camiseta del Sporting de Málaga, el club que le abrió las puertas a su sueño mientras ella, sin saberlo, rompía el techo de cristal con sus hábiles y fuertes balonazos, agrega el periodista Hurtado.
Unidas Podemos ha propuesto que la ciudad le ponga una calle a esta malagueña de ovarios como balones.
Valgan estos apuntes biográficos para no olvidar su ejemplo, como el de tantas que ayer, hoy y mañana siguen en la brecha de la dignidad humana.
Chema D. Garrido.
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