En una descripción simple de los miedos que sufrimos los humanos, se podrían establecer dos grandes grupos: aquellos que tienen su origen en la imaginación, en la irrealidad, y los que se basan en el conocimiento y en un análisis racional de la realidad. Los primeros, los irracionales, nos paralizan, nos encarcelan, nos hacen sumisos y nos dejan indefensos. Los segundos, los racionales, nos mueven, nos liberan, nos hacen rebeldes, nos protegen.
Una de las constantes de la Historia de la Humanidad ha sido el uso, por parte de los poderosos, del miedo irracional como arma para el control de los comunes: la Iglesia más institucional (exceptuando movimientos como el de la “teología de la liberación», muy denostado por ésta) es un buen ejemplo de ello.
En esta misma línea, determinadas organizaciones políticas han hecho del miedo (generalmente asociado a la mentira) su arma predilecta. Para ello, no han tenido más que recurrir a perversas relaciones semánticas, impresas a fuego durante la dictadura: conceptos como república, laicismo, relativismo o comunismo han sido degradados con connotaciones tan negativas como: guerra, muerte, destrucción de la patria…
Con los resultados que hoy conocemos, el ascenso de partidos cuyo “programa” se basa en el miedo a una realidad virtual e inexistente, pero que crece en el terreno de la desinformación y la alienación de forma salvaje.
La sociedad andaluza debiera tener miedo, mucho miedo, del racional, del que protege y libera, al monstruo al que parece estar abocada tras las próximas elecciones. Miedo a la pérdida de los servicios públicos básicos (sanidad y educación), miedo a la destrucción de nuestros espacios naturales, miedo a la agricultura y ganadería intensivas que están provocando la desertización de buena parte del territorio, miedo a la xenofobia, a la homofobia, al machismo, a la acultura (a la pérdida de nuestra identidad), miedo a la desinformación y a la perdida de nuestras libertades, no la del mercado, sino las que nos construyen como seres humanos: pensamiento y expresión.
Es precisamente este miedo, el motor que ha llevado a centenares de andaluzas y andaluces de toda condición, ámbito social y edad a crear un espacio colectivo, ANDALUCÍA SE ENCUENTRA, donde la reflexión y el conocimiento de la realidad de nuestra tierra nos lleve a la movilización pacífica, a la presión social y solidaria de todas y todos para, a corto plazo, conseguir que los partidos políticos contrarios a las políticas privatizadoras e injustas, por la desigualdad que provocan, se unan en la próxima confrontación electoral.
A medio y a largo plazo, para exigir que se pongan en funcionamiento otras políticas que nos protejan, desde la educación, desde la salud, desde el cuidado de nuestro medio natural, desde la solidaridad, desde la igualdad y la libertad.
Esta es la forma en que entendemos desde ANDALUCÍA SE ENCUENTRA, el “andaluces levantaos” que proclama nuestro himno y este es el llamamiento que os hacemos, andaluzas y andaluces, para que os incorporéis a este proyecto colectivo y ciudadano. Sea.
Juan Jurado.
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