En un recóndito pueblo, rodeado de montañas, en un pequeño valle a muchos metros de altura, vive un hombre famoso. Vive aquí porque quiere pasar desapercibido, pero no lo ha logrado. A pesar de que para llegar hay que atravesar desfiladeros, caminos pedregosos y subir picos y colinas, numerosas gentes lo visitan. Hace muchos años que ya no recibe a nadie. La gente se queda en la cerca que rodea su casa, esperando a que salga. Lo suele hacer un rato antes de comer y otro al ca…er la tarde. Los que esperan, se apelotonan intentando verle de cerca. Es un hombre viejo, de larga barba blanca, pelo desordenado y mirada triste. Viste un peto vaquero y un sombrero de paja y se sienta en el lugar más apartado con la mirada fija en las colinas. No parece sentir a las gentes que, a distancia, le observan y le gritan. En alguna ocasión le han visto llorar y mesarse los cabellos. Ya no conoce a nadie porque ha logrado vivir doscientos años. Todos le admiran, pero él solo desea morir.
Fragmento del relato titulado Memoria Difusa del libro “Relatos santanderinos de ayer y hoy”
Texto: ©Alfonso García Aranzábal
Deja un comentario