Les confieso que no he tenido valor para ver el vídeo que anda por los caminos intrincados de youtube. No he tenido valor porque lo que para algunas personas puede ser mera anécdota para muchas de nosotras es pura sangre. Bien por empatía o por experiencia personal -disculpen que deje en suspenso mi adscripción a una u otra parte- pero me sangra el alma de saber que el dolor, la vejación, el miedo, el terror a que nos arrebaten lo que más amamos o que lo dañen (ahí andan todavía las muertes de esas pequeñas a manos del maltratador y el recuerdo terrible de Bretón y de tantos Bretones como han surgido) puede ser motivo de befa de quien debiera ser adalid y custodio de la justicia.
Un juez se burla de una maltratada. Un juez ríe, hace bromas e insulta a una mujer que recurre, como último recurso, a esa justicia que la pintan ciega y equilibrada y nosotras sabemos que le pesa mucho en el platillo el patriarcado asesino. Un juez se ríe e insulta a la víctima y unas tipas corean sus gracietas con risas de rebaño bien abrevado y siguen la broma. Y el tipo, con puñetas y toga, seguirá siendo juez de violencia de género, cobrando su sueldo por hacer justicia sobre el tendido de dolor de muchas mujeres.
Y no pasa nada. Se inhibe del caso pero sigue en la judicatura y en el mismo cargo. Aún se permite el lujo de responder airado que se le ha grabado en privado -vestido de toga y en el juzgado- su señoría y el estamento judicial se ofenden porque le graban y difunden su gravosa banalidad, tan cruel como infame. Su señoría se siente violentado… Y Justicia Democrática le apoya. Bien, todo en orden.
Comentaba una amiga, buena conocedora de los entresijos de esta justicia que padecemos, que la podredumbre patriarcal que existe en los juzgados es nauseabunda. Se navega entre un machismo trasnochado, un patriarcado confuso y cómplice de crímenes y sufrimientos variados. Es terrible constatar como a la justicia la pudre el patriarcado, la socava como carroña esa ideología de considerarnos sospechosas por el simple hecho de aparcar la sumisión y denunciar. Se nos considera sospechosas cuando nos violan, a menos que nos maten, y aún así hay remilgos. Se nos considera sospechosas cuando nos golpean, nos vejan y nos maltratan porque algo habremos hecho para provocar ese comportamiento en los pobres chicos, porque son buena gente, solo que enloquecen un poco al ser dejados/denunciados/solicitada la paga por manutención…se les cruza el cable y matan. Pobres, ellos no querían, en el fondo son buena gente que nosotras provocamos.
Y es que para ese patriarcado que impregna togas y puñetas seguimos siendo la Jezabel tienta hombres que buscan su destrucción con artimañas de coima y andares sinuosos. Pobres chicos que se ven obligados a matar, a golpear o a vejarnos, con lo que nos quieren. Esa es la ideología que subyace entre tanto togado, aunque nos cueste creerlo. Y eso nos diezma y nos desespera porque a cada paso de avance nos echa el freno la justicia patriarcal y el egocentrismo machuno que indulta y absuelve a verdaderos psicópatas dejándonos a nosotras desprotegidas y a nuestros hijos en manos de los violentos.
La sociedad como tal no reacciona. Creo (me niego a enrabiarme leyendo lo publicado) que hay comentarios sobre el vídeo que son sangrantes, obscenamente crueles que ríen y aplauden las palabras de ese juez y de su grupo de lobas capitolinas que le corean. Esos hombres tienen madres, hermanas, hijas, incluso hay mujeres (bastantes por desgracia) que absuelven y sucumben al cáncer patriarcal apoyando la abyección de los canallas. No se empapa la sociedad del terrible lastre que supone la violencia que la ideología patriarcal, tanta que nos ahoga. Por mucho que existan leyes igualitarias, por mucho que el movimiento feminista se deje la piel y el alma denunciando si hay impunidad hacia esos comportamientos, no avanzaremos. Seguirán cayendo hermanas y pequeñas víctimas que mueren para producir dolor a las madres .
No puedo menos que preguntarme si en los años de plomo del terrorismo etarra cuando los muertos eran frecuentes (jamás fueron tantos como las vícitmas por violencia de género) un juez, una fiscal y funcionarias de un juzgado que debía atender a las víctimas las hubiera calificado de bicho y de hija de puta. No habría suficientes plazas públicas en España para colgar a dichos especímenes, los telediarios de todas las cadenas abrirían sus emisiones con el escándalo de los hechos y todas nos haríamos cruces con la barbaridad cometida. Nada de eso pasa cuando es violencia y terrorismo machista. Pocos crímenes de mujeres abren informativos y poca resonancia existe cuando es sangre de mujer la que salpica a la sociedad.
No avanzaremos. No evitaremos ni una muerte de mujer o niña, si dejamos impunes a quien ríe e insulta a las víctimas. No evitaremos ni una gota de dolor si el ministerio de Justicia no depura a esos indeseables (créanme, me estoy mordiendo mucho la lengua) y los echa de la carrera judicial. No son dioses, son pura basura, por mucho que vistan toga, birrete y puñetas.
María Toca
María,es por eso que tan bien explicas en este articulo , que muchos hemos llegado a la conclusión que hay jueces y juezas,! que haberlas «haylas» también, que en vez de dictar sentencias pensamos que más bien las cagan.
Que razon, Enrique…
Hola María, como siempre perfecta, si en algún momento eso les pasara a sus hijas, veriamos como cambiaba la forma de pensar de este gente.
Fíjate, los años que hace que no mata ETA, y todavía siguen con el royo de las víctimas del terrorismo.
Cuando somos mujeres les da igual y luego dicen que Cataluña quiere irse de España, no me extraña, yo si pudiera también lo haría
Para amar la bandera de un país, hay que respetar a los que la representan y desde luego ni nuestros políticos, ni borbonia ni mucho menos los jueces son dignos de mi respeto.
Visto lo visto, somos la caquita de Europa. Que vergüenza !!!!!!!!!!!!!!
Muy de acuerdo, Margarita. Recordarás que las muerte terribles producidas por ETA abrían informativos y ni una sola voz discordante, creo que fue esa sintonía de todas lo que acabó con el grupo terrorista, en cambio los crimenes de género ahí andan, vagando entre la duda y la desidia. Un abrazo y gracias por tu lectura activa