DIME QUE SÍ

Anoche andaba yo con mustia y sospechas. La víspera se habían acercado a verme mis amigos los viejos, esos que para un muchacho influencer que trabaja menos y peor que Froilán somos el cáncer de este país porque le quitamos el pan a los nietos. Será cabrón. Porque encima el mindundi vive en Andorra para pagar menos impuestos.
El caso es que me decidí a ir a la vaquería donde los ferroviarios antiguos soñaban revoluciones, donde se fraguó la transacción entre franquistas, cenetistas, comunistas y otros que tenían la mano escondida por si venía la vieja.
Me iba acercando con barruntos. ¿ Y si ya no estaba la calle? ¿Y si en la calle de al lado 50 años después seguía esperando el falangista de Don Benito que vino para matarme? Lo más subversivo que había hecho yo fueron las matinales del Circo Price y tener una novia laboralista, pero contra los ceñudos no sirven razones.
Hace tiempo que yo ya no soy yo, como el suegro gitano del Sonámbulo que no pudo evitar el suicidio de la novia harta de esperar. ¿Y si yo fuera la novia del pescador o el pavo de los García -Morcillo y De Val– con más ruido que nueces?
Pero cuando el taxista enfiló la calle vinieron a saludarme aromas. Enseguida me abrazó como a un niño chico Andrés Sudón, ese salmantino que es todo lo contrario al seminarista de los ojos negros de Ramos Carrión, y tiene prohibido morirse porque es muy necesario. Me metió en el amado universo donde yo he visto nacer estrellas, y de donde fui escribiendo centenares de crónicas, memoria en tiempo real de una ciudad y de todos nosotros. De allí salió un libro que se iba a presentar el día de la poesía de 2023, cayó en marzo. Al libro se lo llevó el viento como a la pobre Vivien Leigh se la llevó la tuberculosis después de soportar la halitosis crónica de Clark Gable. Por primera vez en casi 80 años de vida he escrito para nada.
Pero la vaquería estaba. Y estaba Julián Herráiz timoneando la misma barca llena de músicos, poetas, adictos, quereres. Eso, miré a la mágica certeza de Libertad 8 y dije: tantos años después dime que me vas a querer tanto como yo te quiero a ti.

Valentín Martín

Sobre Valentin Martín 65 artículos
Valentín Martín estudió Magisterio y Humanidades en Salamanca y Periodismo en Madrid. Ejerció la enseñanza dos años y el resto vivió de escribir. Ha escrito 25 libros. El número 26 es un poemario llamado Santa Inés para volver (Versos de la memoria), que recoge la historia de sensibilidades de su pueblo. Periodista, escritor y poeta, ha publicado en la última década libros de relatos como La vida recobrada o Avispas y cromosomas; el ensayo Los motivos de Ultraversal y los poemarios Para olvidar los olvidos, Poemario inútil, Los desvanes favoritos, Memoria del hermano amor, Estoy robando aire al viento, Suicidios para Andrea y Mixtura de Andrea. A caballo entre los años 60 y 70, escribió dos poemarios y dos ensayos: Veinte poetas palestinos y El periodismo de Azorín durante la Segunda República, inicio de un largo trabajo dedicado a la literatura. En Lastura ha publicado en diciembre de 2017 el libro de crónicas y relatos Vermut y leche de teta.

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