
Yo te fui desnudando de ti mismo,
de los «tus» superpuestos que la vida
te había ceñido…
Dulce María Loynaz
Un lugar para ocultarse, para hablar en primera persona y desde dentro, para hablarse a una misma lentamente. Y parar. Y digo parar, porque parar se me ha vuelto necesario. Agotadas las últimas resistencias en la escucha y el plural mayestático no deseo más que el descanso en un viejo pinsapo solitario.
¿Por qué los otros se inquietan con mi soledad y mi silencio? ¿No miraron ellos el viejo pinsapo, la agalla de la cornicabra o la raíz de la encina? No miraron, demasiado ocupados en cumplir objetivos, concluir etapas, agarrar la rapidez de estos tiempos o en agradar a un tú inexistente. Ni siquiera vinieron.
Decido hablar en primera persona de la tristeza o el silencio, siempre escondida tras la correcta impersonalidad y el artículo. No entienden los otros el tiempo que dedico a la tristeza y se alertan, turban, preocupan, y aconsejan. ¿No miraron ellos el ramaje de la encina entre las raíces? Necesitó mucho tiempo mi encina: inviernos y veranos, días y noches, calor y frío, conversación y silencio, soledad y compañía.
Y creció.
Qué alegría más grande vivir en los pronombres y conceder a la tristeza la primera persona. No tengamos prisa en que pase el invierno porque el invierno no se va a quedar y las cornicabras volverán a enrojecer el próximo otoño, puesto que así es el perfecto ciclo de la naturaleza, y nosotros las contemplaremos en noviembre y, entonces, el próximo otoño, el objetivo de la cámara hará mi retrato.
Ahora, permitidme el reposo en una agalla de cornicabra o en la patria roja de Anish Kapoor. De momento, no me concedáis angarillas para el mundanal ruïdo.
Y digo parar, porque desvestir el pronombre me es necesario.
Lola Valle
Del libro Mis crónicas de montaña. Del cielo a la tierra. (2019). Lola Valle
Salida día 7 de diciembre de 2013.Cornicabral de Lifa por el Río de El Burgo
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