Nace esta singular mujer en Brighton, con el siglo XX, justo el 18 de noviembre de 1900. Es hija de unos emigrantes alemanes que llegaron a Londres, procedentes del distrito de Göttingen. Desde muy joven mostró una inusual afición por la natación, recorriendo grandes distancias por el Támesis.
Conforme se hizo mayo, escogió la profesión de mecanógrafa en la ciudad de Londres. Conoció de cerca la pobreza de los barrios marginales de la ciudad, tanto que jamás olvidó las escenas vividas de paso hacia su trabajo.
Seguía nadando, hasta que quiso batir un record, nadar durante diez horas y cuarenta y cinco minutos por el Támesis. Conforme se afianzaba su capacidad de resistencia la ambición de logros mayores le acometió. Quiso atravesar el canal de la Mancha. Lo hizo, pero sin testigos que demostraran su gesta, no fue creída ¿Cómo una mujer tan joven iba a realizar tamaña proeza? se pensaron en Londres.
Más tarde, exactamente en octubre de 1927, justo a las dos cincuenta y cinco de una madrugada nublosa, una mujer sale en traje de baño de Cap Gris-Nes, en Calais, sumergiéndose en las oscuras aguas del Canal. Hay una niebla densa, tanto que el barco que la acompaña tendrá que estar sonando la bocina de forma constante para que Mercedes no se pierda y los barcos que surcan el canal no se acerquen a ella. Fueron quince horas y quince minutos de nadar sin descanso hasta su llegada a Dover. Era alimentada desde el barco de compañía pero no podía acercarse y tocarlo. Ahora, nadie le podía discutir el mérito de ser la primera británica en cruzar el Canal de la Mancha.
La firma Rolex, le había dado un nuevo reloj sumergible que ataron a su cuello, el Rolex Oyster, al llegar a fin la travesía el reloj seguía marcando la hora con precisión, con lo que la firma Rolex, utilizó la imagen de la nadadora como promoción de su nuevo reloj, lo que le supuso fama mundial y ayuda económica para sucesivas competiciones.
Siguió nadando hasta que se planteó el reto de atravesar el Estrecho de Gibraltar. Nadie lo había logrado hasta ella, lo cual le servía de estímulo. Lo intentó varias veces, realizando la travesía desde Tánger hasta Tarifa. Hasta ocho veces que salió de la ciudad sin conseguirlo, hasta que invirtió el proceso. Saldría de Tarifa hasta la costa marroquí. En la ciudad gaditana se prendaron de esta joven valiente que desafiaba el mar por lo que la cuidaron con mimo. Mercedes Gleitze, confesaría que apenas gastó siete libras el tiempo que estuvo en Cádiz, porque era invitada y agasajada en todo momento.
Eran los finales del año 27 del pasado siglo y comienzos del 28 cuando intentó la travesía durante meses, hasta el cinco de abril de 1928 que durante trece horas, saliendo de Tarifa y llegando a Tánger, consigue la proeza por primera vez en la historia. La travesía fue terrible, el estrecho tiene distintas corrientes marinas, diferentes temperaturas, nieblas, petróleo que desprenden los barcos, trafico constante de embarcaciones, todo ello dificultaba su hazaña. Tanta fue la niebla que se desvió de su punto de llegada previsto, haciéndolo más lejos, justo recalando en Punta Leona.
A Marcedes Gleitzer, le gustaba la música tanto que en sus travesías por el estrecho se hizo acompañar en el barco de apoyo por una banda de jazz. Los músicos se mareaban con lo que dejaban de tocar. En su última y exitosa hazaña, en vez de músicos subió un gramófono que no dejó de sonar durante la travesía de la nadadora. Confesaba que la animaba mucho el escuchar la música.
Una vez conseguido el record, para que no se pusiera en duda su hazaña, como en el Canal de la Mancha, fue al notario con 70 vecinos de Tarifa que fueron testigos de la travesía. Regresó a Londres aclamada por multitudes. Se había convertido en una gran celebridad.
Poco después continúa con su afición nadando desde el puerto de Wellington en Nueva Zelanda y en Robben Island en Sudáfrica. También realizó ocho traumáticos intentos de conquistar las frías y turbulentas aguas del Canal del Norte entre Irlanda y Escocia.
Superó el récord británico de natación de resistencia, pasando de aguantar de 27 horas en la piscina de Infirmary Road Baths de Edimburgo en 1930, a nada menos que 47 horas tres años después. Los espectadores no daban crédito y su ánimo fue el mejor aliento para que Mercedes consiguiera alcanzar el récord.
Mercedes Gleitze no olvidaba lo visto en los barrios londinenses de camino a su trabajo, ni obviaba las noticias que le llegaban del empobrecimiento debido a la Gran Depresión. Las ganancias logradas en sus gestas las dedicó a crear una organización benéfica y un centro de acogida a personas sin hogar, que hoy sigue activo y lleva su nombre, la , The Mercedes Gleitze Relief in Need Charity
Más tarde se casó y tuvo tres hijos, dejando de lado las gestas de nadadora para dedicarse a la familia y al centro de acogida que atendía ella misma.
Murió en Londres, el nueve de febrero de 1981 y su nombre no debería borrarse de la historia del deporte.
María Toca Cañedo©
https://www.youtube.com/watch?v=S74qldz6W_I
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