Más que construir pirámides.

(Texto incómodo 😌)
Salir del mullido sofá, saltar de la cama hacia la odiosa obligación laboral, ocuparnos de tareas burocráticas absurdas, son una minucia comparados
con lo que cada día considero más un acto heroico, resistente y complejo:
Dejar de quejarnos inútilmente y ser responsables.
La queja permanente como forma de estar en el mundo es adictiva.
Culpar a los demás de todo lo que nos pasa.
Juzgar al resto sin piedad.
Esperar que las personas accionen según nuestras expectativas.
Hablar mal de otros, suponer que el o la de enfrente ha de averiguar nuestros pensamientos.
Acusar en vez de pedir.
Participar en grupos de crítica hacia otras personas y bullying adulto en entornos laborales.
Cambiar nuestro discurso interno y los reproches externos sin fin, modificar la desresponsabilidad; eso sí que es complejo.
Hacernos cargo de nosotras mismas de la mejor manera posible.
Señalarse con el dedo amorosamente.
Y si en un asunto tenemos un veinte por ciento o un uno por ciento de responsabilidad, actuar sobre eso.
Que sin duda es más provechoso que culpar sin fin al otro de su 80 o lamentarnos estérilmente.
Hay cuestiones estructurales, sociales, culturales y políticas muy limitantes para una buena vida, pero no todo está fuera de nosotras.
Existen cuotas de responsabilidad personal en lo que nos ocurre y vivimos.
Y esto, que puede resultar tan obvio, conlleva más resistencias y cuesta más de escuchar y asumir que obligarnos a construir una pirámide en verano.
-Oye, que tú también eres responsable de algunas cosas que te ocurren. Y puedes actuar sobre ellas.
– ¿Yo? Pero ¿qué estás diciendo?
Es que el Universo no me es favorable y a mi amiga sí.
– Es que no tengo suerte. Es Mercurio retrógrado. Es que mi hermana…
Buen día, otro día, ay prima.
María Sabroso.
Ilustración de Katherine Streeter.
Sobre María Sabroso 152 artículos
Sexologa, psicoterapeuta Terapeuta en Esapacio Karezza. Escritora

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