He pasado por un trastorno de la alimentación y no se me ocurriría tratar en terapia a personas con dicho trastorno. No tengo formación específica en ello, aunque me haya leído mil libros y terapiado hace mil años para salir de dicho infierno.
He pasado varios duelos dificilísimos y desde esa vivencia decidí formarme largamente en duelo para poder estar cerca de otras personas en la misma situación.
He sobrevivido al mar y a casi ahogarme y no se me ocurriría dar talleres de socorrismo marítimo, aunque las olas finalmente no me tragaran.
Estoy atravesando la menopausia y eso no me capacita para orientar a mujeres en mi misma situación. No por el mero hecho de estar en un proceso que es variable, diverso y propio, aunque lleve el mismo nombre para todas.
Tengo encuentros eróticos con otras personas desde los 15 años y eso no me habilita como Sexóloga y sí una formación larga de muchos años que aún mantengo viva y abierta a aprendizaje.
He sabido lo que es el machismo constante, el sentirse devaluada en muchos ámbitos por el hecho de ser mujer, me he tragado mil textos acerca de, y eso no me capacita para escribir un libro sobre feminismo sin más. Quizá podría hablar sobre mi camino y tengo la sensación de que ya hay demasiados libros hablando de «lo que me pasó a mí«.
He recibido formación en psicoterapia durante años a través de distintas herramientas y pasado por seis distintos profesionales a nivel personal para conocerme, biográfica y emocionalmente. Me superviso cada semana con alguien que sabe más que yo y me hace de espejo. El material humano es muy sensible.
Y sí, no hay que pasar por la Universidad, ni pagar millonadas en formación reglada, ni vivir/llorar/sanar en cuatrocientas horas de terapia para saber de un hecho, de la vida y de los males humanos, ni tan siquiera escribir bien para elaborar un best-seller.
Es más, conozco mujeres increíbles y muy sabias, maestras de la vida sin mil títulos, que lo que me han enseñado es a reconocer quien soy, lo que soy y lo que no o aún no.
Y también me han mostrado que vivir un proceso no te capacita, per se, para escribir libros, dar talleres, cursos, formaciones y terapia.
Que, en el mejor de los casos, como mucho, te habilita para contar de ti.
Y seguramente para ser poco frívola y desde la seriedad expresar:
-Esto me ha pasado a mí. Así ha sido.
Y esta, mi experiencia, es lo que yo cuento, comparto y muestro.
Nada más.
Entender que no somos la medida de las cosas y que para acompañar terapéuticamente a los seres humanos hay que estar muy formado, es una obligación profesional de primer orden. El resto, bajo mi punto de vista, encierra grandes dosis de soberbia.
Yo querría ser profesora de baile, pero resulta que no sé, no he hecho más que un curso de danza vivencial y no voy a cobrar porque a mí me guste ser otra cosa que no soy.
Y si lo hago, digo la verdad y esa verdad es que:
Oye, que a mí me gusta bailar.
María Sabroso.
Entiendo estas palabras como un manifiesto pero no queda claro cual es la tesis: que hay que formarse fuera de una educación reglada?