PORQUE LA PAZ SERÁ O NO SEREMOS

 

 

“¿Será posible que la brecha insalvable que algunos creen separa las almas de occidentales y orientales no sea más que un espejismo?”

Cuidado con el hombre bestia porque es el peón del diablo. Es el único entre los primates de dios que mata por deporte, lujuria o avaricia. Sí, asesinará a su hermano para poseer la tierra de su hermano.

La primera frase pertenece a El puente sobre el río Kwai. La segunda forma parte de El planeta de los simios. Novelas ambas del prolífico y poco recordado autor francés Pierre Boulle (1912-1994) llevadas al cine en 1957 y 1968 respectivamente para gloria y disfrute eterno de la lista en letras de oro de grandes del celuloide.

La primera plasma la demencia de la guerra y cómo la mente humana se ve obligada a construir estructuras mentales para no enloquecer mientras que en la segunda surge la pregunta qué sucedería si los simios dominaran la tierra convirtiendo al ser humano en su esclavo.

Pierre Boulle sabía muy bien de lo que estaba escribiendo. Joven inquieto, al terminar sus estudios de Ingeniería eléctrica, abandona Francia para trabajar como ingeniero en Oriente. Tras el comienzo de la Segunda Guerra Mundial se alista en el ejército de la Indochina francesa para unirse después como agente secreto a la misión de Francia Libre en Singapur, China y Birmania hasta ser capturado y condenado a trabajos forzados de por vida de los que, sin embargo, consigue escapar poco antes del final de la contienda. Experiencia la de la guerra que le hace reflexionar en su prolífica vida literaria sobre la condición del ser humano y la relatividad del bien y del mal.

Inspiradas en movimientos similares en Irlanda del Norte y Liberia, donde mujeres de diferentes religiones y condición se habían unido para ayudar a resolver conflictos, y poco después del final de la guerra de Gaza de los cincuenta días, un grupo de mujeres funda en Israel en 2014 el movimiento WOMEN WAGE PEACE, MUJERES ACTIVAN POR LA PAZ (WWP) con un objetivo claro, reivindicar la paz entre Israel y Palestina.

Diez años después se han convertido en el mayor movimiento por la paz en Israel conformado por más de cincuenta mil mujeres que abarca todo el espectro político y social. De centro, de derecha, de izquierda. Jóvenes, ancianas. Judías, cristianas, árabes, beduinas, drusas, laicas, religiosas. Ciudadanas israelíes todas, tanto de las grandes ciudades como de las pequeñas aldeas unidas en su diversidad por la búsqueda de la paz. No un cese al fuego ni un basta a la guerra. No. Una paz firme y duradera al conflicto palestino-israelí.

 

Porque la paz será o no seremos

Pasados unos años, el movimiento israelí empieza a crear vínculos con mujeres palestinas. A fuego lento. Con mucho tiento. Evitando desde el respeto y el dolor que se cuelen reproches y recelos mutuos. Intentando derribar odios que han levantado demasiadas barreras psicológicas en ambos lados incrustadas por décadas de conflicto.

Un vínculo que después de mucho trabajo, especialmente de las mujeres árabes, lleva a la creación en julio de 2021 del movimiento palestino WOMEN OF THE SUN, MUJERES DEL SOL (WOS) con sede en Cisjordania. Unas tres mil miembros de la franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén con el objetivo de fortalecer el papel de las mujeres en los ámbitos político, económico y social en pos de una paz definitiva donde los niños y las niñas crezcan y se desarrollen libres de miedos, odios y derramamiento de sangre.

Ambos movimientos se hermanan y oficializan su puesta en común el 25 de marzo de 2022 con un encuentro en el Mar Muerto donde firman lo que denominan El llamado de las madres. Una llamada a los despachos de sus dirigentes políticos para que actúen de inmediato y con coraje, se sienten de una vez por todas a la mesa de negociación, dialoguen y resuelvan por fin un acuerdo definitivo, honesto y justo que devuelva la esperanza a sus pueblos. Una paz definitiva en Oriente Medio para sus hijos e hijas y las generaciones venideras, involucrando esta vez en la mesa de negociación a las mujeres, en cumplimiento expreso de la implementación de la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la ONU sobre mujeres, paz y seguridad, aprobada el 31 de octubre del 2000 donde se insta a incrementar la participación y representación de las mujeres en la prevención, la gestión y la solución de conflictos, así como garantizar la protección y el respeto de los derechos humanos de las mujeres y las niñas sobre las que se reconoce al fin se ejerce especial violencia en los conflictos armados.

Ambos movimientos sabemos que la solución no pasa por una solución militar, sino por una diplomática y política. Y las mujeres tenemos que estar ahí, y de ahí extenderlo al mundo”, afirma la activista israelí de MUJERES ACTIVAN POR LA PAZ, Ghadir Hani. “Porque nuestro objetivo es lograr una vida con esperanza para nuestros hijos”, añade.

Una llamada también al mundo pues todas las voces son necesarias. Desde los respectivos gobiernos, parlamentos, altavoces, a las calles. Todas ellas son necesarias para que se sumen a la exigencia.

Porque la paz será o no seremos

Israelíes y palestinas unidas por un mismo cordón umbilical. Una palabra aparentemente liviana, sencilla, rápida de pronunciar. Imposible de olvidar. Querida. Violada. Anhelada. Ametrallada. Soñada. Despreciada. Perseguida. Decapitada. De apenas tres letras que sin embargo parece atragantarse en las gargantas sordas e insensibles de quienes tienen en su mano el poder de instaurarla y blindarla. PAZ.

La paz entendida como ausencia de guerra. De vivir simple y llanamente en paz a la par que el mundo deje a un lado la simplificación tan dañina de los dos bandos. Las manifestaciones y discursos antisemitas e islamófobos que nada ayudan para una convivencia libre de odios y rencores manchados de sangre.

Porque la paz será o no seremos

Tras muchos meses de trabajo MUJERES ACTIVAN POR LA PAZ y MUJERES DEL SOL, arropadas por la comunidad internacional diciendo basta, llevan a cabo una impresionante marcha el pasado 4 de octubre de 2023 acompañadas por diplomáticas e instituciones de otras partes del mundo además de figuras públicas. Mujeres vestidas de blanco con un pañuelo turquesa al cuello que simboliza la combinación del azul de la bandera de Israel y el verde, tan importante en la cultura árabe, manifestándose juntas por la paz entre sus pueblos.

 

Madres israelíes y palestinas cambiando realidades, se leía en la pancarta que encabezaba la marcha pacífica en Jerusalén y cerca del Mar Muerto, en la Cisjordania ocupada, para exigir una vez más a las autoridades de ambos lados una solución negociada al conflicto. Paren de matar a nuestros hijos se leía en otras muchas.

Sabemos que estas palabras suenan imaginarias, ingenuas y poco realistas, pero ésta es la verdad y debemos reconocerla. Cada madre, judía y árabe, da a luz a sus hijos para verlos crecer y florecer, no para enterrarlos. No queremos perder a más niños en este conflicto. Tanto palestinos como israelíes han de aparcar los prejuicios, los miedos, los recelos mutuos”, declara la activista palestina de MUJERES DEL SOL, Huda Abu Arqub.

 

Porque la paz será o no seremos

Pero el futuro, caprichoso, siempre se antoja incierto y tres días después, el sábado 7 de octubre de 2023, la tragedia regresó para instalarse de nuevo como un inacabable y deleznable día de la marmota subida a la incongruente noria del sinsentido, la guerra y la muerte. Una vez más. Otra de tantas otras. Innecesario repetir lo sucedido aquel y todos los cruentos días que han venido desde aquel. Lo tenemos cada día presente en los medios de comunicación. Nos desayunamos, almorzamos y cenamos con la palabra guerra entre los dientes.

Adriana Potel, una de las cincuenta mil activistas de MUJERES ACTIVAN POR LA PAZ, pasa por España proveniente de México donde impartió un taller sobre herramientas para la construcción de la paz uniendo mundos. Va camino de Israel donde se reunirá con el área de relaciones internacionales de WWP. Miembro activa y referente en Argentina y Latinoamérica del movimiento, cuya red ayudó a extender una vez conoce su existencia durante un viaje a Israel en 2017. Mujer de vasta experiencia en trabajos comunitarios y movimientos sociales desde que comenzara hace ya más de cuarenta años en su país natal, Argentina, vive con zozobra y profundo dolor el regreso a un país en el que vivió en diferentes momentos de su vida, al que siente de algún modo su hogar interno, uno de varios, y al que no viaja desde antes del desastre el pasado 7 de octubre.

Ansiosa por compartir no desaprovecha la ocasión. Sabedora de que hay que dar altavoz a las organizaciones que trabajan por la paz y los derechos humanos para que se conozcan, se expandan, porque “a los medios de comunicación parece no interesarles los movimientos sociales. Sin embargo, hay que darlos a conocer al mundo porque cuando se pone sobre la mesa un movimiento social, las culturas se ponen en evidencia, las posiciones se transforman. Cuando conocí Mujeres Activan por la Paz en 2017 me llamó la atención que estas mujeres hablaban y denunciaban cosas que a mí me resonaban de mi labor de tantos años en mi país Argentina y en otros países de Latinoamérica colaborando con distintos proyectos sociales como en la frontera de Polonia y Ucrania donde he trabajado con refugiados. Y es que cuando se pone sobre la mesa un movimiento social, ya sea en México o en Ucrania, las posiciones se transforman.

Desde la meta de conseguir la paz, trabajar por los que no tienen voz, los invisibilizados, las desigualdades, las mujeres tienen un discurso montado desde otras lógicas femeninas que tiene que ver con otras palabras a pesar de vivir en un país tan militarizado donde los conflictos bélicos a través de las distintas generaciones forman parte de sus vidas como si fuera el estado natural.

Mujeres que aspiran a cambiar los términos derrocar, ganar, perder, triunfar, aniquilar, bombardear, matar, por palabras como escucha activa, respeto, acuerdo, diálogo. Diálogo y más diálogo. Mujeres que trabajan para la implantación definitiva de una coexistencia en paz. Que el mundo sepa que no todo en Israel es Netanyahu. El mundo tiene que conocerlas. Los líderes del mundo han de involucrarse, acompañar y empujar para que los gobernantes se reúnan de una vez, sentando también a las mujeres a la mesa en cumplimiento de la Resolución 1325 de las Naciones Unidas. Con mayor celeridad todavía después de lo sucedido el pasado 7 de octubre y todo lo que ha venido después.

No habían pasado ni dos horas del atentado, masacre de Hamás, que cada uno lo llame como quiera, que las mujeres del movimiento palestino Mujeres del Sol estaban contactando con las del movimiento israelí para saber cómo estaban. En ambos lados hay dolor, rabia, padecimiento, desconcierto, enojo. Ya el mundo sabe que las guerras son una porquería de las que no sale nada constructivo excepto muerte y odio. Pero hay que decir que ambas organizaciones se han fortalecido más aún desde entonces. Que continúan más unidas que nunca en la consecución de un fin común. La paz. Y las palestinas con todo lo que llevan atrás suyo, sus miedos, sus dolores, sus muertos, son mujeres muy valientes, muy corajudas. Mujeres que deciden ir al encuentro de mujeres israelíes y hablar de paz. De un futuro libre de sangre para sus hijos.

Adriana Potel es rotunda al afirmar que aun cuando el conflicto está en un momento muy difícil, ambos movimientos tienen claro que el objetivo es infinitamente más elevado que las diferencias. La paz definitiva. Y la paz no es únicamente la ausencia definitiva de guerra. Vivamos donde vivamos, en el metro cuadrado que ocupemos, podemos ser constructores y constructoras de paz. No me cabe duda. Como le dijo una vez una mujer que llevaba años trabajando para la Cruz Roja en demasiados lugares de conflicto en el planeta, la paz empieza en las peluquerías. La paz existe cuando se respetan los derechos humanos. Los de todo el mundo.

Porque la paz será o no seremos

Ambas organizaciones, WWP y WOS, han sido nominadas para el Premio Nobel de la Paz 2024 en reconocimiento al impacto de sus esfuerzos en pos de la paz y la reconciliación. Una reconciliación y una paz definitivas que ni en sus peores pesadillas intuyeron aquel festivo, reivindicativo y esperanzador día del 4 de octubre pasado.

Tampoco Vivian Silver mientras marchaba pancarta en mano reivindicando una Palestina y un Israel en paz. Canadiense, habitante en el kibutz Beeri, a apenas tres minutos de la frontera de Gaza. Sobradamente conocida en la región por los muchos años que, antes de convertirse en una de las figuras centrales del movimiento pacifista WOMEN WAGE PEACE, pasó en Gaza como directora de una ONG que trabajaba con organizaciones palestinas, tanto en Cisjordania como en Gaza. Por la ayuda constante que seguía desarrollando con los palestinos de Gaza que precisaban tratamiento médico.

 

Todas esas personas quieren vivir con dignidad y con reconocimiento de su identidad nacional. Me llamo a mí misma sionista condicional. Creo en el derecho del pueblo judío a tener un Estado siempre y cuando les demos el mismo derecho a los palestinos. La violencia no importa de dónde provenga. Tiene que parar. Hay que hablar. Éste podría ser un refugio para ambos pueblos. Tenemos más en común que lo que nos diferencia. Tenemos increíbles recursos humanos aquí. Tengo relaciones personales y amistades de años con personas del otro lado, en Cisjordania, en Gaza, en aldeas árabes, por lo que sé bien cómo podría ser la vida si dejáramos las armas. La meta es la paz. Vivir en paz y seguridad donde todos tengan derecho a tener un futuro sin importar si son árabes, palestinos o judíos. Vivir sin miedo y en paz”.

Solo tres días después, el 7 de octubre de 2023, Vivian Silver pasó a engrosar la lista de 1400 civiles israelíes asesinados por los ataques de Hamás, además de 240 rehenes capturados. Casi 40000 palestinos asesinados por el ejército israelí. Un horizonte cercano de paz que no se vislumbra. Una masacre que genera infinito dolor, desamparo, desesperanza y rabia. Aun así, tanto WOMEN WAGE PAGE como WOMEN IN THE SUN saben que su camino es el que más pronto que tarde quienes ahora se niegan lo tendrán que transitar. El de la paz.

Porque la paz será o no seremos, exclaman con convicción ambos movimientos.

Inolvidable el final de la película El planeta de los Simios cuando George Taylor, interpretado por Charlton Heston, atisba en el recodo de la playa solitaria por la que cabalga los restos de la Estatua de la Libertad semienterrada en la arena, símbolo de la barbarie que ha acabado con una civilización. Estupefacto, desmonta del caballo, hunde sus rodillas en la arena y con tremenda impotencia y amargura grita desconsolado, “…¡Maniáticos! ¡Yo os maldigo a todos! ¡Maldigo las guerras! ¡Os maldigo!

Julio Anguita, histórico dirigente español, fue más allá al enterarse de que su hijo, el joven periodista Julio Anguita Parrado, había caído asesinado por un misil del ejército iraquí contra el ejército norteamericano, en abril del 2003 en Irak.

Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”, exclamó desconsolado.

Nada más que añadir.

Pilar Lebeña Manzanal

Sobre Pilar Lebeña Manzanal 12 artículos
Periodista en diversos medios de prensa y audiovisuales. Profesora de inglés y español. Escritora. Lebaniega y sevillana a partes iguales...

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