Remotamente alzada, la vista
levantada hasta poniente
esperando la salida del sol
mientras una suave caricia
mece, con calma, la frente sulfurada.
Embravecida, como siempre
que arriban al puerto de la vida
las cosas importantes,
recordadas.
Concebidas, como inusuales
permutas de la mente
y allanadas por el camino
que discurre la memoria.
Tal que si fuéramos meras
motas de polvo enrabietado
que se contrae y luego…
salta, cabalgando el rayo
difuso de un sol que ya se muere.
Así, tal como discurrieron los recuerdos
y se mecen entre suspiros las nostalgias.
Así, fuimos amadas. Sin respiro.
#MariaToca
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