No hay mayor perfección en el mal
que parecer ser bueno no siendolo.
Platón
I
Mientras filosofan en los salones,
donde gestan sus crueles decisiones
los más afamados dignatarios europeos,
contemplando sin lloro alguno
como indolente cae la nieve
que tortura los techos y suelos
de las tiendas en las que mal viven millones
de refugiados,
y en los más reputados salones de conciertos del planeta
se inflaman con luces deslumbrantes de alegría
sus pesadas arañas,
haciendo que explosione el auditorio en estentóreos aplausos
entremezclados con las notas palaciegas del Radetzky
para dar la bienvenida al Año Nuevo,
podemos deciros refugiados
que dado que somos europeos,
cristianizados en el amor a nuestros semejantes
y educados como demócratas conversos,
que no os olvidamos,
a pesar de que dejemos
que muráis congelados a millares
a nuestro lado.
II
Y si aún no sois capaces, todavía,
de decirnos a la cara
la matriz de los genes,
que como mortales compartimos,
por no haber convertido la candidez en valentía,
añadiré que os queremos,
a pesar de que sabéis
qué esa afirmación
no sirve de nada para libraros de los efectos
del dogal invisible que mirando al cielo
anquilosa a todos los humanos.
Invento al que hemos amparado
bajo el nombre de los dioses.
Enrique Ibáñez Villegas
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