Estuve interna en un colegio de monjas en los años setenta. Eran monjas con toca de un blanco cegador y vestimenta enlutada, votos rígidos de castidad (con hombres…), obediencia (al obispo y poco porque gobernaban el pueblo) y pobreza( simbólico porque cobraban hasta el agua que bebíamos y en la clausura pendían los jamones del techo como suntuosas estalactitas). Lo que quiero decir es que eran monjas, monjas de las que te cataban hostias como panes en nombre de Dios, te obligaban a rezar a toda hora y la moral la dictaba la Inquisición recuperada del mismo Medievo.
Había dos monjas que se repartían el papel. La una bajita, fea, gritona, masculina ante la que el mismo Satán se cuadraba. Su padre, militar de profesión, cruzó el estrecho con su compañero y amigo, Franco, en el Dragón Rápide. Echen ustedes cuentas…la monja se llamaba África.
La otra, la superiora, era bella y dulce. Con unos ojos enormes color miel que sonreían o se velaban ante alumnitas ejemplares y nos tomaba (yo entonces era ejemplar, no sé de qué se despiporran) la mano para que le hiciéramos confidencias mientras nos daba consejos casi al oído, muy cerquita, tanto que tenías que moverte de sitio constantemente para no respirar su aliento. La monjita, era alta, con las manos finas de largos dedos que siempre frotaba de forma especial. Era friolera, la pobre. Madre Orencia, se llamaba la prenda, que jamás escuché ese nombre en ningún lado y no pegaba nada con la femineidad de la titular.
La madre África te espeluznaba con su agresiva retórica militarista mientras que la Orencia te arrebolaba de escalofrío con la dulzura de sus confidencias y consejos. Ambas eran el anverso y el reverso de la perversidad. Ambas han formado para siempre en mi cabeza un tándem del que huyo porque son el espectro de lo que supone la manipulación perniciosa y obscena del puro y genuino fascismo. En ese internado me vacuné para siempre contra la manipulación y aprendí que ni estando en el bando ganador se puede vivir en dictadura.
Ayer se nos asomó a la tele una mujer que me hizo recordar a las monjitas de mis años infantiles. A ambas. Porque Macarena Olona llegó cual madre Orencia, con infantilizada voz, casi susurrante plena de dulzura, tanto que estragaba como el algodón de azúcar, interpretando el papel que la superiora de mi colegio bordaba. El de gata sumisa que nos quiere ganar a base de confianza, de decirnos de forma subliminar que es una pobrecita víctima, que ha sido engañada y que ya no es lo que era.
Así que doña Macarena admiraba a Anguita. De entrada no estuvo mal, lo confieso. Doña Macarena copiaba (sin citarlo, no fueran a enfadarse sus amigos que le hubieran fusilado sin ambages) a Anguita en sus discursos.
Olona, no es mala, solo ama a España, quiere servir a los españoles por eso se ha subido al atrio parlamentario. Por la Patria, dentro de un partido del que ignoraba que tuviese nazis, homófobos, transfobos, racistas, xenófobos ni machistas, en su interior. ¡Qué sorpresa señor! se llevó Macarenita cuando escuchó que un compañero dijo que no quería a mujeres en el poder para evitar tentaciones…¡Oh surprise! Y ella que los creía adalides de la igualdad.
Macarenita penaba al escuchar las grabaciones de Españabola que le ponía Évole, ese grupo de Telegram y de otras redes, que comparten discursos goebelianos, desfiles nazis, brazos en alto y esvásticas floreciendo en las imágenes. Lo ignoraba todo, pobre, es más suscribía las palabras de su compañero de partido cuando decía que eran chavales gamberretes pero sin malicia ninguna.
Sorpresa ingrata se llevó cuando comprobó que esos mismos que agasajan a quien gaseó judíos, gitanos, lgtbi y rojas en general, ahora se vuelven en su contra amenazándola de muerte y llamándola puta. Habría que contarle la historia de la Noche de los Cuchillos Largos, cuando las turbas nazis, tan admiradas por su partido, se aprestaron a pasar a cuchillo a las SA y a su jefe –poco antes mano derecha y hermano del Fürer- Enrs Rohm. Habría que decirle a la pobre iletrada que consulte los currículos de muchos de los integrantes del partido en el que ha militado y defendido, verá como el pasado de violencia nazi es común a muchos de ellos. Para facilitarle las cosas, el aconsejo la lectura de Antifascistas, de Miquel Ramos.
Como tampoco supo -que pena daba su rubor, por dios- que en su despedida del Congreso de los Diputados utilizó una frase (me pareció preciosa, dijo, enardecida) del jefe del fascismo español, amigo de Mussolini y admirador de Hitler a quien copió muchas de sus arengas, José Antonio Primo de Rivera. Nos contó que ignoraba la autoría de la frase aderezando el texto con caída de ojitos y sonrisa beatifica. Tan madre Orencia que casi me pasmo.
Porque Olona, que es abogada del Estado (madre de dios como andan estos gremios, Almeida también lo es) no sabe que cuando se cita una frase hay que buscar quien la dijo… aunque sea solo para no hacer el ridículo. Luego ya, con el papel cambiado a madre África, pero poco, al preguntarle por el origen de la guerra civil responde que eso es muy antiguo, dijo enturbiando un poco la mirada casi a punto de pasarse al papel de fiera. Se contuvo porque no era el momento.
Quizá fue al final de la entrevista esquizoide y manipuladora, cuando se desvistió un poco y vimos su talante. Cuando hablaba en términos casi bélicos de sus intervenciones en el Parlamento. Olona iba a “romper” “deshacer” “enfrentar” “provocar” al adversario. Porque Macarena Olona, en sus intervenciones en el Congreso eran de una zafiedad belicosa que enardecía a sus seguidores, sí, los que ahora la insultan, los del “team facha” los de Españabola, porque esa era su gente, según afirmó en alguna ocasión. Su gente. La que ahora la quiere matar. Ay, como se repite la historia.
Su sorpresa ante la xenofobia mostrada por Vox es tan falsa que resulta risible porque habría que preguntarle ¿Dónde estaba cuando Monasterio y sus huestes pardas avanzaron amenazadoras sobre las residencias de menores no acompañados? ¿Dónde se hallaba cuando se decoraron las paredes con la vergonzosa publicidad de la pensión de la abuela? ¿No veía ahí xenofobia? Reconozco que me producía una cierta vergüenza las preguntas de Évole sobre ello. Cuando parece pato, hace cuac y va sobre el agua, quizá sea pato…
¿Cómo es posible que toda una abogada del Estado que acabó derecho con brillantez siendo dirigente del partido desconociera el nazismo larvado y no tan larvado que anida en él? Y responder que ni conoce ni sabe nada del Yunque,https://www.lapajareramagazine.com/sectas-catolicas-yunque-y-kikos presupone que es una imbécil iletrada. Y no, no es imbécil. Iletrada puede que sí, pero es lista, muy lista.
Macarena Olona, ha concedido una entrevista con el único propósito de enseñar las garras a sus compis. De todo lo dicho, lo más cierto (único cierto) es que no se pueden meter con quien tiene los planos del edificio. Ese es el mensaje que lanzó tal que madre Orencia con vocecita y sonrisa beatifica y ese es el único motivo para conceder la entrevista en zona enemiga que se lo compró con malvada ingenuidad. Por eso, concedió la entrevista a un ¿ingenuo? periodista que se prestó al circo mediático de la monja alférez que es Olona.
Lo de las cuentas, lo de la fundación corrupta, fueron salvas mojadas para que Évole y la Sexta picaran. Si de verdad quisiera limpiar y hacer contrición del fascismo inherente a un partido fascista (fascista y orgulloso de serlo) lo hubiera denunciado antes, en cuanto se dio cuenta. Ahora, meses después de su descalabro en Andalucía y del abandono del partido, es como he dicho antes, pólvora mojada que solo sirve como aviso a navegantes en ese juego sucio mafioso en el que se mueven como pez en el agua las derechas españolas. Lo hizo Ayuso con Casado. Cuando se enteró de lo que tenían contra ella y su hermano, tomo la delantera y asestó la puñalada haciendo que el denunciador se convirtiera en denunciado.
Olona quiere resurgir de sus cenizas o disfrutar de la vida sin que los de Españabola o el Yunque, la toquen la moral y para eso hace una entrevista tramposa, sibilina y bienqueda digna de mis monjitas mentoras. Qué buena aprendiza de los modales goebelianos es doña Olona, que bien se leyó las consignas musolinianas de manipulación de masas. Y que lerdos quienes se prestan a poner micrófono y cámara para hacer altavoz de la mafia más genuina que padecemos en este país.
No pude acabar de ver la entrevista porque la nausea me torció las ganas. Y no tanto por lo que esa miserable manipuladora decía o no decía, sino porque somos tan tontas que les abrimos las puertas y les seguimos el juego.
María Toca Cañedo©
Que de acuerdo, sobre todo el final, lerdos pseudoperiodistas, me lo esperaba, cada vez q del golpe de Franco decía, muy antiguo, y el otro ni mu, me subía por las paredes…
Yo tampoco la terminé, me esperaba el cine de versión española..
Pobrecita, corderito degollado….
Yo lo ví un rato y no me parecen mal ese tipo de entrevistas que deja en evidencia a quien sabe leer entre líneas.
El problema es que, a mi criterio, ella dijo lo que quiso que era amedrentar a sus compañeros. Todo puro cinismo sin destapar la realidad de que es un partido cloaca del que ella ha formado parte. No se aleja por arrepentimiento sino por claudicación.