
De supuestas malas interpretaciones están nuestras vidas llenas.
– Eso no fue así.
– Yo no dije eso.
– No ocurrió de la manera en que lo cuentas.
– Lo has malinterpretado.
– Siento que lo vivas así.
– Estás equivocada.
¿Siempre?
¿El radar está obturado en todas las ocasiones?
¿Nuestra percepción errada?
La luz de gas no es un malestar de baja intensidad. Es una herramienta de daño psíquico que alimenta la incertidumbre sobre tu criterio interno y sobre hechos objetivos.
Los hechos no se discuten.
Anular nuestro olfato y nuestra receptividad es una forma de inducción a la indefensión.
Podemos autocuestionarnos una vez, dos, tres.
¿Pero siempre es una parte la que malinterpreta los hechos o palabras?
¡Anda ya!
Buen día, otro día 



María Sabroso.
Deja un comentario