Acabé del tirón el libro Lunática de Andrea Momoitio, gracias querido Chapi por ese préstamo tan valioso. Ni se me ocurre hacer critica literaria para lo que ni estoy dotada ni tengo capacidad, tan solo os cuento las sensaciones que me ha producido.
Nostalgia, lo primero por adentrarme en unos años que viví siendo niña contemplando desde la lejanía la construcción de una respuesta brava a la dictadura que caía. Momoitio en su obra me trajo a la COPEL con el recuerdo de aquella foto inolvidable de los presos encaramados en el tejado de Carabanchel reclamando el fin de la Ley de Peligrosidad Social y la humanización de un sistema carcelario repugnante, además de su abolición porque como decían: “los ricos jamás entran y los pobres jamás salen”
Me trajo los primeros apuntes de un feminismo que me fascinaba cuando intuía que por ahí debería caminar cuando creciera. Personajes faranduleros, cabareteros y poco normativos que siempre han sido mi gente.
En Lunática está la vida, contada a trompicones, de forma desordenada por una autora que vemos desde la primera línea cautivada por el personaje que nos deja con el sabor de la impotencia en la boca y la sensación de intuir cuantas María Isabel se ha llevado la vida marcada por un sistema devorador. Cuantas mujeres, también hombres pero menos, han sido arrolladas por la maquinaria de tritura a la gente frágil, a la que no encaja, bien por rebelde o por enferma. De ambas cosas andaba sobrada María Isabel. Una mujer indómita nada presta a doblegarse ni aceptar ordenes y enferma, muy enferma. Nadie de las personas que la encarcelaron, trataron y supuestamente, cuidaron se dio cuenta de su fragilidad. 23 años. Una vida quebrada con 23 años muriendo en soledad y comida por el fuego, dejando a una familia rota y a un hijo que no podrá olvidarla porque apenas la conoció.
Momoitio ha investigado de forma exhaustiva una vida enloquecida que, imagino, ha coleccionado más frustraciones que triunfos, quizá porque conozco un poco el largo camino de intentar adentrarse en las cloacas del sistema y los silencios que se levantan como muros cuando preguntas, cuando quieres conocer datos que a nadie interesa se hagan públicos. Lo viví -salvando las distancias de que fue solo un artículo y lo de Andrea es un libro de 230 páginas– realizando el articulo sobre el Patronato de Protección a la Mujer.https://www.lapajareramagazine.com/historia-de-un-genocidio-patronato-de-proteccion-a-la-mujer
Cuanto silencio cómplice, cuanta ceja levantada y comentarios del tipo “pero por qué te preocupa ahora ese tema…” Si son mujeres sin nombre, les falta añadir. Si son escoria que la sociedad ha desechado como materia inservible. Si fueron deglutidas por el artificio sádico de un sistema que aun le sentimos colear y de vez en cuando nos escupe en pleno rostro.
Imagino el empeño de Andrea Momoitio y la tarea ingente contra el desconsuelo y la esperanza de construir un relato donde se mezcle el rigor, la ternura y la descripción exacta de unos hechos que parece, importan muy poco.
La muerte de una puta no importa mucho. La muerte de una puta enferma, agresiva, pendenciera pero también generosa, tierna y guapa, parece que no merece mención.
Me emociona pensar que hay personas como Andrea que toman un camino tan abrupto y recomponen una historia inhóspita, poco dada al positivismo o a la identificación porque la autora huye en todo momento de magnificar e idealizar la figura de María Isabel, la descarna para que la conozcamos tal como era. Y de esa forma podamos amarla, tal como era. Imagino que es el mejor homenaje que podemos hacerle. Y gracias a Andrea Momoitio se consigue.
El libro se cuenta casi a pesar del lenguaje periodístico que Andrea pretende. Es emoción pero también son saltos en el vacío de un tiempo abrupto y duro. Los años setenta, con el franquismo rozándonos las sienes y un Bilbao en plena ebullición. He respirado ese ambiente de las Cortes, con el bulle bulle de la calle San Francisco (me gustaría poderla llamar Sanfran, pero no tengo confianza) con la plaza de Zabalburu pletórica, en su primera época, antes del declive y los aledaños de un Bilbao que luego se marchitó con la heroína y ahora brilla como una ciudad cosmopolita y bien vestida.
Añoro al Bilbao que no conocí porque llegué a él a finales de los ochenta y los noventa. Se resbalaron vivencias intensas entre risas, mestizaje (pocas ciudades han sumado gente de diferentes razas y culturas tan bien como Bilbao) donde la noche empezaba en el Casco, tomando un café en el Lamiak con el gato del local mirándonos con desprecio, para saltar a Conjunto Vacío o al Jaragua si nos apetecía salsa y salseo. Para terminar tomando callos y vino peleó como desayuno en los baretos del Ayuntamiento entre putas, macarras y trasnochadores.
Conocí ese Bilbao que no es el de María Isabel y me hubiera gustado. Ahora que lo pienso, no, porque entonces tendría más (aun más…) años de los que tengo.
Por eso agradezco a Andrea que me lo traiga. Y que me cuente la vida de María Isabel porque sé que la lucha por la libertad, por el feminismo, por la democracia está empedrado de mujeres y hombres como ella. Que pasaron sin pena ni gloria, dando por el saco a un sistema caduco y tiránico, torpedeándolo hasta hacerlo caer. No del todo, nos consta, pero fue mucho.
Ahora nos cuentan que figuras relevantes y engalanadas de prestigio desmontaron la dictadura…Y nos sonreímos con sarcasmo. Sabemos perfectamente que sin gente como María Isabel, o las putas que se levantaron ante su muerte, o los que pegaban pasquines, que revoloteaba entre la cárcel y la libertad, hoy seguiríamos portando cadenas. Más de las que llevamos.
Gracias Andrea Momoitio por tu libro. Y ustedes lean Lunática porque conocerán a personajes que van a amar. Y a un Bilbao que también.
María Toca Cañedo©
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