Les digo una cosa que ya les he dicho en otras ocasiones: tengo pereza. Siento la galvana que me invade al comenzar el artículo, por una razón no imputable a mi persona, les aseguro. Mi pereza es sistémica, porque entiéndanme ustedes, aburre mucho hacer opinión en este país. Nos sentimos (mal que nos pese) como burros atados a un molino, dando vueltas y más vueltas sobre el mismo tema una y otra vez. La chica moderna, adalid de limpieza y honestidad, del PP, doña Cifuentes ¿dimite? Ni por asomo, al contrario. Verán ustedes la loa que se le hace por esa renuncia a algo que no tiene, por ese enfadito de nena malcriada: “ahora no te ajunto y te devuelvo el regalo, para que chinches” Y aburre mucho más esa matraca de palmeros del poder que no les da ni un ápice de vergüenza salvar el trasero de la mentirosa, tramposa y casquivana de doña Cifuentes. Han conectado el ventilador y andan soltando truños por doquier, levantando el dedo señalando con “y tú más” a todo chichirimundi.
Con lo sencillo que es decir: lo siento, hice trampa y me voy. El problema de esta gentuza que nos corroe el alma y el bolsillo es que por mucho que adornen sus currículos temen perder el coche oficial y las prebendas. Andan convencidos/as de que nacieron para y por el control de la nación y no conciben que se les cuestione. Lo de no tener a donde ir, por ineptos, ineficaces y burricios , no se les ocurre; saben de buena tinta que su espalda anda bien cubierta con esas puertas giratorias que empollan a los inútiles que abandonan (o les abandona) el poder. Y seguimos para bingo.
Abruma la constante desconfianza que nos surge al comprobar que hay un juicio en donde no se juzga en serio. En donde un delito de gamberrismo, alevoso y estúpido se está juzgando como terrorismo, comparando una pelea de bar (con las connotaciones violentas e ideológicas que quieran, pero pelea de bar) con algo tan terrible como lo vivido en los años de plomo del terrorismo. ¡Cómo añoran esos mercachifles aquellos tiempos! Donde todo se diluía ante las balas asesinas de un grupo disuelto por el pueblo cansado de fanáticos inútiles. Y lo sacan, cual fantoche, a cada poco, junto con la bandera nacional y el espectro de la disolución de la nación española. Con esas fantasmadas se oculta, y bien, las precariedades, los desfalcos y el ninguneo de los ineptos (por no decir tontosdebaba) que ocupan La Moncloa.
Y aburre ver la descomposición de uno de los baluartes de la democracia, como es el sistema judicial a manos de esos tipos que mantienen jueces de opereta al servicio de intereses políticos, trasladando lo que debiera ser labor de negociación o de gobernanza al poder judicial, que debiera negarse y abrir zanjas contra ese descrédito. Como aburre y asusta ver la descomposición que abruma el ánimo viendo a una prensa conformista, pesebrera que deja en manos de digitales precarios la información veraz sobre los aconteceres.
¿Entienden mi pereza? Llevamos tantos años con la misma cantinela que por fuerza pesan los dedos al ponerse a escribir. La mayestática estulticia que adorna a un gobierno en descomposición, que se sabe perdedor y sustituido en próximas elecciones hace que la huida hacia delante sea patética, que las disculpas que se ofrecen ante la desvergüenza más supina, produzca hilaridad. Esa chica devolviendo el máster que nunca hizo. Ese muchacho (el que decía que solo nos ocupábamos de la Memoria Histórica, por las subvenciones) diciendo que su máster era de Havard y resultó ser un microcurso realizado sin conocer a los profesores, ni asistir a clase, ni hacer TFM…Vamos como el suyo y el mío en Física Cuántica. Y nos preguntamos por qué. Por qué necesitan mentir si ya sabemos que detentan el poder y son amos del corral. ¿Por qué necesitan también ser los más listos, los más laureados y los más guapos? Intuimos que esa titulitis oculta complejos de inanes e incompetentes, porque es bien sabido que en las clases de Derecho, por ejemplo, el más o la más corta, se hará político. Conozco la anécdota de un político de mi ciudad, al que su padre le hizo militante del PP, porque no valía para estudiar. Mientras a sus otros hijos les envió a Universidades de postín en el extranjero, confesaba en la intimidad, que al pobre… le hacía político porque no daba para más. Algo de eso debe haber en el complejo del titulismo de estos bárbaros con chaqueta y corbata o traje glamuroso. O no se comprende, la verdad.
Por eso les digo, que aburren y mucho. Quizá otro día me ocupe de la oposición (toda) con esas prácticas tan sibilinas y anecdóticas como el poder. Parece ser que la tontuna es contagiosa. O vírica.
María Toca
Buenos dias Maria ! Que razón tienes y que pena llegar ya a esto , me sumo a tu aburrimiento y hastio , cambiará esto algún día? Saludos y un abrazo , mis mejores deseos para ti.
Otro para ti, Olga…el cansancio es total,pero debemos seguir. Gracias por tus palabras.