Estimada:
En primer lugar quiero decirte que no te conozco. Que recuerde, nunca nos hemos encontrado en un ascensor ni sonreído en un autobús, ni siquiera insultado en un atasco. No hemos creado aura alrededor mientras sorbíamos un café frio después de 10 minutos de solo miradas. Ignoro si tus manos acarician o abrazan primero, hacia donde señalan tus dedos cuando planeas un viaje o como aprietas un brazo contemplando algo bello. No tengo noticias tuyas aunque, a veces, como fogonazos, me llegan instantáneas de momentos compartidos que no existen por cuanto aún no sé quién eres, y que supongo serán recuerdos de un tiempo que sucedió o premoniciones de otro que está por llegar. Tampoco sé aún si te cansarás pronto de mí, ni si tu pelo se vence o se riza, o sí tu primer beso dura decimas o segundos. No puedo recordar el sonido de un portazo tuyo al marcharte o el del tintineo de tus llaves al regresar. Aunque fueran muchos desconozco los días que tardaría en olvidarte. Me es imposible saber si hueles a fresa o sabes a luz. No conozco el sabor de tu aire ni tú recuerdas mi primer apellido. Si ni siquiera le has llegado a quitar la pila a mi despertador.
A primera vista parece habitual entrar en la vida de alguien sin conocerlo.
Yo soy tuyo sin conocerte.
Texto: Jean Boucicaut.
Foto: Lola K.Cantos.
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