Creo que si por desastre nuclear tuviéramos que volver a las cavernas no notaríamos en exceso el cambio. Quizá el cazado de animales nos costara un poco o la sustitución del papel higiénico por hojas de palma. Y poco más. Las costumbres ancestrales de tomar la quijada de burro o mamut y erigirla contra el vecino discordante no la hemos perdido, casi diría que al contrario, con los avances tecnológicos nos presta más la disputa. Aquí andamos siglo a siglo, milenio a milenio dando guantazos a diestra y siniestra sin descanso ni análisis. El uso de la fuerza, sabemos con certeza, que no consigue nada pero desahoga, pensamos (quizá decir pensar en esas mentes violentas, sea pedir demasiado) Y volvemos la burra al trigo una y otra vez sin desmayo pidiendo a voz en grito tanques, aplastamiento por vía legal y legalista…o por medios punitivos. Da igual que los disidentes sean millones, o que en medio haya una cantidad ingente de personas que no les va mucho los bandos enfrentados pero quieren vivir tranquilas. Da igual. Se desempolvan los decretos, las leyes restrictivas, los antidisturbios, los piolines, las garrotas y nos lanzamos sin piedad ni perdón hacia el enemigo a batir.
En los finales de la Guerra Civil un visionario como Azaña lanzó la proclama de paz, piedad y perdón, tan poco escuchada por los litigantes con el resultado que todas conocemos. Mal país es este para esas premisas: paz, piedad y perdón, gritaba el pobre Azaña en el desierto. Irrisorio. Aquí no soltamos la garrota ni en tiempos de paz, jamás haremos el esfuerzo de escuchar a la adversaria por si tiene alguna razón para el encuentro o para llegar a un punto donde las convergencias sean superiores a las divergencias. Al contrario, disparamos primero por huevos y porque nuestro símbolo totémico es el toro con la cuerna enhiesta oteando el horizonte con las gónadas bien puestas y alevosas. Ni paz, ni piedad, ni perdón: garrota y tentetieso. Centuria a centuria, milenio a milenio, hasta la derrota final.
Andamos ahora, al calor del año electoral, escuchando a barones pedir ilegalización de partidos con millones de votos, simpatizantes y clamor en las calles, con sus líderes presos sin juicio y con la espada de Damocles de la justicia europea pendiendo sobre la cabeza de la (llamémosla sin descojonarnos) justicia española. Alegan, los señoros políticos que los independentistas no están de acuerdo con la Constitución ya que pretenden desmembrar a la nación española. O poco saben de la Ley de leyes o mal la interpretan, porque no les hemos escuchado pedir la ilegalización de Vox y C,s por solicitar ambos la supresión del estado de las Autonomías, que también está dentro de la Carta Magna, en concreto en el Título VIII, artículo 137 *, por si les apetece repasar. Hago hincapié en que abjuro con fuerza de cualquier ilegalización, tanto de los partidos independentistas como de los de Vox, principalmente porque jamás se erradica una idea prohibiéndola, más bien al revés .
Desconozco que pretenden los partidos ¿democráticos? pidiendo soliviantados la inmersión en el 155 como si la primera vez hubiera dado un resultado apetecible o solucionado algo. Da igual la historia. Apretemos más, se dicen los machotes, ahoguemos en sangre la rebelión, como siempre se hizo en este país. El Cura Merino al ataque y zurrando la badana al disidente. Nada de negociar. No se nos da bien porque de inmediato salen voces que tildan a ese arte (negociación/política) como debilidad, cobardía. No, mejor ahogar en sangre la sagrada tierra española, ya saben el simbolismo de la bandera nacional: dos ríos de sangre por uno de oro. Así somos. De raza carpetovetónica. Hijos de Aznar y de Fernando VII. Y seguimos enzarzadas en los mismos errores año a año, cuál burro atado a noria. Sin aprender. Sin sacar provecho de los errores de la historia.
Nadie a esta altura puede negar el origen del Procés. Una pisada de cayo dolosa por parte de un partido (PP) que ansiaba votos nacionales a costa de cargarse las ansias autonomistas de la mayoría del pueblo catalán. Nadie lo niega porque es historia. Pueden ustedes añadirme los datos que quieran: interés por parte de partidos catalanistas para desbordar el Estatut, apretón por la izquierda cuando los recortes del Govern se hacían irrespirables. Huida hacia adelante sin prever los resultados por parte de un sobrevalorado Puigdemont. Y tendrán razón, la derecha catalana ha jugado fuerte y mal cometiendo errores de bulto e imprevisiones de libro. Nadie lo niega, pero el origen…el origen, queridos constitucionalistas está donde está. Vayan ustedes a la hemeroteca y recuerden. Si eso está claro y lo que ha seguido hasta llegar al sindios de ahora ha sido un cúmulo de desatinos empleando la fuerza bruta y muy poco el sentido de estado (y el común) no entiendo yo que significado puede tener en la pacificación de un proceso catastrófico hacer un Consejo de Ministros arropados por ¡9000 fuerzas de seguridad! Imagino que en la cabeza del gobierno y adláteres, está eso de pavonearse, lucir músculito antes de la pelea final. Antes del gorrazo descomunal que se hará, si dios y el sentido común, no lo remedian, con la implantación de un 155 de armas tomar. O la aplicación del estado de sitio (esgrimido por varias voces y no de Vox, precisamente) Imagino que el gobierno ha querido zanjar el tema con el despliegue de fuerza y sentando las bases de la indisolubilidad de la nación española a base de garrotazos. Convendría repasar esa Constitución tan mentada en ambos casos y como delimita el uso de la fuerza, vuelvo a apuntarles que lo pueden encontrar en el Título V, artículo 116 **. Repasen, repasen. Siento chafarles el regusto a sangre y polvo de la boca pero así andan las leyes que ustedes dicen respetar y representar.
Ven ustedes, en la caverna íbamos a estar como en casa. A garrotazo limpio.
Negociar, queridas, es ceder un poco ambas partes, quizá se trata simplemente de obviar los errores cometidos (¡no pido nada, pardiez!) y comenzar desde el principio cuando el Parlament de Catalunya votó de forma democrática y mayoritaria la reforma del Estatut. Y de ahí para adelante. En vez de parafernalias musculosas, este o cualquier gobierno debiera desgastarse las posaderas y la paciencia para llegar a un acuerdo que no resultara oneroso en exceso para nadie y contuviera la rabia que hay en la calle. No es tan difícil, solo hace falta sentido de estado, valentía política y olvidarse un poco de las próximas elecciones para fijar la vista en el futuro de las españolas. A medio y largo plazo. Pido peras al olmo, me consta…ahí es nada, que se olviden de las próximas elecciones, con esas baronías puestas a recaudo tal como ocurrió en Andalucía. No me toque usted la baronía que le descalabro, oiga. Miles de cargos dependen de ello, cientos de bocas hambrientas de prebendas y de cargos dependen del resultado electoral. Ya. Me consta.
En cambio se opta por el despliegue de policía con un Consejo de Ministros que se realiza en Barcelona sin venir a cuento. La toma de posiciones en la calle recuerda mucho –demasiado- al 1 de Octubre, fecha negra en el españolismo de la peor calaña. El “a por ellos” conlleva el “ a por tots” de los CDR y volvemos al principio del artículo. La garrota como argumento político uniéndose voces a izquierda y derecha sin apenas disidencia. Luego nos extrañamos del triunfo de la calaña de Vox, cuando desde la izquierda se abjura sin rubor del derecho a decidir, del derecho a la autodeterminación y del pueblo a hablar en referéndum. Sin aprender de la historia, sin percatarnos que digamos lo que digamos y por más policía y 155 que desatemos la voz de un pueblo no se puede acallar. Aunque sea un tímido 49% de ese pueblo, que está por ver, porqué de la que vamos me temo que se quieran ir hasta los bolardos de la Diagonal. Si volvemos a dejar la lengua de Aznar (apoyado por esos barones socialistas que más parecen secuaces de Vox) suelta y chascando impíos conceptos, tomemos posiciones en trinchera porque la contienda crecerá de forma progresiva.
María Toca
https://www.youtube.com/watch?v=a2-PSyXDw1E
*Artículo 137
El Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses.
**Artículo 116
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Una ley orgánica regulará los estados de alarma, de excepción y de sitio, y las competencias y limitaciones correspondientes.
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El estado de alarma será declarado por el Gobierno mediante decreto acordado en Consejo de Ministros por un plazo máximo de quince días, dando cuenta al Congreso de los Diputados, reunido inmediatamente al efecto y sin cuya autorización no podrá ser prorrogado dicho plazo. El decreto determinará el ámbito territorial a que se extienden los efectos de la declaración.
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El estado de excepción será declarado por el Gobierno mediante decreto acordado en Consejo de Ministros, previa autorización del Congreso de los Diputados. La autorización y proclamación del estado de excepción deberá determinar expresamente los efectos del mismo, el ámbito territorial a que se extiende y su duración, que no podrá exceder de treinta días, prorrogables por otro plazo igual, con los mismos requisitos.
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El estado de sitio será declarado por la mayoría absoluta del Congreso de los Diputados, a propuesta exclusiva del Gobierno. El Congreso determinará su ámbito territorial, duración y condiciones.
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No podrá procederse a la disolución del Congreso mientras estén declarados algunos de los estados comprendidos en el presente artículo, quedando automáticamente convocadas las Cámaras si no estuvieren en período de sesiones. Su funcionamiento, así como el de los demás poderes constitucionales del Estado, no podrán interrumpirse durante la vigencia de estos estados.
Disuelto el Congreso o expirado su mandato, si se produjere alguna de las situaciones que dan lugar a cualquiera de dichos estados, las competencias del Congreso serán asumidas por su Diputación Permanente. -
La declaración de los estados de alarma, de excepción y de sitio no modificarán el principio de responsabilidad del Gobierno y de sus agentes reconocidos en la Constitución y en las leyes.
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