No sé si al caer en la duermevela tardía, debí pasar más tiempo del aconsejado. Pero hacia atrás. Quizá el reloj se desmayó de pura resistencia y aparecí en los setenta del pasado siglo. Cuando aún el vigía de Occidente dormía en El Pardo, la Brigada Político Social hacía de las suyas y la censura mutilaba cualquier palabra, obra o imagen. Y como dice mi vecino de púlpito, Jhetró Legrand, el NO-DO campaba en los cines de España.
Que hacer chistes sobre un señor que voló o hicieron volar por los aires, puede ser de mal gusto: no lo voy a discutir. Fíjense la pasta que cobra el sinsorgo de Bertín Osborne por hacer que cocina semana a semana, demostrando la misma impericia y el mismo burdo sentido del humor. Y no me quejo. Es más, está en la televisión pública, según creo, es decir, la pago yo (y ustedes) No me hace gracia, pero ni se me ocurre denunciar a un tipo que hace de la misoginia moneda de cambio (él se lleva los billetes) No ser gracioso, tener mal gusto no está penado. Menos en Borbonia. Aquí, sí. Aquí te enchironan por hacer chistes, sobre el bando que salía en el NO-DO se entiende, porque si ustedes dicen que van a ametrallar a Pablo Iglesias, que pondrán una bomba en Sol cuando está llena de manifestantes o que violarían a una de indepe catalana, eso es chachi. Y libertad de expresión, que lo dice Inda todos los sábados.
En nuestra Borbonia, la que me encontré al despertar de la siesta vespertina, había un señor que le gustaba zumbarse artistas sandungueras. ¿Y a quién no? dirán ustedes, si están tan buenas como las que elije (o le eligen, porque no se sabe. Al viejo del Pardo le ponían a huevo los salmones…es muy de Borbonia ser cortesano) Nada que objetar, es la vida privada de un señor casado con una señora de tragaderas amplias. Es lo que tiene la realeza, una boca grande, para deglutir escándalos, mucho caviar y Moet Chandon. Lo dicho, nada que objetar, sino fuera porque esos polvos reales nos salieron (¿salen?) caros. Muy caros. Mucho me temo que a cada borboniense, le(nos) toque unos minutejos de jodienda con las barraganas.
Total que mi siesta me retrotrae a épocas pretéritas, donde el destape de teta y humor grueso saltaba al cine, donde reír o burlarse de un señor de derechas se penaba con cárcel; si es de izquierda te subvencionaban o te daban cargo y subsidio. Claro que ahora que lo pienso, lo mismo no me he despertado en los setenta, sino en plena Edad Media, donde los señores feudales eran dueños de vida y hacienda y a los siervos de la gleba solo les quedaba el recurso del pataleo. Va a ser eso, porque mucho me temo que esta Borbonia no pasó aún del feudalismo.
Texto: #MariaToca
Fotografía: Lola K. Cantos.
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