Como cada viernes él, sin saber, espera.
Los amigos llegan puntuales y se lo llevan.
En el bar, cafés de por medio, ellos
hablan de tiempos compartidos; él sólo asiente.
Después regresan, pero cuando lo dejan, esta vez,
él sin ninguna expresión en la mirada y
con una voz como prestada dice:
“No sé quiénes sois, pero os quiero mucho”;
luego junto al Alzheimer entra en su casa.
Y, qué más…
Texto: Mario Yudicello
Fotografía: Lola K. Cantos
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