
Cambiad de nombre, palestinos,
cambiad de patria, de bando, de dios,
y la próxima vez que os matemos
os dejaremos ser niños.
En Los dueños de todas las listas de Santiago Alba Rico
Disfrutando de esta lluviosa primavera del 2025 chapoteando en los charcos
y aprendiendo a escuchar el despertar de la vida,
en este mundo en el que todo se está destruyendo y nadie escucha,
Maryuma, al igual que hacen
todos los pequeñuelos ,
se divierte, aprende y desarrolla
la inteligencia
con esos aparentemente inútiles para los adultos, libros infantiles de exploración de la naturaleza,
chapoteando feliz en los charcos formados tras la lluvia de la noche
mientras escucha el repetitivo canto
de un cuco encubierto por la espesura de un bosque cercano.
Sensación de libertad y bienestar
que hace
a Maryuma sentirse más querida
por su familia y a nosotros más felices..
Inocente chapoteo
en los embarrados o limpios charcos
de su pequeño mundo infantil,
aún ajena a la existencia de los asesinos en serie émulos de Herodes, disfrazados de corderos.
Cerebros estropeados, que no tienen suficiente con la sangrienta partitura de haber asesinado
a 17.500 niños y niñas palestinos
y a toda su familia,
para seguir musicando el horror,
en el mayor campo de concentración y exterminio a cielo abierto del siglo XXI
que es la franja de Gaza,
con la esperanza de conseguir escribir
una mejor partitura del horror,
para poder dejar registro en el mundo
de la hazaña de lo que son,
y así poder ocupar un honroso lugar
por rimado ,
en el libro de los récords Guinness en el apartado de logros de exterminios genocidas.
Enrique Ibáñez Villegas
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