Sonó el teléfono de la cabecera de la cama de mi habitación del hotel. Eran las 17 horas.
–Monsieur: le esperan en la 202.
–Oui merci beaucoup –es todo lo que acerté a responder. Me había quedado traspuesto vestido tal y como llegué sobre el cobertor, e instintivamente palpé la cartuchera, mientras contestaba al recepcionista.
Subí hasta la segunda planta por una de las escaleras de servicio y busqué la dos cero dos. Escuché con atención tras la puerta, y solamente acerté a adivinar uno de los canales del hilo musical. Las notas del Bossa Sensual Lounge trajeron a mi mente inmediatamente la imagen de Diana. Era una idea demasiado loca el que ella hubiera venido hasta Marrakech, tan solo para completar su operación seducción.
Se me aceleró el pulso mientras llamé con los nudillos suavemente. Intuía que la sorpresa que me esperaba al otro lado de la puerta de roble tostado, iba a ser en todo caso agradable.
La hoja se entornó hasta la mitad, y tras ella, apareció Fatine envuelta en un albornoz de los del hotel.
–Salam aleikum –Me dijo juntando las manos a modo de bienvenida.
–Aleikum salam –Respondí yo mientras besaba sus labios con fruición.
–Estás hecho todo un árabe africano, cariño.
–Tal vez, pero haciendo el amor sigo siendo de Al Ándalus.
Se había zafado de mí delicadamente, y se dirigía hacia el baño, en el que una bañera circular, llena de espuma y burbujeante invitaba a disfrutar de la tarde.
A eso de las 21 h me despertó una de sus caricias dulces sobre mi pecho.
–Recuerda que tienes que bajar a cenar con tu jefe a las nueve y media. Esta noche tienes trabajo.
Era cierto. Hubiera renunciado a mis jugosos honorarios por quedarme con ella toda la noche pero, la responsabilidad es como la religión, o se sigue todo el tiempo, o no se sigue nunca; lo contrario te puede conducir al mismo infierno.
Así desnuda y sentada sobre el borde de la cama me pareció especialmente bella. Entonces sonó la alarma de mi teléfono y se rompió la magia del momento.
–Te diré lo que vamos a hacer. Nos encontramos en recepción y entras al comedor conmigo. ¿Recuerdas que te he dicho que tenía una idea? Pues la voy a adelantar. Te voy a presentar a Aitor. Él necesita una traductora. No tanto para el idioma, pues habla perfectamente francés como buen vasco, pero sí para que le traduzca determinados contextos que creo que se le escapan.
Esta noche puede ser tu prueba. Vendrás con nosotros en calidad de secretaria ocasional. Alrededor de una partida de cartas hay un mundo tan vasto, que creo que agradecerá mucho tu presencia en el entorno.
A las 21.29 h ya me esperaba Fatine en recepción, enfundada en un traje de chaqueta verde agua. Estaba deslumbrante.
Víctor Gonzalez
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