Joana Biarnés

Traemos hoy a nuestro magazine la historia de la primera fotoperiodista de España, la desconocida Joana Biarnés i Florensa que les aseguramos tiene una vida increíble y tumbó muchos de los terribles tabúes del franquismo patriarcal.

Nació Joana en Tarrassa en 1935, no son años fáciles para la familia Barnés Florensa. Gente humilde que vive en precario, como Joana confesó en alguna ocasión, no se pasó hambre debido a la fantasía de la madre para sacar comida de cualquier sitio. Fantasía que luego Joana aprovechó, pero no adelantemos.

El padre de Bearnés, era fotógrafo de profesión, colaboraba con la prensa barcelonesa realizando las fotos y la crónica de los eventos deportivos que se celebraban en Terrassa, hockey y fútbol, principalmente. A Joana el colegio no le gustaba por lo represivo que resultaba. Eran los años de plomo del franquismo, en su casa hablaban en catalán, durante  las clases a veces se le escapaba alguna palabra en su lengua madre. El bofetón o el insulto eran la respuesta de los profesores al idioma detestado,  la lengua castellana se imponía como la del imperio, y Joana no estaba dispuesta a soportar las vejaciones.

Dejó de estudiar muy pronto, consciente de la decepción paterna que ello suponía, decide ayudarle en su labor de fotógrafo, le explica sus deseos, y el padre, fijando sus ojos en los de ella la consuela diciendo que la entiende. Entiende las ganas de la joven  de ser libre, de ejercer una profesión que la aleje de la apretura estudiantil del momento. Solo le pide una cosa: “si quieres dedicarte a la fotografía, no hagas que tenga que bajar la cabeza. Nunca, hagas nada que me humille Joana escucha esas palabras con emoción y, al final de su vida, aún se emocionaba recordando la escena. Jamás sintió que le decepcionara. Al contrario, porque la dignidad y el respeto por una profesión que consideraba sagrada, marcaron su vida.

Comienza ir con él a los eventos deportivos, con gran escandalo de publico y participantes. En los campos de fútbol recibe todo tipo de insultos, los árbitros quieren expulsarla del terreno de juego, las gradas vociferan “vete a la cocina” “búscate un marido” Ella lo sufre y se indigna pero su resolución le hace no dejar que la amilanen los gritos ni los insultos, al contrario, como confesaría en más de una ocasión, las humillaciones la impulsaban para hacerlo mejor, para ser la más competente, realizar la foto más viva.

Poco después de haber comenzado su vida profesional hay una gran inundación en Terrassa, saliendo junto a su padre en busca de las imágenes del horror. Familias enteras perdidas, casas arrasadas, muertos y destrozos de la ciudad son vistos por el agudo ojo de la cámara de  Joana. Al ver su trabajo, el padre comprende que su hija tiene un talento especial y la envía a estudiar periodismo a Barcelona.

Con veinte años vive sola en la ciudad Condal, estudia, además sigue fotografiando. Consigue un trabajo realizando foto fija en películas de cine. Algunas de sus fotos llegan a Madrid, donde el director de Pueblo, el legendario, Emilio Romero, las ve y la llama para colaborar en el periódico. Marcha a la capital, con ello comienza una fulgurante carrera llena de hitos, tan versátil como genial.

Realiza fotos para Pueblo de todo tipo. Se especializa en la farándula, son los  años sesenta, el franquismo  sigue en auge pero el mundo del arte y la cultura brujulean por la libertad y la diversión.

Cuando llegan los Beatles a Madrid con el fin de dar un concierto, el país se convulsiona. Jóvenes, melenudos, rebeldes…el franquismo tolera su música a regañadientes pero no quiere dar importancia a una música y unos personajes que consideraba mala influencia para la juventud del país. Juana Birulés, va al aeropuerto a recibirlos y realiza las mismas fotos que el resto. Sigue, como en los partidos de Terrassa, siendo la única mujer entre una marea de hombres. No se conforma con esas fotos comunes, adquiere un billete y vuela en el mismo avión que ellos. Desde el baño, escondida y sacando el objetivo por una ranura de la puerta, consigue realizar fotos del grupo mientras viajan, hasta que los guardaespaldas se percatan y se lo impiden. Al llegar,  marcha al hotel donde se hospedan con la intención de  intentar entrevistarlos y tomar imágenes más personales. Como ocurrió en el avión, se lo impiden los guardaespaldas que montan guardia en el ascensor para  evitar la subida de prensa a la habitación donde descansa el grupo antes del concierto…Joana descubre que el montacargas no está vigilado, sube, llama a la puerta de la habitación  y le abre un sorprendido Ringo Starr que ante su desparpajo y encanto la invita a entrar. Pasó tres magnificas horas con ellos, les enseñó a hacer tortilla, pan amb tomaca, a bailar sevillanas, a dar palmas de flamenco mientras, con una pequeña cámara, realiza las fotos del grupo en la intimidad de su descanso.

La sorpresa y la rabia llegan cuando el director de  Pueblo le dice que no serán publicadas. No hay que dar más noticias de los Beatles, según ordenes recibidas directamente del Pardo, al Caudillo no le gustan los melenudos y los considera nefastos para la juventud imperial española. Joana llora y se desespera hasta que decide regalar su magnífico y aventurado trabajo a la revista Ondas. Se lo publican pero no recibe ni una peseta por él.

La gente famosa confía en Joana, por su discreción y porque supo callar las intimidades que veía. Fue la fotografa de todos/as las celebridades del momento. Lola Flores, Marisol, Antonio el bailarín, duquesa de Alba, Orson Wells, Dalí… Se convirtió en la fotografa oficial de Raphael y de Joan Manuel Serrat, además de amiga íntima de ambos.

Pero Joana Birulés no se conformaba con las fotos frívolas, José Luis Navas, periodista compañero de Joana, recibe un chivatazo de que en un internado de San Fernando de Henares donde recogen hijos de mujeres solteras, han abofeteado a un niño rompiéndole el tímpano. Le buscan, Joana saca su cámara. El niño tiene aún la mano marcada en su cara y sangre seca en el pabellón auditivo. Al día siguiente hablan con el director del colegio recibiendo la escueta y despectiva respuesta de que el niño agredido “era hijo de soltera” Como si con eso disculpara el maltrato. En el centro hace frío, comen mal, les obligan a vestirse con ropa mojada. Publican un artículo en Pueblo…que recibe la consiguiente llamada del Pardo,  avisando de que de  seguir con el tema, el periódico  puede ser cerrado. Ambos periodistas tienen que marchar de España por una temporada.

Se ocupa también de fotografiar las tediosas sesiones de las Cortes de opereta que mantiene el franquismo. Pueblo, se cierra y Joana comienza a colaborar con revistas del corazón debido a sus contactos y confianza con la gente famosa. Funda una agencia de foto de prensa, junto a su compañero, corresponsal de Paris Match y de otras fotógrafas, de esa forma el material de trabajo evita los intermediarios y tratan directamente con el medio. También fue la primera mujer en dirigir una agencia de esas características.

Llegan los años setenta, a Joana le rechazan trabajos con el argumento de que no son rentable. Las cosas bellas, las fotografías hermosas que no buscan morbo, no dan dinero. Le proponen montajes y hacer fotos escandalosas porque ha llegado el cambio, ahora priman los paparazzi que buscan el morbo de una foto conflictiva, que destroce al protagonista de las imágenes. Casquería es lo que buscan los medios para los que Joana trabaja. Quizá recordara, entonces,  la promesa que hizo a su padre de jovencilla, y decide abandonar el periodismo. Para entonces  hace tiempo que se ha casado con el reportero de Paris Match,  de origen francés  -“sabía que un español no aguantaría mi vida y mi trabajo, por eso me busqué un extranjero, periodista también, yo no quería nada con los machistas españoles”- confesaba años después.

Cierran la agencia ya que ella era el alma y principal proveedora de material y el matrimonio decide montar un pequeño restaurante en una casita que tienen en Ibiza. Joana es buena cocinera, aprendió con la fantasía que usaba su madre en los años de penuria. Viven en la isla durante veinte años. Las imágenes y las cámaras quedan postergadas casi al olvido.

Alguien en algún lugar descubre el trabajo de Joana, investiga y se encuentra con un material artístico de primera magnitud, que refiere con ojo crítico los años cincuenta, sesenta y setenta. Photo España decide exponer su trabajo y llueven homenajes y exposiciones durante la década primera del año  dos mil. Colita, Cristóbal Castro, Gervasio Lastra, se entusiasman con el hallazgo  y patrocinan a la pionera.

El enorme trabajo, la visión intuitiva de una artista queda reflejada en las miles de imágenes que Joana en su archivo personal. No solo ha sido pionera del fotoperiodismo, su obra verifica el talento artístico de Joana Birulés, con lo que consigue el reconocimiento a su obra.

Con un treinta por cien de perdida de visión vuelve a tomar la cámara, realizando un trabajo espectacular sobre un grupo de  discapacitados que vuelve a demostrar el talento narrativo de las cámaras de Joana Biarnés.

Cuando tenía proyectos y exposiciones pendientes, muere de una afección cardiaca el diecinueve de noviembre de 2018. Poco antes había confesado que tuvo que luchar de forma titánica contra el machismo y que hoy seguía siendo muy difícil para una mujer el fotoperiodismo. Repetía a quien quisiera escucharla que la raíz patriarcal y machista seguía dando frutos en nuestro país.

Joana Biarnés abrió una enorme brecha en ese patriarcado realizando una tarea artística de suma importancia.

María Toca Cañedo©

https://www.rtve.es/play/videos/detras-del-instante/joana-biarnes/5550107/

 

Sobre Maria Toca 1673 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

Sé el primero en comentar

Deja un comentario