Leo que dos hombres en Palencia hacen una apuesta; quién va a aguantar más bebiendo alcohol. Mueren los dos.
La hombría ha sido un rasgo fundamental a lo largo de la historia para definir lo que un hombre debe ser. Cómo muchos de estos conceptos, está muy contaminado de factores emocionales, que varían de unas a otras personas.
Un “ hombre de verdad” debía procurar el sustento a su familia, ejercer la autoridad, defenderles . En otros planos, también tiene que defender a su patria, no aceptar vejaciones…
De hecho, la mayoría de los hombres han muerto, han sido humillados, explotados….eso sí, con mucha hombría.
A quien no responde a ese conjunto de características, se le margina, ofende, encarcela.
La hombría es uno de tantos falsos mitos que la sociedad inculca a sus miembros, porque es muy útil para quien detenta el poder.
Hoy se han hecho muchos avances y ya no es políticamente correcto ir de macho alfa por la vida. Sin embargo, detrás de unas convenciones más o menos aceptadas por todos o casi, la sociedad real sigue discriminando a la mujer y al que quiere vivir formas alternativas de masculinidad. En los patios de la mayoría de los colegios, “marica” sigue siendo uno de los insultos más corrientes. Al débil, al que es percibido como tal, se le castiga, hay abusos, no tiene derecho a formar parte de la tribu.
Llama la atención la escasez de artículos en la prensa o de programas en los medios sobre la masculinidad y las formas de vivirla. Pero muchos de los maltratadores domésticos tienen una serie de rasgos que están ligados a una frustración en su visión de su hombría.
Habría que incorporar a la educación, reglada o no, una visión más amplia, más profunda de lo que es y de lo que no es ser hombre .Una visión que se incluiría en una crítica de lo que se nos ha inculcado como la forma correcta de vivir. Claro, que lo primero es que los educadores estén dispuestos a ello y sean capaces de llevarlo a cabo.
Texto: José Luis Lobete Pastor
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