«La calle de la vergüenza» es una película del director japonés Kenji Mizoguchi rodada en 1956. Estamos ante un film político que evidencia la situación social de las mujeres en la prostitución tras la segunda Guerra Mundial. Mizoguchi narra de forma notable las circunstancias que llevan a las mujeres a prostituirse enmarcando el conflicto en un modesto barrio de Tokio donde las acciones transcurren dentro de un prostíbulo llamado Dreamland. Dentro se encuentran cinco mujeres cuyas vidas les ha llevado a ejercer la prostitución. Casualmente todas tienen en común la pobreza, la miseria y la huída hacia adelante.
Para no hacer una entrada excesivamente larga intentaré resumir lo que a mi juicio parece imprenscidible para poner en contexto esta obra.
En primer lugar, destacaría la visión de Mizoguchi sobre la prostitución y la mujer en general. Este director nace en el seno de una familia de origen humilde que cae en la pobreza tras la crisis económica de 1904, por lo que tuvo que trasladarse al barrio más pobre de Tokio. El padre de Mizoguchi maltrataba a su madre y también a su hermana, a la que acabó vendiendo como geisha. Sin duda, las vivencias del director, marcarán su trabajo a lo largo de su vida y, muy especialmente, quedará reflejado en esta película.
En segundo lugar, es interesante conocer el momento político en el que se encontraba Japón, ya que estaba a punto de aprobarse la llamada Ley Anti prostitución de 1956.
A lo largo de la película está presente la cuestión de clase, cada mujer protagonista cuenta con una situación personal que la obliga a prostituirse sin dejar de lado la figura del putero, la del proxeneta, la familia, la violencia y la doble moral de la que hoy en pleno 2018 no nos libramos.
Es especialmente interesante el debate que propone de una forma objetiva. Pone sobre la mesa los mismos problemas que se plantean hoy en torno a la abolición, todos ellos identificados en cada personajes; el proxeneta que discursivamente mantiene que su trabajo es un beneficio para la comunidad y la tabla de salvación para las mujeres pobres, la prostituta empoderada que utiliza el eslogan » mi cuerpo es mío», las que están deseando saldar las deudas pendientes para salir del entorno sórdido y deshumanizado en el que viven, la que se arrepiente de dejarlo, la que se aprovecha de otras compañeras más vulnerables y la que se ve obligada para poder salvar la vida de su hijo la de su pareja.
El dinero siempre está presente a lo largo de la película, bien en los diálogos o de forma simbólica, un dato del que es imposible escapar cuando hablamos de prostitución. Al director no le ha hecho falta sexualizar a ninguna actriz, ni ha necesitado enseñarnos imágenes explícitas con tintes pornográficos, ni tan siquiera ha tenido que acudir a simbolismos cargados de elementos eróticos-sexuales. Es suficiente con la puesta en escena, el desarrollo argumental y los diálogos. Tampoco deja al margen Mizoguchi los daños psicológicos, ni el egoísmo, ni la juventud. En definitiva, creo que es una película que podría rodarse hoy mismo. El feminismo no puede perderse esta obra.
Nota: La definición de prostitución que se daba en la ley (Anti-Prostitución) se refería única y exclusivamente al coito, con lo cual todas las prácticas sexuales que no implicaran el coito eran legales.
Muchas de las confusiones respecto a la industria del sexo en Japón vienen derivadas de un mal conocimiento de la citada ley. Esta ley, en realidad, no declaró ilegal la práctica de la prostitución, sino que lo que declaró ilegal fue buscar servicios sexuales, obligar a alguien a prostituirse, obtener una compensación por la prostitución de terceras personas, inducir a la prostitución, abrir locales para el ejercicio de la prostitución u obtener fondos para la prostitución. Curiosamente, la definición de prostitución que se daba en esta ley se refería única y exclusivamente al coito, con lo cual todas las prácticas sexuales que no implicaran el coito eran legales (y no prostitución, además). Un reclamo para los comerciantes japoneses del sexo, que crearon multitud de negocios alrededor del sexo, con gran imaginación.
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