
Me desayuno hoy con la noticia de que se va a celebrar una cumbre de líderes europeos con el tema fundamental del «carnet de vacunación«. Hablan de que se van a enfrentar dos posturas: por una parte, la señora Merkel, que defiende mantener el rigor en las restricciones de los desplazamientos no necesarios -el turismo, desde la perspectiva alemana, no lo es- y el equipo de Sánchez que defenderá la implementación del «carnet» para dejar la puerta abierta de este verano a los desplazamientos turísticos. 

Y no deja de ser curioso -aunque totalmente explicable- que una señora de derechas, como la señora Merkel, anteponga la salud a la economía, mientras que un señor socialdemócrata, como el señor Sánchez, anteponga la economía -el turismo- a la salud. La respuesta o la explicación a esta situación «anómala» estaría en ver de dónde vienen y, desgraciadamente, a donde van los países a los que representan dichos mandatarios.
La señora Merkel, que estoy seguro, en poco tiempo, será llevada a la pantalla de cine o de televisión, en formato serial, se ha convertido en un personaje cinematográfico de primer orden, uno de esos personajes redondos que dejan al espectador perplejo por su evolución y por las distintas aristas que muestra. De la Merkel que arrasó, humilló y mutiló a un país como Grecia y por extensión a toda una zona: el Mediterráneo, a la actual va un trecho muy interesante de analizar.

Somos desde hace mucho tiempo un país subsidiado por los países a los que tradicionalmente «les servimos las copas«. Un país de «camareros mal pagados» y de investigadores emigrados. Sin embargo, casi todo el mundo se llevó las manos a la cabeza cuando un ministro del lado débil del actual Gobierno, denunció que había que empezar a cambiar nuestro modelo económico y nuestras prioridades. Anatema.
Así que hoy, el equipo de Sánchez, en la reunión que se llevará a cabo suplicará a la señora Merkel que abra la mano con lo del carnet para que nuestros hoteleros puedan hacer muchos contratos en precario a nuestros camareros, porque, de ello, dependerá buena parte de nuestra economía.

Por dios, por la patria y el rey, que diría Abascal enarbolando su bandera, mientras se dirige, desde el balcón, a sus enfervorizados seguidores, en una de las escenas de la próxima película de Berlanga. Esa, cuyo rodaje, sigue en curso.
Juan Jurado.
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