Ardes, Perú

 

Son tan pocos los que callan. El balazo se ha sentido en todo el Perú y la respuesta han sido gritos de júbilo. Entrar a Facebook en mi país es un acto casi heroico en estos días. ‘Suicídense todos’, dicen algunos, ‘que mueran las ratas’, ‘que vayan presos todos’. ‘Hipócritas’ responde alguien a quien opine que algo está mal en el sistema judicial peruano, que apresa primero e investiga después.

Perú es ahora el Campo de San Isidro de Valladolid en 1936, incluido el vendedor de churros. Sangre, parece pedir el pueblo. Y los que callan comprueban aterrados la cantidad de odio que alberga este país. Arde la furia en Perú, incendios espontáneos (o no), almacenes clandestinos explotan de ira en el centro de Lima, fuego en un hospital, en el metro de Lima. Arde, Perú.

Ver los noticieros quizás duela más. ‘Acto de cobardía’, ‘acto de dignidad’, ‘reconocimiento de culpa’, califican los opinólogos el suicidio del ex presidente. ¿Por qué no callamos? ‘El ladrón más grande del Perú’, dicen algunos, aunque la verdad es que jamás se le demostró nada. ‘Inteligentísimo, tanto, que escondió sus fechorías y jamás las podremos comprobar’, se consuelan pensando quienes no podrían vivir con la posibilidad de que el suicida fuera inocente. Tiene que ser culpable, tiene que ser detestable como la hija del dictador, ahora presa ‘preliminarmente’, como Pedro Pablo, al que hay que encarcelar por tres años mientras la Fiscalía lo investiga, enmarroquémoslo ante las cámaras, tiene que ser culpable como el Houdini.  Tan culpable como Humala y su esposa, aunque estuvieran presos y el Tribunal Constitucional obligara a la Fiscalía a liberarlos por aquello de que la presunción de inocencia es un derecho fundamental. Alan García tiene que ser culpable como Toledo, el ebrio aquel que anda avergonzándonos en los Estados Unidos sin que se le pueda (o quiera) extraditar. Culpables, culpables, son todos rateros, miserables, hijos de puta, que ardan todos, Campo de San Isidro de Valladolid de 1936, vamos todos a comprar churros mientras los perros callejeros lamen la sangre del piso.

Ardes, Perú, país de presidentes ladrones, vivos o muertos, eso dice el pueblo y el pueblo siempre tiene la razón. Dueles, Perú. Calla de una vez, Perú, calla y siente, calla y piensa.

Úrsula Álvarez Gutiérrez

Arequipa 24 de Abril del 2019

 

Sobre Maria Toca 1673 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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