EL VIAJE

Manda rosas a Sandra que se va de la ciudad, repetían una y otra vez Sabú, Jimmy, Dany y tantos que no comulgaban con los adioses. Y es que un adiós es una de las cosas más invernales que existen. Hay adioses inevitables en este raro oficio de vivir, cuando la soledad fusila los dilemas. Y hay soledades con dientes que ciegan celosías sin edad.
No hubo manera y Sandra se desvaneció como una paloma de agua caminito del silencio.
Yo había visto a Cristina Eiriz en dos cortos donde se atisbaban ya sus ademanes. En un retazo clásico (¿entremés?) en el que daba suelta a una respuesta de arrojo bajo las sayas, aunque el peso de la escena corría a cargo de un excelente actor. Más claridades había en el monólogo de August Strindberg -La más fuerte- donde Cristina Eiriz es dueña absoluta del sarcasmo sibilino, rayando en la crueldad oscura, para dar paso a un primerísimo plano en el que se desmoronan la ternura y el dolor por sí misma.
Pero donde abrí los ojos para ver a la gran actriz fue en «Torre del Aire » durante el corazón de Madrid. Una obra que ha sumado un capítulo donde Ricardo y Raúl se piden cuentas por una decisión que tal vez cambió dos vidas.
En«Torre del Aire » Cristina Eiriz es la actriz anjana que convoca a la seducción del estupor. Como si años después, el autor sospechase que aquella nostalgia roja hubiera sido escrita para ella.
Pero es todo más sencillo. Sucede que en » Torre del Aire « Cristina Eiriz se apodera del personaje y lo reescribe a su manera.
Estamos ante una actriz que ha empezado el camino por la colina. El teatro es voz y gesto. Enrique Gracia Trinidad y Soledad Serrano son dos intérpretes geniales del teatro de voz. Fernando Fernán Gómez plantea la diferencia con el cine en su » Viaje a ninguna parte «. En el caso de Cristina Eiriz ha ocurrido el abrumador dominio del gesto, lo más difícil.
Pronto se irá a 2292,9 kilómetros de nosotros. Nos deja un compromiso de vuelta en la actriz y una intriga. ¿Qué habría ocurrido si en vez de quedarse la chica del abrigo rojo en la ciudad viendo como el muchacho revolucionario se marchaba en busca de la libertad hubiera sido ella la protagonista del abandono? Entonces tal vez el autor tendría que escribir una obra distinta.
Ahora sólo toca disfrutar de casi un año donde Cristina Eiriz ha ido creciendo en su personal torre donde dejó definitivamente de ser un arroyo para ser el río más caudaloso que habita su mitología teatral.
Si Ricardo Galán viaja por sí mismo para volver a los sucesos medio siglo antes, Cristina Eiriz ha viajado en el escenario y viaja ahora en un viaje físico que no pueden impedir Sabú, Jimmy y Dany.
Con el viaje ficticio de 1986 asistimos al final de un tiempo. Lo que dé de sí este viaje está por escribir. Pero siempre tendremos a Cristina Eiriz vestida de cine club y nostalgia para que Ricardo se pierda el cineforum y Raúl se enfrente a Guada y Juamma, mientras suena nuestro Dani
Valentín Martín
Sobre Valentin Martín 60 artículos
Valentín Martín estudió Magisterio y Humanidades en Salamanca y Periodismo en Madrid. Ejerció la enseñanza dos años y el resto vivió de escribir. Ha escrito 25 libros. El número 26 es un poemario llamado Santa Inés para volver (Versos de la memoria), que recoge la historia de sensibilidades de su pueblo. Periodista, escritor y poeta, ha publicado en la última década libros de relatos como La vida recobrada o Avispas y cromosomas; el ensayo Los motivos de Ultraversal y los poemarios Para olvidar los olvidos, Poemario inútil, Los desvanes favoritos, Memoria del hermano amor, Estoy robando aire al viento, Suicidios para Andrea y Mixtura de Andrea. A caballo entre los años 60 y 70, escribió dos poemarios y dos ensayos: Veinte poetas palestinos y El periodismo de Azorín durante la Segunda República, inicio de un largo trabajo dedicado a la literatura. En Lastura ha publicado en diciembre de 2017 el libro de crónicas y relatos Vermut y leche de teta.

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