Hace un año justo ahora, pulsé la tecla de intro y salieron volando de @LaPajareraMgzn las primeras palabras que cruzaron el espacio virtual para quedarse depositadas en algún lugar, que nos gustaría fuera a mitad de camino entre el corazón y la cabeza, de usted, lector/a que nos lees. Justo ahí queremos estar, contando la vida, con rotunda veracidad pero sin dejar fuera las emociones que nos mantienen vivas.
Ha pasado un año y no puedo decir que me parece ayer. Al contrario, se me hace inverosímil recordar que aquella ilusión, un sueño concebido en una charla banal, hoy tenga 330.000 lecturas, 228 suscritos que reciben puntualmente cada mañana nuestra buena o muchas veces mala palabra, porque, amigos, la actualidad a la que damos paso, se nos pone abrupta muchas veces. Se han escrito multitud de artículos,relatos,poemas, aforismos. Hemos desgranado la vida tal como la concebimos, de forma subjetiva, a veces, pero intentado llegar a todas. Con verdad y honestidad, tal como creemos que debe ser la prensa libre. Con respeto pero sin cortapisas.
En ese primer día les decía que la palabra es arma de futuro, porque si algo puede hacer la vida mejor, al ser humano más dulce y más feliz, viene de la mano de la palabra. Que es patria, bandera y destino. Todo eso y más intenta ser #LaPajareraMagazine . Nacimos con la intención de comunicar, de comunicarnos, porque es la distinción del humano: la palabra. Con ella nos hacemos entender pero también herimos ; une o disgrega. Enriquece o fulmina. Depende como se articule y como se esgrima esta flamígera espada que es la palabra.
Ha sido duro este año, se lo aseguro. En lo social hemos asistido a desvaríos que nos han marcado de forma personal y como país. Esa Catalunya amada que nos duele y nos preocupa tanto y por la que hemos tomado partido sin fisura en esta pequeña jaula de grillos que es #LaPajareraMagazine. Seguimos día a día intentando poner un gramo de cordura donde no interesa, sin equidistancias, porque sabemos que es la democracia y que es la libertad. El derecho inalienable de autodeterminación de los pueblos, el derecho a decidir, el derecho a irse o a quedarse corresponde a las ciudadanas de cualquier estado y las leyes se pliegan ante la voz irresoluta del pueblo. Lo creemos y lo defendemos. Y luego pedimos cordura, saber estar, negociación, ceder y ser responsables.
La crisis nos sigue ahogando, la Sanidad tiembla, la cultura está herida de muerte, con orates que la prostituyen haciendo de ella una meretriz pintada de colorines sin nada dentro. Las fronteras europeas siguen impermeables ante el éxodo que produce nuestros intereses. Ahí llegan y siguen en campos, vagando entre barro y muerte, los niños de nadie. Nosotros impolutos, a lo nuestro, sin abrir los ojos ante el dolor ajeno. Países que sangran y no nos importan: Ucrania y esa guerra larvada que destierra a su gente, Honduras con sus maras y sus desafueros institucionales, mi amado México, segunda patria de tantos españoles, sigue tragando hijas como madre sangrienta porque parece que nadie pone justicia cuando mueren mujeres. Brasil castañetea los dientes entre el miedo y un integrismo larvado, Cuba y Venezuela…¡ah! ellas, tierras añoradas, de ellas si nos cuentan, solo una parte y la que interesa, pero no olvidamos a las disidentes de ambos países porque la voz, o es de todos, o no es de nadie. Y el vecino del norte que nos eligió a un orate de color naranja y pelo almidonado. Nos duele, vaya que sí.
Podríamos seguir hasta el infinito, mientras, aquí, en casa, en España, siguen matando y violando mujeres que parece no importan a nadie. Hemos contado la masacre que se realiza con los Bohyngas, los feminicidios de México, el éxito social de ese país hermano que es Portugal. Intentamos contar de la forma más objetiva posible una actualidad que nos ahoga, a veces. La traemos aquí casi como si fueran ladridos.
Y luego están nuestros cuentos, nuestros poemas, nuestras pequeñas composiciones que nos llenan de gloria ese desayuno (en España, los amigos de otros continentes les llega con el sueño) Quiero agradecer a los grandiosos colaboradores de @LaPajarera que han estado, a los que se fueron y a los que están. Solo espero que sigan ahí dando calor y fuerza.
Amamos la palabra. Amamos la literatura. Amamos y creemos que la comunicación es una forma de hacer el mundo mejor. Nos empeñamos cada día en cruzar el umbral de la palabra para labrar el muro de la paz, de la concordia y de una tranquila y mesurada felicidad que esperamos podérsela llevar otro año más y en el próximo, estar aquí, contándoles que hemos crecido, que ampliamos la familia y que seguimos remando como un solo brazo.
Esta es nuestra forma de celebrar: trabajando para seguir adelante.
José Ramón Saiz Viadero, María Toca Cañedo, Armand Comín, Jean Boucicaut, Patricia Moguel, Mario Yudicello, Dominique Gaviard, Pilar Gorricho, Beatriz Gimeno, Patricia Esteban, Silvia Maza, Angeles Sánchez Gandarillas, Dori Campos, Eva Barreiro, Jetrho Legrand, José Luis Serrano, Regino Mateo, Margarita Marín Ortiz, Mario Erre, Antoni Miralles Alemany, Marisa Pradera, Susana Ruiz Bilbao, Roberto H. Dominguez, Víctor Sánchez, Paula Fernández, Lola K. Cantos…y más que irán llegando con su pluma afilada, con su gusto por desgranar palabras.
Les dejo un poema que hice para la ocasión con el deseo de que nos sigan siendo fieles. Prometemos hacer lo posible por seguir la senda que trazamos.
Creo en el profundo poder de la palabra
creada como arma que no hiere,
que hace crecer dudas, que clama
por la verdad, con las aristas que la cumplen.
Creo que la palabra mueve almas,
hace temblar corazones sensibles,
y a veces, dispara unas balas
de certidumbre,
que cambian el mundo y sus costumbres.
Por eso la utilizo, la cultivo,
la cuido, le tengo amor de compañera,
la enjablego, la mimo, la venero
y la cierro en unos versos, cuando puedo.
María Toca
Coordinadora de #LaPajareraMagazine.
No conozco más patria, más dios, ni más bandera
que la palabra. Usada, esculpida con buril
bien laminada: la palabra,
usada por gente noble,
juglares, amantes y poetas. Arma de amor letal,
la palabra.
Escrita, cantada, retratada, disparada,
como fuente inagotable de simiente:
La palabra,
respirada, mordida o callada,
usada como acicate o como arma:
la palabra.
Izada, cual bandera
entre los grises gredales de la tierra.
La palabra,
sembrada, en tierra fértil
por manos añosas
que abren el surco y lo transitan,
con palabras.
Palabras, que crecen,
caminan hacia el cielo
y a poco que se cuiden
florecen entre cruces y mástiles bien erguidas,
cual guirnaldas, entre los setos
por ellos abrazada.
Las palabras.
La Palabra
Crecerá, germinará, se hará bien fuerte,
volteará miedos y festines
celebrarán en torno a ella,
bien vestida, de gala, endomingada.
La palabra.
No conozco más religión ni patria,
ya os dije: que ella.
La palabra.
Caminará libre, erguida, amplia,
abarcando mares, continentes y naciones
enarbolando las blancas banderas
que voltearan atadas con lazos bien perennes
de palabras.
Volando lejos, justo hasta tocar el cielo
y volverse en forma de lluvia que nos cale,
nos humanice.
La Palabra.
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Llenaremos los pozos de palabras,
para contar los cuentos,
que inventemos y en torno a una hoguera;
concebiremos historias,
aquelarres y recuerdos.
Parirá, con su fecunda y femenina complacencia,
un mar de inmensas olas blancas,
todas bien cubiertas… de palabras.
Y llegaremos lejos,
inundaremos con estas tempestades
el propio mar, que rugirá y clamará
pleno de júbilo, de alegría
porque por fin,
sonarán, como música celestial
y cantos religioso,
plenos, cumplidos, llenos de palabras.
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Sutiles emociones, bien cuidadas
emergerán como olas,
hasta cubrir la tierra toda entera
y luego, caminaremos hermanados
unidos por el brillo
que llevan, en su torso bien ungido
las palabras.
Por ellas amo,
vivo, rezo, suplico y tiemblo.
Por ellas: las palabras.
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Como estrella ceñida en mi garganta
palpitante y plena de palabras
así derramo cual diosa empecinada
mi mundo, lleno de palabras.
Las amo, las creo, las vivo
son carne de mi carne.
Son sangre de mis venas.
Son vino, son aire.
Son palabras.
Y hoy, os las regalo, como prenda
de mi pobre corazón que ya se agota,
como vela encendida, que se apaga.
Dejando un reguero, de palabras…
No conozco más patria, ni dios, ni una bandera
ni amor, ni fe, ni risa, ni hambre
ni nada, que se equipare a las palabras…
Aquí se quedan, sembradas
esperando que una mano sutil
las alce, enamorada…
Para vosotros, para mí, para ellos,
aunque no las quieran, aunque las desprecien.
Da igual. Ellas ascienden.
Os dejo, un reguero de palabras.
Haced con ellas, mil prendas
entrelazarlas, o tirarlas al viento
sembrando los caminos y los campos
para que pronto, germinen plenos
y se doren al sol, estas palabras.
No conozco más patria, ni más dios, ni fe, ni bandera
que palabras. Por ellas, vivo, creo y siento.
Por ellas, amo.
Por ellas: las palabras…
María Toca