Nació Lidia Poët, en Travesella, aldea de Perrero en pleno Piamonte italiano, cerca de Suiza un veintiséis de agosto de 1855, dentro de una familia acomodada. Siendo aún adolescente, la familia de Lidia se traslada a Pinerolo, donde vive el hermano mayor, Giovanni Enrico, ejerciendo la abogacía en su propio bufete.
Los padres quisieron ofrecer a la joven una exquisita educación puesto que mostraba aptitudes para el estudio por lo que asiste al Collegio delle Signorine di Bonneville, en Aubonne, Suiza. Poco después de terminar los estudios básicos pasa a titularse en la Escuela de Maestra Superior Normale. Tres años después consigue el titulo de profesora de alemán, inglés y francés. Regresa a Pinerrolo continuando estudios hasta que el 1877 consigue la Diplomatura de Secundaria en la Escuela Giovanni Battista Becaria de la ciudad.
Quizá el contacto con su hermano y la observación del desempeño de la abogacía impulsaron su vocación por lo que se matricula en la Facultad de Derecho de la Universidad de Turín, licenciándose con extraordinarias notas el diecisiete de junio de 1881, doctorándose con una tesis sobre la condición de la mujer en la sociedad y el derecho al voto. Durante dos años ejerce la abogacía sin problemas en Pinerrolo en la oficina del abogado y senador Cesare Bertea, incluso interviene en sesiones de tribunales. Poco después aprobaría el examen de calificación en la profesión legal solicitando ingresar en la Orden de Abogados y Fiscales de Turín, con el fin de poder ejercer la profesión sin amparo de nadie. A esa solicitud se oponen tajantemente el abogado Desiderato Chiaves, exministro de Interior y Federico Spantigati…incluso éste último renuncia a la Orden en protesta por la admisión de una mujer.
Durante ese tiempo la prensa da cuenta del empeño de Lidia por desempeñar su tarea en los tribunales italianos, la mayoría de los periódicos se muestran favorables a que las mujeres sean abogadas…otros no y la disputa se hace nacional. El presidente de la entidad, Saverio Francesco Vegezzi y otros cuatro concejales (Carlo Giordana,.3 Tommaso Villa, Franco Bruno, Ernesto Pasquali) mostraron su postura a favor de la adhesión de Lidia, precisando que «según las leyes civiles italianas, las mujeres son ciudadanas como los hombres». El 9 de agosto de 1883, Lidia Poët se convirtió en la primera mujer admitida para ejercer la abogacía
Poco después el Fiscal del Reino, recurre la admisión de Lidia Pöet ante el Tribunal de Apelación de Turín y el once de noviembre de 1883, la Corte de Apelación accedió a los requerimientos del fiscal excluyéndola del registro con lo que queda incapacitada para ejercer su carrera. Lidia no se derrota y pone un recurso ante el Tribunal de Casación que confirma la sentencia con las siguientes palabras: “Las mujeres no pueden ejercer la abogacía porque esta profesión se considera cargo público que excluye al sexo femenino” Han recurrido al subterfugio de considerar a la abogacía privada, cargo público para cerrar con ello el paso a las mujeres.
Lidia Poët recibe el mazazo de no poder realizar una tarea que la apasionaba donde daba curso a su ideología de apoyo a los derechos de la mujer, gente marginada, niños y el sufragio universal ya que durante este tiempo se ha convertido en una luchadora por el voto y los derechos femeninos, así como de las clases menos favorecidas. Para ella la abogacía suponía poder ejercer a favor de los grupos menos favorecidos de la población.
Al no poder desempeñar su trabajo de forma autónoma se integra en el bufete de su hermano donde, aun sin asistir a los tribunales, se encarga de los casos que apuntalan su ideología feminista y solidaria. Participa en varios congresos europeos sobre derechos de los reclusos y menores, así como sobre feminismo reivindicando el derecho al voto y luchando por eliminar el resto de las restricciones que tenía la mujer en su época.
Al la finalización de la Primera Guerra Mundial, basándose en la Ley número 1179 del diecisiete de julio de 1919, conocida como la Ley Sacchi que abolió la prohibición de las mujeres para acceder a cargos públicos -con muchas restricciones, porque no podían hacer política, ser militares y la judicatura- por lo que en 1920 cuando Lidia Poët tenía sesenta y cinco años se convierte en la primera abogada ejerciente de Italia abriendo de esta forma las puertas al resto de las mujeres a la carrera judicial.
En 1922 fue nombrada presidenta del Comité Provoto de las Mujeres en Turín. Siguió trabajando y luchando con todas sus fuerzas por la equiparación de derechos y por las personas desfavorecidas durante muchos años. Tuvo una vida larga que llegó hasta los noventa y cinco años, muriendo el veinticinco de febrero de 1949, siendo reconocida por el país y por todas las mujeres como una gran luchadora por nuestros derechos.
Lidia Poët a pesar de los impedimentos logró al final cumplir con su destino deseado.
María Toca Cañedo©
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