No, no voy a hablar de las redes sociales, aunque ya haya palabras que se han anclado con otras hasta hacerse indivisibles.
Hablaré de otras redes. Las que se tejen como una enorme tela de araña en el tejido social hasta enmarañar al completo la sociedad y desembocar en una corrupción sistémica que envenena a todas. Las redes clientelares, podríamos llamarlas. Las redes simbiosis, también se podrían nombrar. Como fuera intentaré desentrañar el fenómeno que nos afecta a todas de forma más o menos profunda pero de continuo.
Hemos leído hace poco el magnífico trabajo realizado por Escolar desentrañando la trama vital de Lesmes. Comprobamos que en la vida de ese señor todo ha sido, “tú me haces un favor, yo te lo devuelvo”. “Tú me nombras, yo obtengo poder y te favorezco”. Nada nuevo. Nos podemos escandalizar más o menos por lo que supone ser el cargo importante al frente del Consejo General del Poder Judicial con tan poca ética laboral pero no nos extraña lo más mínimo. Desgraciadamente intuimos que desde muy pronto los poderosos y sus retoños comienzan a tejer la red de influencias que van tejiendo durante su vida y a la vez la trasmiten de generación en generación.
Hace un tiempo una compañera escritora realizó un magnifico ensayo sobre los premios de poesía en castellano. Los resultados nos dejaron pálidas de estupor. Resulta que había un resultado aplastante de premios concedidos a hombres. Porque los jurados eran mayoritariamente hombres y de forma intencionada o inocente excluían a las mujeres. También descubrió que en unos premios los jurados eran unos y los premiados otros, cambiándose en el siguiente, de forma que el premiado anterior premiaba al premiador…Y así hasta el infinito realizando un bucle endogámico perpetuo. Cuando la autora del ensayo entrevistó a uno de los poetas principales de la red, no solo la reconoció los hechos sino que ratificó que premiarse entre amigos eran lo “normal” “No le vamos a dar premios a quien no conocemos”…le dijo entre sonrisas amables. Redes, que imposibilitan a las pobres advenedizas/os llegar a optar a alguno de los premios. Estamos hablando de poesía. Estamos hablando de premios de 2000€, 3000€ incluso menos cuantía. Como lo leen. La poesía se cotiza poco, hasta para venderse, claro que con los premios llegan los agasajos, los honores (baldíos y banales en su mayoría pero gustosos para el ego) y también es posible que caiga alguna prebendita.
Todas hemos dicho alguna vez que tener un/a amiga es tener un tesoro. Mucho me temo que no nos referimos (solo) a la parte sentimental sino a la práctica. ¿Cuántas veces hemos recurrido a los/as “amigas” para adelantar la cita del médico o ante alguna traba burocrática? “Esto te lo arregla Fulano…” y recurrimos a fulano/a con normalidad.
Son cosas sin importancia, cosillas normales que perjudican a la persona que se le retrasa la cita médica, la que merece, de largo, un premio y se lo omiten. Cosas que no importan mucho ¿O sí?
El caso es que cuando se trata de cosas de importancia, pasa lo mismo. Hace poco nos refería una conocida el puenteo que había realizado su jefe (persona reconocida de izquierdas, intelectual amado por la progresía) para colocar a su “amiga” en un cargo importante con el fin de que viajara con él, quizá también para hacerle un futuro a la muchacha que parecía no tener demasiadas luces . Antes, cuando pasaba esto, el señor poderoso ponía a la chica una mercería o algo parecido. Por lo visto, hemos medrado, ahora a las barraganas las mantiene el estado. O la empresa privada…porque seguro que conocemos a alguien que medra de forma incorrecta por ser amiga/o, familia de…o acostarse con… Creo que los casos que sabemos todas son varios por lo que entendemos que no son anecdóticos, sino sistémicos. ¿Cosas sin importancia? pregunten a la persona que pierde el puesto de trabajo o se ve relegada por las redes tejidas clientelares.
Estas tupidas telas de araña se hacen importantes en cuanto subimos el escalafón social. Hay profesiones que a base de endogamia clientelar se pudren. Como la justicia. Como la Universidad…Como determinados estamentos culturales. La endogamia llega a pudrir los cargos, los deshace en una descomposición casi fecal. La derecha, tan redicha ella en la meritocracia, nada de forma perfecta en las aguas del tejido endogámico. Pero la izquierda aprende rápido, moviéndose con presteza creando lobbys, que quizá comiencen siendo de autoayuda o de compromiso solidario para terminar convirtiéndose en engranajes de privilegios que pudren la integridad de los integrantes de las redes.
Como ejemplo recuerden lo ocurrido en Caja Madrid y las tarjetas black, donde fueron cayendo uno a uno los consejeros de la izquierda hasta pringarse tanto o más que los de la derecha. Por no hablar de la corporación de Castro Urdiales de hace unos años. La corrupción es contagiosa, obra como si fuera una mafia discreta; una vez que empiezas es difícil parar porque el chantaje es eslabón que une más que los sentimientos.
Hay diferencias entre ambas zonas del espectro. En la derecha se trata de hacer piña, defender los privilegios inherentes al nacimiento, o clase social que tan bien defienden. “Es de los míos…”Suelen decir. Entre la izquierda comienza siendo pura protección o defensa. “Prefiero que estén los míos que los otros ya gozaron de privilegios hasta ahora” y a base de decirlo y pensarlo, “los míos”, acaban siendo muchos, tantos que a poco se convierten en los todos. Y ya la tenemos liada y contaminada. Sin darnos cuenta tendemos la red y como si fuera una mancha de aceite termina pringando todo el campo.
He hablado de la red endogámica de la Justicia, tan bien representada por ese poder caducado que es el CGPJ, pero ¿y la Universidad? Asistimos perplejas a noticias no muy difundidas pero seguras, donde los cargos se opositan con trampas vergonzosas para nombramientos que suponen poco más de 1200€ al mes. Profesores/as que demandan destinos de cierto prestigio y son puenteados/as por el preferido de turno. ¿Motivos? ser familia de…Ser amigo de…o simplemente tener cierta ascendencia sobre el tribunal que decide los cargos. No nos extrañemos que el personal utilice más tiempo en tender las redes, estar en el sitio preciso en el momento oportuno que en realizar una preparación debida al cargo.
Es quizá en el mundo cultural, judicial y universitario donde las redes corruptas y endogámicas se emplean más, pero no dudemos que están en cualquier ámbito de la sociedad, hasta convertirse en un tumor que galopa haciendo de los agraciados verdaderos corruptores de la sociedad que habitamos.
Quizá son los ancestros. Esa historia social que nos hace depender del vasallaje feudal que jamás se rompió en nuestro país. Al final, como nos decían los padres, va a ser eso que hay que invertir en relacionarse “bien” más que en la preparación y la capacidad. Lo cual nos lleva a tener de presidente/a de países, comunidades, gobiernos a quien no tendríamos ni de jefes de escalera. Llegadas a este momento, seguro, queridas lectoras en nuestra cabeza surgen varios nombres. Bien está que seamos exigentes…pero miremos hacia adentro, no sea que tengamos alguna red tendida sin darnos cuenta.
María Toca Cañedo©
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