Una se pregunta si mereció la pena cultivar sueños el 15M para amparar unas medidas cosméticas que ni tan siquiera se quedan cortas porque no llegan a nada y a casi nadie. Son un tibio maquillaje en una cara corrompida por el capitalismo extremo que no cubre ni el rictus amargo de ese rostro gélido. Una se pregunta si mereció la pena tanto asalto al cielo para cubrir la herida que han producido ¿me dicen que ya son 37? muertos en la frontera que separa el cómodo mundo donde nada la iniquidad de la sima profunda del desamparo. Cuando esos muertos sin nombre, porque los pobres, los negros, los nadie, no tienen nombre y si lo tienen lo cubre rápidamente el olvido. Como digo, cuando esos cadáveres sean cubiertos por la tierra que añoraban conquistar, podremos mirar a la cara de nuestros hijos y sonreír como si no pasara nada. Como si la bota de los gendarmes que pagamos para que limpien el patio no hubiera pisado cráneos jóvenes y hermosos.
Me pregunto, como podremos seguir viviendo, después de contemplar la masacre de Melilla. Claro que tenemos costumbre…Ya lo hicimos más veces. Como aquellos burgueses alemanes que viraban la cara al paso de los trenes de la muerte o arrugaban sus narices ante el olor a carne calcinada de los campos. Los seres humanos nos acostumbramos pronto a la desidia ante el horror ajeno. Solo que a veces el espanto es de tal calibre que nos termina por ahogar.
Me pregunto cómo podremos depositar un puto voto en una urna después de un día como ayer.
También me pregunto si nuestra identidad como mujeres no temblará cuando los guardianes de la moral nos vuelvan a sellar el derecho a nuestro cuerpo ¿Quién gritará en las calles? Cuando nos vuelvan a meter en la casa con rodilla en tierra para limpiar la mierda que genera una sociedad abrupta envenenada de ¿nuevo? por el patriarcado asesino.
Me pregunto si mis compañeras feministas y yo volveremos a las calles a gritar que queremos decidir cuando nos arrebaten los derechos tan duramente conseguidos o estaremos entretenidas por las supuestas identidades que nos arrebata una minoría proscrita. En EEUU ya no se ampara el derecho al aborto…Muchos estados se aprestan a prohibirlo porque en el país más poderoso del mundo ¿? se puede matar niños con armas legales, se puede asesinar familias que compran en un mall o comen hamburguesas el fin de semana pero el derecho del cigoto es sagrado. Dejadlos nacer que ya los asesinará el racista, supremacista de turno, nos dicen sus leyes.
Me pregunto si nos quedarán fuerzas para volver a las calles, para tornar a las plazas que nunca debimos abandonar.
Me pregunto -lo he dicho antes- de dónde sacaré las fuerzas para votar en las próximas elecciones. Y por último, ¿a quién?
Estamos tan domadas, tan silenciadas que el precio del melón nos incordia más que ¿37 muertos? que nos sulfura más que la gasolina suba un euro es causus belli pero que hermanos y hermanas prefieren morir en una triste patera que perecer de asco y hambre en los países que hemos expoliado, de los que nos llevamos hasta la sangre para poder comprar melones a 12€ y cargar nuestro deposito o pagar el billete de avión a las islas Fidji para disfrutar de un todo incluido sin que nos asalte un hambriento. Eso nos da un poco lo mismo.
Me pregunto que pasará , cuando los que hoy mueren, mansos, débiles y sometidos, se den cuenta que son muchos, millones; que son fuertes, que si rompen la cadena del miedo y del sometimiento nos devorarán y enterrarán nuestra cultura bajo quintales de cemento que cubra nuestra desvergüenza.
Me pregunto si tendrán tan poca piedad con nosotras como tuvimos ayer con ellos.
Y me pregunto cómo se puede vivir con tanto cadáver bajo los pies.
María Toca Cañedo©
La verdad: las palabras se bloquean, las musas desaparecen y los agujeros negros de esta aldea global quieren engullirme.
Hoy, estoy superada y vacía, politicamente me siento un felpudo en el que se limpiaron la mierda.