
Ese gobierno me aterraba. Eran, exceptuando quizás a Soraya Sáenz de Santamaría, la SSS (que no se comió un rosco frente al efímero niño bonito de Casado)unos mediocres de tomo y lomo, pero, sobre todo, mala gente. Ojo con los seres oscuros, sin otro talento que el poder que les cae del cielo gracias a los votos. Así eran ellos y ellas, sociópatas con corbata y bolsazos caros donde iban guardándose los pedacitos de democracia que iban mutilando a golpe de apariciones estelares. No olvido aquellas comparecencias inquisitoriales, la nada secreta satisfacción con la que la pandilla basura de Rajoy castigaba a quienes peor iban a poder defenderse, a quienes peor iban a pasarlo. Eran unos mediocres malvados.
El señor Montoburns lo pasaba en grande. Le habían otorgado al roedor rencoroso de la clase, al hombrecillo con gafitas, al insignificante que hubiera pasado desapercibido en cualquier fiesta, un pepinazo de ministerio. Hacienda. Se van a enterar estos. Y así como otros se compran el Porsche rojo más hortera de bolera para disimular microfalismos y complejos inconfesables, así pilotaba él ese bólido del sufrimiento, pisando el acelerador y atropellando en cada cambio de marchas, a golpe de impuesto, bajando bien la ventanilla para sentir en el rostro de ratitos sórdida el frescor casi orgásmico que le producía cada recorte. Hay que ver cómo gozaba impartiendo conferencias forenses en cada rueda de prensa, como diseccionaba los órganos de tantos españoles en voz alta con el bisturí del IVA, el goce que le procuraba amenazar con el coco del inspector Torquemada a los colectivos que protestaran un tantito. Imposible olvidar ese aire de hiena satisfecha con el que daba aquel ejemplo del alcohólico rehabilitado al que no se le puede dejar salir de fiesta para referirse al día a día de ciudadanos/as que solo querían llegar a fin de mes, cuidar a sus dependientes, no quedarse sin casa, sin paro.
Hoy está muy ofendidito, don Amnistía de Gilitos. Hoy le copia a Cerdán, enchironado según él por arquitecto de proyecto progresista, lo de “me lo hacen porque fui ministro”. Y los suyos, o ex suyos, se ponen de perfil y hacen como
que no lo conocen de nada, aluden a que pertenece a otro tiempo, como los dinosaurios la rata con corbata es ya un fósil, como tantos políticos a los que aborrecer por trepas y psicópatas con despacho y gula infinita de poder.
Patricia Esteban Erlés.
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