Ha pasado con anterioridad.

Desaparece completamente cuando doy un paso que, puede parecerle, fuera del baile, de la norma, de lo correctamente establecido.
Es un si pero no, es un si pero qué asco me da, es un si pero bien lejos.
El patriarcado tiene tantos tentáculos que ni rojos, ni azules se libran de ellos.
Puede que yo haya sido demasiado sincera y eso, amiga, se paga.
Dejé migas de amistad en el umbral de su puerta y él cuál vallas en una pista de atletismo, fue saltándolas una a una, con largas zancadas tras la última, no fuera a ser, que se quedara demasiado cerca.
Es como un fuerte grito cargado de silencio que me increpa bien alto y fuerte un si, pero no, uniformado de desprecio.
Antiguamente una amistad te fallaba y con no volver a cruzarte con él o simplemente girarle la cara si coincidías, se sellaba un si te he visto no me acuerdo.
Hoy día podemos bloquear, ignorar, darle a un botón virtual, pero la afrenta continúa mentalmente, como una especie de bomba fétida adherida perpetuamente a nuestras fosas nasales.
No sé en qué momento el sincericidio se hizo una palabra con significado, emulando tristemente a la dramática acción por todos conocidos.
Como si ambos actos compartieran el hecho seguro de andar quitándonos la vida.
No majo no, a mí tú no me matas por haberte sido sincera.
No me matas, ni me desgastas.
Me haces más fuerte.
Porque con cada salto de vallas que realizas, como a aquel rey al que el pueblo fingía ver vestido, te vas restando una prenda y a día de hoy, querido “amigo” te veo ya, casi, casi, desnudo.
Valenia Gil.

Sé el primero en comentar

Deja un comentario