Nació en un parto triple, en un tiempo en que era casi milagro. Elisabeth Kubler-Ross, vino al mundo siendo apenas una criatura de 900 gramos de peso, negruzca y peluda. Fue la primera de las trillizas que nacieron en el seno de una familia de clase media un ocho de Julio de 1926 en Zurich. En esa época pocos partos múltiples salían adelante. La partera que atendió a su madre, famosa por sus dotes adivinatorios, avisó a la familia de que esa pequeña recién nacida no daría preocupaciones porque siempre saldría delante de cualquier proyecto que acometiese.
Su padre había previsto para ella que fuera contable del pequeño negocio familiar, ella se negó en redondo, no se veía sentada haciendo cuentas el resto de su vida así que tuvo que salir de su casa a muy temprana edad. Alemania invadió Polonia y Elisabeth escuchaba en una vieja radio los avances del ejército alemán desarrollándose en ella el espíritu rebelde. “Si tuviera edad tomaría las armas para ir a Polonia a defender la patria con los heroicos patriotas polacos” se decía. Poco después tuvo ocasión de pasar a Polonia cuando se dedicó a colaborar en las tareas de recuperación de los países diezmados por la guerra. Visitó el campo de Maidanek que la impresionó por la crudeza del decorado ¿Cómo era posible que esa barbarie saliera de seres humanos que luego iban a casa con sus familias? Recorrió las salas, observó los grabados de las paredes, nombres, dibujos…una figura se repetía sin descanso en aquellas terribles paredes que guardaban tanto dolor: las mariposas. No entendía por qué ese dibujo era tan frecuente. Tardó más de veinticinco años en encontrar la respuesta al grabado. Con ello desveló sus incertidumbres intelectuales. También las espirituales.
Quiso conocer Rusia, a donde se encaminó sola y sin dinero. En una ocasión en que pensaba dormir al raso, una gitana le ofreció ir a su escueto hogar. Con ese grupo de gitanos descubrió que no hay mejor lenguaje que el corazón. Vivió cuatro días entre cante y baile con ellos hasta proseguir viaje a Suiza.
De vuelta hizo el preparatorio para ingresar en la Facultad de Medicina, en un solo año (lo normal eran tres) Su hermana le prestó los 500 francos de la matrícula para cumplir su sueño más preciado: estudiar Medicina. En 1957 se graduó en la Universidad de Zurich y en 1958 se casó con el norteamericano Enmanuel Manny Ross. Con él se traslada a Nueva York y comienza su vida profesional. Durante sus estudios cuenta que se cruzaba con frecuencia con Jung; jamás se atrevió a abordarlo debido a su timidez, siendo éste la mayor influencia en sus estudios posteriores de psiquiatría. Tuvo dos hijos, Kenneth y Barbara.
Trabajando en los hospitales neoyorkinos, observó como se trataba a los moribundos. La frialdad, soledad, aislamiento , la llevó a intentar cambiarlo a la vez que comenzó la labor de investigación de campo de más de 20.000 moribundos que realizaría a lo largo de su vida, junto con el reverendo Gaines –él daba un soporte religioso a la investigación, ella científico-
Estableció con claridad las etapas del duelo que se llaman por ello el modelo Kübler Ross: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Observó que había un grupo de moribundos que estaban más tranquilos, transitaban el paso de forma más pacifica, hasta que se dio cuenta que una limpiadora negra del hospital los tomaba la mano y simplemente les decía: no es tan terrible. Más tarde se convirtió en su ayudante. Kubler-Ross percibió que el solo detalle del contacto humano aligeraba su dolor.
El contacto con la muerte la enseñó mucho sobre la vida, según sus palabras: “Sí, he tenido una buena vida pero, ¿he sacado tiempo para vivir de verdad?”. Hay muchas personas que han existido, pero que realmente nunca vivieron. Y gastaron cantidades inmensas de energía en mantener ocultos sus asuntos inacabados”
“A la larga perdemos todo lo que poseemos, pero lo que importa en definitiva no se pierde nunca. Nuestras casas, coches, empleos y dinero, nuestra juventud e incluso seres queridos solo los tenemos en préstamo. Como todo lo demás, no podemos conservar siempre a nuestros seres queridos. Pero la aceptación de esta verdad no tiene por qué entristecernos. Por el contrario, puede proporcionarnos la capacidad de valorar mejor la infinidad de experiencias y cosas maravillosas que tenemos durante el tiempo que permanecemos aquí»
Se graduó en Colorado en psiquiatría en 1963, recibiendo 23 doctorados a lo largo de su vida, dio conferencias por todo el mundo, impartió cursos a miles de profesionales de la salud; sus investigaciones son reputadas y hoy los cuidados paliativos se estudian en Medicina, y sus teorías son ampliamente aceptadas.
En los últimos años se acercó al espiritismo y a una espiritualidad que no era compartida por su marido, del cual se
divorció por las diferencias ocurridas por esta causa.
Al final de su vida le dieron varias apoplejías que la impidieron seguir con su trabajo, pero no desalentaron su fuerza. Siempre pensó que la tarea con la que llegamos a la vida es la que debemos realizar y hasta que no llega a su fin no nos vamos. Murió en Arizona un 24 de Agosto de 2004.
Ha publicado varios libros de los que se destacan su biografía, donde cuenta el desarrollo no solo de su vida sino de las investigaciones que llevó a cabo: La rueda de la vida, también escribió La muerte, un amanecer, y Lecciones de vida.
En 1999 fue nombrada por la revista TIME, una de las más Grandes Mentes del Siglo.
Las enseñanzas de Elisabeth Kubler-Ross nos ayudan no solo a enfrentarnos con la muerte sino a amar y entender la vida de forma sana y vital.
María Toca
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