Cuando se le preguntaba a Mileva por qué no firmaba los artículos que elaboraba junto a su esposo, su respuesta era: «Wir sind ein Stein!» (Somos Einstein), que en alemán significa “somos una piedra”.
«Mi gran Albert ha llegado a ser célebre, físico respetado por los expertos que se entusiasman por él. Trabaja incansablemente en sus problemas. Puedo decir que sólo para eso vive. Tengo que admitir, no sin vergüenza, que para él somos secundarios y poco importantes»
Mileva Maric
“Necesito a mi esposa. Resuelve por mí todos mis problemas matemáticos”
Albert Einstein
Mileva Maric
Nació Mileva en Titel, provincia de Vojvodina, en 1875 cuando pertenecía al imperio austro-húngaro y ahora forma parte de Servia. Sus padres Milos Maric y Marija Ruzic, eran burgueses adinerados. Pronto mostró una gran inteligencia e interés y capacidad para las matemáticas, la física, la pintura y las ciencias en general. Realizó sus primeros estudios en Novi Sad, su padre, consciente del talento de la hija, solicitó un permiso especial para que pudiera ir a la Universidad, vedada entonces a las mujeres. En 1890 se graduó con sobresaliente en Sremska Mitrovica, siendo aceptada poco después en el Colegio Real de Zagreb. Al llegar a la Universidad de Zagreb, conoce entre otros a Nikola Tesla. Al ingresar en 1896 en el Instituto Politécnico de Zurich, a donde se había trasladado para continuar sus estudios, conoce a Albert Einstein.
Comienzan la relación unidos por el estudio y la pasión por la física aunque las notas sacadas por Mileva Maric eran superiores a las de Albert. Incluso le ayudó en los estudios de Matemáticas para las que Einstein no tenía facilidad.
Comienza un tiempo de estudios en común, pleno de camaradería y respeto mutuo, donde Albert muestra su admiración y cariño por Mileva.
En las muchas cartas que se intercambian, él le dice estas hermosas palabras: “Estoy solo con todo el mundo, salvo contigo. Qué feliz soy por haberte encontrado a ti, alguien igual a mí en todos los aspectos, tan fuerte y autónoma como yo”.
La madre de Albert, era una mujer misógina y xenófoba, no soportaba a Mileva, y contradice los deseos de su hijo. Mileva es cuatro años mayor que Albert, y ligeramente coja, la madre le comenta con crueldad que pocos años después se convertirá en una vieja bruja que le amargará la vida. Los progenitores de Einstein no dan permiso a la pareja para formalizar su relación cuando Mileva queda embarazada después de unas vacaciones en el lago Como. Se ve obligada a abandonar los estudios, ya que siendo soltera en ese tiempo era un escándalo tener un hijo. Poco se sabe de ese bebé pues no existe partida de nacimiento ni dato alguno, posiblemente lo dieran en adopción o muriera.
Poco después Albert acepta un trabajo en la Oficina de Patentes en Berna y consiguen el permiso paterno para casarse, después de convivir cinco años el matrimonio tuvo lugar en 1903. En 1904 nace el primer hijo de la pareja.
Mileva abandonó sus estudios sin graduarse para dedicarse al hogar pero no deja por ello de colaborar en los avances de Albert, familiares y amigos cercanos recuerdan como al llegar la noche y extenderse el silencio por la ciudad una vez acabadas las labores de Milena, se sentaba con Albert pasando horas y horas discutiendo ideas, escribiendo artículos codo a codo. Todos los trabajos que se fueron publicando en el año milagroso para los Einstein de 1905 fueron realizados por ambos, tal como recoge el mismo testimonio de Albert. Ya en 1901, reconoce esto en una misiva recuperada: “Cuán feliz y orgulloso estaré cuando los dos juntos llevemos nuestro trabajo sobre el movimiento relativo a una victoriosa conclusión”.
Entre debates, estudios, investigaciones trascurrieron los años siempre en total colaboración y armonía familiar. Según Evans Harris, “la teoría de la relatividad comenzó con la tesis que Mileva escribió y presentó a la supervisión del profesor Weber, cuando estudiaba en la Escuela Politécnica de Zúrich, cuya memoria se ha perdido«.
Los trabajos eran firmados por Einstein, como tantas veces ha ocurrido en la historia, que el honor se lo lleva en su totalidad en hombre, quizá debido a que en la época no se tomaban en serio las firmas femeninas o por el mandato patriarcal que inducía a “ceder” al hombre el talento y el prestigio. Sea como fuere hoy se ha demostrado con testimonios y cartas publicadas que es de ambos el honor de las teorías que Einstein desarrolló fueron concebidas en colaboración con Mileva, además de liberarle de las tareas del hogar y del cuidado de los hijos pudiéndose dedicar en cuerpo y alma al trabajo. Prueba de ello es que al divorciarse después Albert aceptó la cláusula que Mileva le impuso para que el dinero del Premio Nobel, en caso de conseguirlo (ella estaba segura de ello, siempre confió en recibirlo) fuera integro para ella. Einstein aceptó sin cuestionarlo.
Al nacer el segundo hijo con problemas mentales, Mileva, se volcó en su cuidado y el matrimonio se resintió. Quizá Albert consideraba que ya no tenía la exclusividad de los cuidados de su esposa. En una visita realizada a su familia, comenzó una relación con una de sus primas, Elsa Einstein, con la que intercambió correspondencia durante dos años resintiendo de esta forma su matrimonio.
Llegaron a una separación de facto, antes Albert Einstein le hizo firmar a Mileva el ignominioso contrato siguiente:
Las “Reglas de conducta” que Albert Einstein le impuso por escrito en 1914 son una cruda muestra de su autoritarismo y, a su vez, del machismo y violencia sicológica que ejerció en contra de Mileva:
“A. Te encargarás de que:
mi ropa esté en orden,
que se me sirvan tres comidas regulares al día en mi habitación,
que mi dormitorio y mi estudio estén siempre en orden y
que mi escritorio no sea tocado por nadie, excepto yo.
B: Renunciarás a tus relaciones personales conmigo, excepto cuando éstas se requieran por apariencias sociales. En especial no solicitarás que:
me siente junto a ti en casa,
que salga o viaje contigo
C: Prometerás explícitamente observar los siguientes puntos cuanto estés en contacto conmigo:
no deberás esperar ninguna muestra de afecto mía ni me reprocharás por ello,
deberás responder de inmediato cuando te hable,
deberás abandonar de inmediato el dormitorio o el estudio y sin protestar cuanto te lo diga.
D:Prometerás no denigrarme a los ojos de los niños, ya sea de palabra o de hecho.”
Poco después se divorcian; Albert contrae matrimonio con su prima, que se convierte en la sumisa y callada esposa que él desea. Hay frases del gran hombre que le definen como un misógino pernicioso y dan reflejo de lo que pensaba de las mujeres “muy pocas mujeres son creativas. No enviaría a mi hija a estudiar física. Estoy contento de que mi segunda mujer no sepa nada de ciencia”.
En 1929 se diagnostica al hijo enfermo, Eduard, una esquizofrenia que le provoca brotes psicóticos, Mileva, sigue cuidándole con esmero, pero al ver el sufrimiento del hijo sufre crisis nerviosas que le producen embolias y la muerte. Ha gastado todo lo que le reportó el Premio Nobel de Einstein en cuidar a su hijo, los caros tratamientos y la vida humilde que ha llevado consumieron todo el patrimonio. Albert Einstein les proporciono una ayuda irregular sin ocuparse en absoluto de los hijos. Mileva, adquirió un bloque de apartamentos para subsistir pero lo perdió todo en los gastos que produjo la enfermedad del hijo. Vivió humildemente el resto de sus días de dar clases particulares. Murió sola en un hospital. Poco antes había solicitado la ayuda de su ex marido, amenazando con desvelar su colaboración en los artículos y las teorías por él desarrolladas. Esta fue la respuesta del gran hombre:
“Me hiciste reír cuando empezaste a amenazarme con tus recuerdos. ¿Alguna vez has considerado, aunque sea por un segundo, que nunca nadie prestaría atención a lo que dices si el hombre del que hablas no hubiese logrado algo importante. Cuando alguien es completamente insignificante, no hay nada más que decirle a esa persona, sino permanecer modesto y silencioso. Esto es lo que te aconsejo que hagas”.
Hoy está demostrado que el efecto fotoeléctrico publicado por Einstein tiene su origen en los trabajos desarrollados por Mileva siendo estudiante en Heidelberg con el profesor Lenard . Se han publicado las cartas intercambiadas por la pareja en su relación donde se demuestra la dependencia de Albert Einstein de las teorías y estudios de Mileva.
¿Qué le hizo renunciar a la brillante Mileva Maric a sus estudios y al orgullo de ser coparticipe de las investigaciones de su marido? Como en tantas otras biografías, la respuesta es el patriarcado sistémico que padece una sociedad enferma que anula a las mujeres.
Sirvan el recuerdo de Mileva Maric para devolverle el honor al que renunció.
María Toca Cañedo©
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