Marga Gil Roessët

«¡Qué solo suena el tiempo rojo y verde

 contra tu comenzada ausencia eterna

Juan Ramón Jiménez, dedicado a Marga Gil Roessët.

 

 

 

Cuando nace Marga Gil Roësset nada intuía una intensidad en una vida corta. Es  el cinco de marzo de 1908 cuando nace en Madrid,  en un parto difícil y con una fragilidad que augura cuidados especiales por parte de su amorosa madre, el momento en que llega la mujer de la que hablaremos hoy.

Su padre es ingeniero militar, y su madre, Margot Roësset,  de procedencia franco gallega, tiene una cultura exquisita y amante del arte,  lo que hace que tanto Marga como su hermana  Consuelo, reciban una exquisita educación, diferente al resto de las niñas de su época. Desde muy pequeña, Marga desarrolla un gran talento que su madre potencia. Margot, anima a sus hijas a realizar relatos con ilustraciones, cuando terminan y los revisa, el premio que reciben las niñas  es una merienda especial con juegos y amor.

La niña Marga es algo parecido a un genio precoz. Se la educa con esmero llegando a conocer perfectamente cuatro idiomas, además recibe formación en música, complementado su formación con viajes desde temprana edad por Europa.

Cuenta tan solo  nueve años cuando ilustra un cuento realizado por su hermana Consuelo demostrando tal talento que deja estupefacta a su madre al contemplar el trabajo. Se trata del relato El niño de oro, donde Marga plasma veinte ilustraciones siendo editado en Madrid. Poco después realizan ambas hermanas,  en colaboración, Rose Des Bois, que es editado en Paris.

Marga, sin dejar los grabados, comienza a esculpir, la madre, que sigue fomentando su creatividad, la lleva hasta las aulas donde imparte clase Victorio Macho,  escultor y profesor que realiza una prueba a la niña (contaba apenas dieciséis años) Perplejo, se niega a impartir clases a la pequeña porque, explica, no quiere interferir en el talento superior que atesora .

Será ella y solo ella quien desarrolle su arte de forma autodidacta sin profesores que coarten su genio. Se convierte en experta en tinta china, acuarela, manejando de forma perfecta la técnica de vaciado en escayola y bronce, dando comienzo a tallar en madera y en piedra. Marga Gil Roessët, contaba en ese momento solo diez años. Es la primera mujer en tallar la piedra, y se cuenta que las esquirlas que saltan de sus esculturas provocaron cicatrices en su cuerpo. Con quince años ya es una escultora admirada, siendo en 1930 cuando realiza la primera exposición de sus obras escultóricas.

La explosión de genio de Marga es inmensa, se supone que va a llegar muy lejos, ya que al talento le suma un  trabajo incansable encerrada en su estudio. Sus obras estremecen por las violentas emociones que producen. Tiene una técnica depurada  siendo casi  lo de menos porque  las piezas hablan, cuentan el interior de las almas que Marga reproduce con su genio. En sus palabras para la revista Crónica que realiza la periodista Rosa Arciniega De Granda  , expresa bien su trabajo:

Ante la pregunta que quienes son sus maestros de escultura, Marga responde:Ninguno. Fue un día mi madre a ver a Victorio Macho. Vio mis trabajos y la dijo: “Deje usted a su hija que siga sola.» Y así trabajo, sin consejos de nadie, sin influencias de nadie, «único modo de formarme un estilo propio.” (Arciniega de Granda 1930: 15)

Consuelo y Marga admiran de lejos a Zenobia Camprubí, esposa de Juan Ramón Jimenez, porque ha traducido a Rabindranat Tagore, poeta hindú que admiran las hermanas, un día en que se la encuentran las hermanas, se  acercan para mostrarle  un cuaderno con dibujos de Marga,  a lo que Zenobia, admirada, accede e invita a su casa a Marga. La casa de Juan Ramón y Zenobia tiene sus puertas siempre abiertas para toda persona con talento que se acerque a ellos. Marga llega a la casa del matrimonio y ahí comienza un drama terrible que se gestará en pocos meses.

Marga, queda cautivada desde el primer momento por la voz, la poesía, la persona entera de Juan Ramón, convirtiéndose en una obsesión que ella interpreta como amor sublime. Con el fin de mantener cercanía, se ofrece para realizar el modelado de los bustos de la pareja, comenzando por Zenobia para lo que va todos los días a casa de  Juan Ramón. Apenas come, está enfebrecida por el trabajo y la presencia del poeta que ella magnifica en su mente.

«Si supieras cómo me haces sufrir siendo bueno como eres». «Qué bruma, densa noche negra, noche enferma, cuando siento que apenas si te importo»… Marga se desespera reflejando sus sentimientos frustrados en un diario que comienza a escribir contando los sentimientos que el poeta la inspira.

«Si tú, espontáneamente, me dieras un beso y me trajeras así estrechamente dejándome oír en tu pecho latirte el corazón y un poco también la plata de tu voz. Sería glorioso. Pero tengo bastante miedo, me parece que tendré que morirme triste, sin beso, ni corazón, ni voz de plata, ni versos»

Ella admira y quiere a Zenobia, pero está  dispuesta a pasar por encima del respeto que la esposa del poeta le produce, el problema es que es consciente de que Juan Ramón no  corresponde en absoluto a sus sentimientos… apenas la ve como una niña o jovencita admirado de su talento pero sin más posibilidad de éxito amoroso.  Juan Ramón cuenta en ese momento con cincuenta años, Marga es una hermosa joven de veintidós años, cautivadora, alta con enormes ojos verdes y exquisita en su presencia. Juan Ramón amó y dependió siempre de Zenobia Camprubí, no cuidándola mucho, es  cierto, pero jamás  hubo otro amor para el poeta similar al que le producía su esposa.

«Puedo, a pesar de todos, Zenobia, padres… todos, si tú me quisieras, ¡ay! Casarme, irme contigo, lo que fuera, como tú quisieras, sintiendo que me querías» Escribe, desesperada, Marga ante la indiferencia de Juan Ramón que no se percata del interés romántico por parte de la joven.

«Deja de tomar tanto café, me preocupa, tienes que tomar leche y no sigas adelgazando, te estás pareciendo a tu propia sombra»,  contará luego, Zenobia que le recriminaba a veces ya que percibe la delgadez y la desesperanza de la joven.

Marga ha sido superada por lo que considera un amor imposible. La desesperación hace mella en su enloquecida cabeza y comienza a trazar un terrible plan. Reclama toda su obra, incluso la que está expuesta en otras ciudades, la reúne en su estudio y va premeditando un terrible final. Unos días antes del veintiocho de julio de 1932, destruye todas las escultura y grabados que ha conseguido recuperar. La calurosa madrugada del día señalado, escribe en su diario: “es  hermoso el amanecer  del último día”. También expresa que, tendrá que morirse triste y que la muerte la separará para siempre del amor de Juan Ramón.

El día es caluroso, Marga, portando su diario marcha hasta la torre Las Rozas, casa  familiar del matrimonio. Juan Ramón está absorto en su trabajo y apenas le presta atención cuando ella comenta que va a marcharse, a lo que el poeta, responde: “¿vas a viajar? que bien me parece esa decisión”.

La frase, dicha sin ninguna intención, lapida la mente de la joven. Marcha a un hotelito abandonado propiedad de su tío encerrándose con una pistola con la que se dispara un tiro en la sien. Los padres, poco después la buscan desesperados ante su tardanza, van en su busca  a casa de Juan Ramón y Zenobia que se prestan volcándose en la búsqueda de la joven. A las 9.30 de la noche se la localiza aun con vida,  trasladándose a  la clínica Omnia de Las Rozas. «Estaba en la mesa de operaciones. Un tiro en la cabeza, con la belleza no destrozada, descompuesta. Su mano estaba caliente, latía su pulso. Sangre a borbotones por la boca, la frente vendada de gasa. Una mirada ancha, dilatada», así describe Juan Ramón su última visión de Margarita Gil Roësset, la jovencita que creyó amar al poeta de forma tan desesperada que la condujo a la muerte. Juan Ramón recordó el cuaderno que ella le había entregado con la suplica de que no lo leyera en ese momento…

«Acaso te recordaremos, pero nuestro recuerdo te será fiel y firme. No te olvidaremos, no te olvidaré nunca. […] Descansa en paz, en la paz que no supimos darte, Marga bien querida», escribe Juan Ramón tras acudir al entierro de la chica. Poco tiempo antes la había definido con esta frase “ Marga, llevaba el alma fuera

El manuscrito del diario de Marga, quedó en la casa de Juan Ramón cuando ellos marcharon al exilio. Al final de la guerra civil, una horda invadió el hogar  apropiándose del manuscrito, Carlos Martínez Barbeito, uno de los saqueadores de la vivienda que poco después entrega el cuaderno a Juan Guerrero para que se devuelva a los propietarios, pero éste se niega. Años después, será su viuda la que se lo entregue a un sobrino de Marga Gil Roësset,   la libreta que años después fue publicado por la Fundación José Manuel Lara acompañando al texto los poemas que Juan Ramón Jiménez  compuso para ella y comentarios de Zenobia Camprubí.

El fatal desenlace de Marga Gil, se coronó cuando su tumba fue alcanzada por un obús en plena guerra civil. En palabras de su sobrina Marga Clark, Marga Gil Roessët,  se fundió en el espacio.

Se han podido recuperar tan solo una veintena de sus obras escultóricas que fueron expuestas por Ana Serrano en el año 2000. También nos dejó un centenar de dibujos que demuestran el talento genial de esta desgraciada mujer.

Fueron solo seis meses de amistad y de amor enfermo el que mantuvo Marga Gil Roësset con Juan Ramón Jiménez y su esposa Zenobia, suficiente para que una mente enferma acabara con su vida. No sabemos hasta donde hubiera llegado ya que el genio que poseía era inmenso.

Descanse en paz quien en vida no pudo hacerlo. Nos queda el recuerdo y la maravillosa experiencia de su arte.

María Toca Cañedo©

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sobre Maria Toca 1673 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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