Me lo han dicho tantas veces que me lo sé de memoria. De repetido me cansa, pero no aprendo. Y lo intento, juro que lo intento con todas mis fuerzas. Sube el borbotón hacia la garganta, lo paro durante un rato, se queda ahí atascado, como espina de pescado maltragado formando bola . Da igual. De pronto, un empujón, un arrastrado hacia arriba y van y salen. En tropel, sin mesura, sin freno. Y la liamos. Luego me lamento; durante días, me arrepiento y derramo viles lágrimas de pesar por haber vuelto a las andadas. Juro que será la última vez, que la próxima ataré las palabras con hilo de pescar y no saldrán…Que callaré, que obviaré a los estúpidos. Sé que no cumpliré mis promesas porque el plomo fundido de mi estómago es demasiado candente para aguantar las estolideces ajenas sin respuesta. Y así me va.
Hoy mismo, en el gimnasio. Una tipa de mi edad, en paro, mantenida por su madre pensionista precaria, con un subsidio que se le acaba en breve…defendiendo a don Amancio y loando su generosa dádiva. Le aclaro que no ha sido para investigar, que el don gallego ha donado a cuenta de los impuestos que no paga, o paga mal, para unos aparatos que no se necesitan y que tienen un costo de mantenimiento muy alto, que es por eso por lo que no se aceptan. Da igual, ella sigue loando sin fin a don Corleone Ortega. Que los indios son felices trabajando para él, que les da de comer, que si no esos niños estarían muertos. Y todo gracias a don Corleoniño Ortega.
Y yo… con la espina clavada en la garganta en forma de palabras que pugnan por salir. Y salen, y burbujean espuma de ira cavernosa. Y me fui a la ducha por no guillotinarla allí mismo con la mancuerna.
Así, como quieren que me rehabilite.
#Maria Toca
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