Me ocurre con frecuencia al comenzar a investigar una nueva biografía que me quedo sin aliento al conocer la vida y el trabajo realizado por estas mujeres, casi desconocidas. El caso de Claire Hollingworth es sintomático. Nos hemos pasado la vida leyendo o viendo en cine prodigiosas vidas de reporteros de guerra con el halo de heroísmo que decora sus biografías y pocas veces nos muestran la vida de estas mujeres que realizaron proezas inverosímiles con el hándicap de la marginación a las que las sometía el sistema por ser mujeres.
Claire Hollingworth nace un diez de octubre de 1911 en Knighton, un suburbio al sur de Leicester,Inglaterra. Su padre, Albert, la lleva con frecuencia, siendo solo una niña, a los sitios donde se libraron batallas importantes , tanto en Reino Unido como en Francia, lo que le hace obsesionarse con las guerras.¿ Qué pasa en el frente de batalla?, ¿cuáles son los motivos de la muerte de cientos de miles de personas y del horror criminal de las guerras? Esas preguntas se las hace desde bien joven, mostrando interés en ser corresponsal de guerra, cosa que horroriza a su madre, Daisy que intenta impedirlo temerosa de los peligros inherentes a esa profesión.
Pero en Claire está tan arraigada la idea que no ceja en el empeño. Envía un artículo al New Statesman y se lo publican siendo apenas adolescente.
Nuestra protagonista, Claire, aunque sea conocida por labor periodística, realizó una tarea inmensa, siendo muy joven aún. Con 27 años, en el año 1938 se desplaza a Checoslovaquia para cubrir la invasión alemana. En Varsovia se dedicó a trabajar tramitando visados para los refugiados. Hasta tres mil persona consiguió sacar del país y salvarlos la vida porque se trataba de personas de izquierdas, judíos y disidentes que el régimen nazi asesinaría sin piedad. Una niña, Margo Drotar, a la que salvó la vida, junto a su familia, la envió este mensaje cuando cumplió 105 años: «Feliz cumpleaños, querida Claire. Vive cien años de nuevo. Pensaré en ti hasta el final de mi vida. Muchas gracias por lo que me diste, y por todas esas otras personas»
Su tarea como periodista fue importante, no lo dudamos, pero la dedicación a salvar refugiados excede toda medida ya que tramitó los visados británicos, como decimos, para unos 3.000 refugiados entre marzo y julio de 1939) Durante ese tiempo empezó a gestarse en su primer trabajo como secretaria en el condado de Worcester de la Unión de la Liga de Naciones (LNU)
Durante ese tiempo, 1939, es contratada por Arthur Wilson, editor de The Daily Telegrafh y enviada a Polonia. A poco de llegar convence al cónsul británico de Katowice, John Anthony Thwaiter de que la prestara el coche con chofer del consulado, con el fin de acercarse a la frontera polaco alemana. No sabemos la clase de intuición que sintió la joven periodista o si fue un deseo casual, pero mientras se acercaba a la frontera observó un movimiento de tropas espectacular por parte del ejército alemán. Blindados, tanques y armamentos se dirigían hacia Polonia. Claire, no se guarda la noticia comunicándosela al corresponsal del ‘Telegraph’ en Varsovia, Hugh Carleton Green. El título de portada del Telefraph el 29 de agosto de 1939 fue: “1.000 tanques reunidos en la frontera polaca. 10 divisiones listas para dar un golpe rápido” Firmado, por Hugh Carleton Green…
El día uno de septiembre, Claire, comunica por teléfono a la embajada británica en Varsovia su descubrimiento y ante la incredulidad del embajador que insiste en que el gobierno británico sigue negociando con Hitler, Claire acerca el teléfono a la ventana para que el ruido de los tanques le llegue al embajador. Luego redactó su artículo para el Daily Express consiguiendo ser la primera periodista en el mundo, en dar la noticia de la invasión de Polonia y el consiguiente comienzo de la II Guerra Mundial. Su intuición y el arrojo propio, le dieron la exclusiva.
Realizada la información sobre el estado de Polonia, marcha a Bucarest desde donde informa de la abdicación forzada del rey Carlos II de Rumanía. Sigue su periplo por los frentes de batalla de Egipto, Turquía, Grecia, con el grave inconveniente de que a las mujeres periodistas se las negaban la acreditación para estar en el frente y poder informar en primera línea. No se arredra y sigue a las tropas aun sin estar acreditada, enviando artículos e informando desde primera línea de la guerra. En Trípoli el coronel Montgomery que no quiere que ninguna mujer esté en el frente, la expulsa hacia El Cairo. No le hace caso y pasa a seguir las tropas de Einsanhower en Argel. Poco después le siguen Palestina, Irak, Persia, donde tiempo después entrevistaría a Mohamad Reza Pahlavi, el Sha del Irán.
Acabada la guerra mundial, Claire, cubrió los conflictos bélicos de Argelia, China, Adén para The Economist, The Observer y The Guardian. En 1973, estando de corresponsal en China, conoce a Zhou Enlai y también a Jiang Quing, esposa de Mao Zedong.
La edad la retiró de forma relativa, en 1981, aunque seguía saltando cuando se producía un conflicto. Contaba que dormía varios días en el suelo para que el cuerpo no se hiciera cómodo, y siempre tenía un pequeño maletín con muda y cepillo de dientes…por si había que salir a contar una nueva guerra. Durante el conflicto de Irak quiso ir a cubrir la noticia pero su avanzada edad se lo impidió.
Recibió honores y es considerada un mito como corresponsal de guerra. En 1962 fue nombrada como la «mujer periodista del año» de los Premios Hannen Swaffer por su informe de la guerra civil en Argelia. Ganó el premio de James Cameron de periodismo en 1994. En 1999, recibió un premio del programa de televisión de la BBC What the Papers Say.2 En 1982, fue nombrada Oficial de la Orden del Imperio Británico por sus servicios al periodismo.
Con cien años confesó en una entrevista que la gustaba vivir “mirando los periódicos y decir: ¿Cuál es el lugar más peligroso en este momento? Ahí siempre hay una buena historia”
Se retiró a vivir en Hong Kong, falleciendo un diez de enero de 2017 a la edad de 105 años.
Una vida entre riesgo y heroísmo que coronó con una vejez lucida y saludable.
María Toca Cañedo©
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