Hace años, a una persona muy especial para mí, le comunicaron una fatal noticia: tenía una enfermedad incurable, degradante y muy cruel. Todo lo que hacíamos por consolarle no servía de mucho. Hay momentos en la vida que las palabras no sirven, se quedan muy cortas, solo se puede acompañar el trecho de camino que reste, aportar calma y mucho amor.
Recuerdo, como si fuera ahora, las palabras que me dijo: «no, María, no hay consuelo para esto, tan solo atenuaría mi dolor y me daría paz, si la eutanasia fuera legal. Si poner fin a mi vida en el justo momento en que mi dignidad se apagara, fuera posible. Saberme dueño de mi destino, saber que el dolor y la degradación no se ensañarán conmigo, sería consolador. Solo eso.
Hoy los amigos “progresistas” “aconfesionales” “laicos” nos han privado de una ley que hubiera dado paz a mi amigo y a tantos. Imperdonable, cruel e innecesario. Imagino que después de la derrota de la estiba los chicos del gobierno han apretado tuercas. O algo similar, porque no se entiende que quienes propugnaron un estado laico y progresista, incluso dieron la vida por ello, hoy se abstengan ante una ley tan humana como ésta.
Una puede entender que partidos de derechas, católicos practicantes desaprueben la regulación de la eutanasia. Lo entiendo, mal, porque a nadie se obliga, pero con cierto esfuerzo puede comprender. Lo que no es de recibo es que un partido con historia de progresía, con ideales, se convierta en esa pila de basura arrinconada en los lupanares de un Parlamento un tanto ciego.
Como les decía en un primer momento, al enterarme del desafuero: a los perros ya no se les puede cortar el rabo ni las orejas, pero morir dignamente, no toca. Ni tocará durante unos años. Posiblemente muchos sufran en sus carnes y en su dignidad, la abstención de hoy.
#MariaToca
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