Hay muchos horrores en los que se cimenta nuestra cultura. Muchas vergüenzas que ocultamos debajo de la alfombrada civilización occidental. Espantos propiciados por nuestra culta y resabida Europa con ayuda de peones pagados por nuestros estados. La esclavitud fue uno de ellos. Durante siglos, se comerció con seres humanos animalizándolos hasta extremos dantescos para producir azúcar, algodón y diversas materias primas que enriquecieron a prebostes europeos. España gozó de bienestar gracias a la esclavitud, como enriqueció sus arcas en la conquista de América. Cierto es que debemos puntualizar que los bienes producidos por estas causas revertieron de poco a nada en el pueblo continental. La riqueza producida por la manufactura del azúcar, algodón, y materias primas que llegaban a Occidente mezclada con la sangre de miles, cientos de miles de esclavos, no revertía a los pueblos receptores, o revertía poco. Como el oro de América enriqueció a la corona española y a parte de una aristocracia parasita e inútil. El pueblo siguió pobre y desprotegido.
Solemos pensar que la barbarie nazi del Holocausto ha sido el culmen del genocidio humano, pero nos equivocamos. Posiblemente la esclavitud dobló o triplicó las víctimas del horror nazi.
Nos parece que la civilización ha triunfado y que los estados occidentales son el oasis perfecto de los derechos humanos y de la cordura. Falso. Muy falso. El Mediterráneo se ha convertido en una enorme fosa común en la que yacen miles de personas que soñaban con una vida mejor. Desde los gobiernos europeos democráticos se impide el salvamento de los que navegan a la deriva por un mar encrespado, saltándose con alevosía las leyes del mar. Hace poco, Oscar Camps, afirmaba en una entrevista en La Cafetera, que el salvamento de náufragos no es una opción, es una obligación legal en toda regla. Es decir, cuando se impide a los integrantes de Open Arms, o de otras ONGs, salvar o realizar un atraque en un puerto con gente que navegaba a la deriva, quien quebranta la ley son los gobiernos que impiden el salvamento , no las ONGs. Las leyes del mar que son de obligado respeto.
Hace cinco meses, nos desayunamos con unas escenas dantescas. El horror se producía de nuevo en la frontera de Melilla. Una avalancha de personas asaltó la valla, en el acto perecieron más de veinte personas, entre ellas un menor de edad, llamado Sam. Más de doscientos heridos que fueron empujados sin atención médica de ningún tipo hacia Marruecos por las fuerzas de orden del país alauita. Los inmigrantes han contado el acoso, las amenazas y las presiones de los gobernantes marroquíes con el fin de espolear la huida y el asalto. No solo no se les auxilió sino que se les devolvió, en caliente, quebrantando las normas legales de cualquier país civilizado. Eran refugiados de países en guerra, de hambrunas. Y se les expulsó.
Ante las interpelaciones parlamentarias, el ministro español, Marlaska, negó que los hechos ocurrieran en suelo español asegurando que nadie murió en nuestro territorio y que no le consta que fueran refugiados -cinismo mayúsculo el de esta afirmación porque no se identificó a nadie, normal que no conste, pero lo que es seguro, es que no eran personas de vacaciones- Han tenido que ser los periodistas de investigación, sobre manera el documental de la BBC, quienes demostraran las mentiras del ministro. Una persona, al menos murió en nuestro territorio y parte de los hechos sucedieron bajo la atenta mirada de la Guardia Civil que no intervino en ningún momento. Reitero, las pruebas apuntan a que ocurrió todo en territorio español.
El problema de las vallas fronterizas es continuo y este caso sangrante, ha tenido resonancia, gracias como digo, al despliegue periodístico y a que se grabaron los hechos pero no es la primera vez que ocurre. Fuentes informadas de ONGs que trabajan en la zona, aseguran que al menos hace dos años, cuando las porteadoras entre ambos países, pasaban el puesto fronterizo se producían estas avalanchas con resultados similares en varias ocasiones. Muerte, abandono, maltrato, golpes…
Y todo contemplado desde Occidente con los ojitos cerrados porque no gusta ver tanto desastre y corremos a barrerlo debajo de la alfombra social como si no pasara nada.
Como ocurría con la esclavitud, que la buena sociedad no veía o no quería ver las mataduras de los esclavos mientras tuvieran buen azúcar, trigo, maíz, algodón…o lo que fuera en sus mercados. O como ocurría bajo el yugo hitleriano que los burguesitos comían carne, podían comprar el Escarabajo Volkswagen y hacer turismo interior mientras las chimeneas de Auschwitz humeaban calentadas por cuerpos judíos. No vemos lo que ocurre porque no queremos mirar.
Europa, con la que se nos llena la boca aduciendo sus bondades y los niveles culturales y sociales que disfruta, delega en sátrapas la guardia y custodia de las fronteras. Y tan tranquila descansa, feliz, sin mirar el horror.
Convertir al sátrapa marroquí en guardián de la frontera es poner un zorro a cuidar gallinas. El gobierno asesino de Marruecos, que no dudó en lanzar napalm contra la población saharaui que huía desierto adelante y masacra, tortura y asesina a diario, no solo a activistas del Sahara, sino a cualquiera que ose manifestar disidencia, no puede ofrecer las mínimas garantías de solvencia ante los desesperados que intentan saltar la valla. El infame estado marroquí comercia y chantajea a Europa y a España sobre manera, con los seres humanos que dice custodiar. Al gobierno de Marruecos, Europa, le paga 500 millones de euros para custodiar esa frontera. ¡500 millones! Me pregunto si no sería más razonable invertir esos millones en proteger, integrar y cuidar a los/as refugiados, en crear pasillos humanitarios gestionados por los estados democráticos y por las ONGs que han demostrado conocimiento del problema. Por no hablar de lo que se invierte, con el mismo motivo, en Turquía, con otro sátrapa al frente que poco o nada tiene que envidiar al marroquí.
Europa compra la tranquilidad y se da la vuelta para no ver. Lo que se haga con los seres humanos que huyen de guerras (guerras propiciadas por fiascos europeos, las más de las veces) de hambrunas, de tribalismos, no importa. Nos saltamos las leyes internacionales que nosotras mismas redactamos. Y tan contentas.
Nos insiste la gente de orden que no es posible acoger a tanta gente, que no es viable organizar las fronteras con sentido común respetando los derechos humanos y el derecho inalienable de cualquier persona a cambiar de país, a buscar su camino en cualquier sitio. Argumento que la reciente guerra de Ucrania ha dejado en cueros porque hemos acogido sin pestañeo a cientos de miles de ucranios y esperamos que en los próximos meses haya un nuevo éxodo de más de dos millones de personas que huyen de la guerra, del frío y del hambre. Nos preguntamos ¿por qué ellos sí y los africanos, no? ¿Será que son blancos? ¿Será que sus costumbres son similares a las nuestras?
La emigración es un derecho humano. No es opción no respetar el derecho a vivir donde se quiera. El ser humano debe poder emigrar y vivir dónde desee. Pagar para que gobiernos corruptos y dictatoriales nos eviten el problema es convertirse en sociedad criminal. Como la que soportó el esclavismo o el nazismo. Imagino que dentro de unos años la historia nos juzgará con la misma dureza que juzgamos ahora la que soportó la esclavitud y el nazismo sin mover ficha. Son genocidios y se hacen en el patio trasero de Europa. Nuestra Europa.
Lo que duele en los sucesos de Melilla es que, supuestamente, en España hay un gobierno socialista ¿? que comenzó su andadura acogiendo al barco errante, Aquarius, que Salvini impedía atracar en los puertos italianos. Y nos creímos que las cosas serían distintas a lo ocurrido durante el mandato del PP en el Tarajal. La gran sorpresa fue que frente a las fronteras se actúa igual o peor. Da igual el partido que gobierne, el salvajismo antidemocrático es el mismo.
El ministro Marlaska ha mentido descaradamente a la Cámara, sigue enrocado en mantener su falacia sin dimitir (de momento, quizá al publicarse el artículo lo haya hecho, pero lo dudo) y sin que le echen del gobierno. La oposición pepera, con la desvergüenza que les caracteriza, se apuntan al bombardero de pedir dimisiones en el ministerio de Interior…pero no les mienten ustedes el Tarajal que se descomponen y le llaman filoetarra.
Entendemos que ambos gobiernos (PP, Psoe/UP) que Europa entera mantiene la misma forma de gestión criminal frente a la inmigración. Da dinero a sátrapas sin escrúpulos para realizar el trabajo sucio y mientras se mira el ombligo contándose lo defensora de los derechos humanos que es.
Marlaska, además de mentir se empecina en la defensa de una fuerzas de orden público, que no son ni están preparadas para el respeto a los derechos humanos. A la Guardia Civil le falta formación, medios y cultura democrática. Claro que decir esto conlleva la represalia de ser tildada de filoetarra porque cualquier crítica a las FOP es anatema. Deberían los mandos políticos de Interior, pasarse por algunos cuartos de bandera de la Guardia Civil y de la Policía Nacional y escuchar los comentarios ideológicos de sus integrantes, lo mismo entendían como fueron capaces de lanzar botes de humo mientras se ahogaban seres humanos en el Tarajal, o como asistían impávidos sin intervenir cuando en el salto de la valla de Melilla los guardias marroquíes arrastraban como fardos a los cuerpos heridos o muertos. A las fuerzas de orden público les faltan medios, desde luego, y sueldo, posiblemente, pero le sobra ideología ultraderechista que se ha ido infiltrando, como ratas sigilosas, entre los integrantes de dichos cuerpos.
Hace poco, me comentaban que no solo no se desmilitariza a la Guardia Civil (reclamo histórico del cuerpo, o de algunos integrantes del mismo) sino que de forma paulatina se está militarizando a la Policía Nacional. Respondía yo, que era lógico porque el estado y el capitalismo necesita secuaces que cumplan sin dudar las órdenes por injustas que sean, y el Código militar es buen sistema para crear mentes vacías. Mi interlocutor, sonriendo, me respondió que no hacía falta. “Si los escucharas, si oyeras lo que dicen y como piensas te darías cuenta que las barbaridades las hacen a gusto. No hace falta militarizarlos, ya se ha ocupado la ultraderecha de hacerlo”
Quizá, el nefasto ministro Marlaska, debería haberse pasado por los acuartelamientos o por las academias, no para darles jabón, sino para conformar por fin unas fuerzas de orden público imbuidas de sentido democrático y derechos humanos.
Eso, y luego dimitir.
María Toca Cañedo©
Estás democracias, no expulsan a los migrantes, si no la pobreza, y aceptan a otros que están más cerca de su ideario capitalista.
El holocausto se hizo público porque los judíos tienen mucha pasta.
Hoy ellos masacran desde hace décadas a los palestinos
Los pobres, somos siempre los perdedores en todas las civilizaciones.
Tiene toda la razón. Es la pobreza lo que se descarta. Gracias por sus palabras