MIRANDO HACIA ATRÁS CON IRA

Han pasado 25 años del asesinato de Miguel Ángel Blanco, 14 del asesinato de Isaías Carrasco, y más de 11 de la desarticulación y rendición de la banda terrorista ETA. A esta victoria de la sociedad civil sobre el terrorismo colaboramos todos, aunque el gobierno de Zapatero se exprimió para la puntilla final.
Lo que pedíamos a ETA es que dejase de matar, pagase por sus crímenes, y se incorporase a la palabra que le brindaba la democracia para defender en paz sus ideas. Lo hicieron, lo están haciendo desde el Congreso de Diputados. Desde hace 11 años respiramos mas tranquilos. Los vascos han seguido las pisadas de los irlandeses, de los alemanes, de los italianos. Nuestros vecinos europeos han superado la herida del terrorismo. Maixabel también.
Pero ha bastado un debate sobre el estado de la nación para que la derecha española enseñe de nuevo sus colmillos recurriendo a la rentabilidad política de la sangre. Pero no de una sangre cualquiera sino a la sangre antigua de uno de los suyos, la de hace 25 años, ignorando otros muertos más recientes y con el mismo dolor que el que se atribuyen desde Miguel Ángel Blanco. Jamás un muerto murió tantas veces.
Esto no es nuevo, pero cuesta acostumbrarse a la obscenidad. La misma jugada, el mismo recurso utilizaron cuando los atentados terroristas en los trenes del 11 de Marzo de 2004 en Madrid. No importó la verdad ratificada por la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo que señalaron a los islamistas de Al Qaeda y del Grupo Islámico Combatiente Marroquí como responsables de 193 muertos y 2.000 heridos. Utilizando el altavoz que les daba el gobierno, sus intereses políticos se centraron en ETA. Mintieron al país para ganar unas elecciones. Y lo peor del ser humano apareció en esa turba reunida a las puertas del Congreso por donde entraban las madres para asistir a la comisión de investigación:
– Meteos vuestros muertos por el culo.
Eso gritaban fuera. Y dentro, indiferencia y risas de ministros que obligaron a Pilar Manjón a recurrir a Benedetti :
– ¿ De qué se ríen, señorías?
Y siguieron riendo.
Porque es verdad que nosotros los de entonces ya no somos los mismos, querido Pablo ( Neruda), pero ellos, sí.
El presidente del gobierno anunció ayer medidas importantes para ayudar a frenar la crisis económica. Varias, pero entre ellas una subida de impuestos a la Banca y a las empresas energéticas que mientras los ciudadanos españoles compran menos y les cuesta llegar a fin de mes, reparten miles de millones en ganancias.
El pobre cadáver político de Inés Arrimadas apenas tiene voz. Pero administra muy mal su escasez porque encontró un penúltimo resquicio para protestar por la subida de impuestos.
Pero al menos se vio que estuvo atenta a lo que allí se discutía. La que demostró que llevaba escrita su respuesta desde el despacho donde trabajan los escribientes de la cosa fue Cuca Gamarra, portavoz de la derecha. La tal Cuca no entró a descalificar las medidas de Sánchez, probablemente ni las escuchó embebida en esperar su turno, y se saltó el reglamento ( y la ley) de la Cámara para escenificar otra vez la presencia de ETA ( sí, ETA) como hace 25 años y hace 14 años hicieron ya los suyos.
Queremos salir de esta situación difícil en la que estamos junto a los demás países de la zona euro. Pero rechazamos que las Cucas nos devuelvan a los tiempos del odio y del rencor. Y a la mili que tienen in mente como Letonia. Feijoo ha venido para ganar las próximas elecciones y probablemente las gane. Pero si es a costa de una política de trituración de conquistas sociales y de la abolición de tantas reconciliaciones, conmigo no cuente. Váyase a navegar con narcos.
Valentín Martín
Sobre Valentin Martín 61 artículos
Valentín Martín estudió Magisterio y Humanidades en Salamanca y Periodismo en Madrid. Ejerció la enseñanza dos años y el resto vivió de escribir. Ha escrito 25 libros. El número 26 es un poemario llamado Santa Inés para volver (Versos de la memoria), que recoge la historia de sensibilidades de su pueblo. Periodista, escritor y poeta, ha publicado en la última década libros de relatos como La vida recobrada o Avispas y cromosomas; el ensayo Los motivos de Ultraversal y los poemarios Para olvidar los olvidos, Poemario inútil, Los desvanes favoritos, Memoria del hermano amor, Estoy robando aire al viento, Suicidios para Andrea y Mixtura de Andrea. A caballo entre los años 60 y 70, escribió dos poemarios y dos ensayos: Veinte poetas palestinos y El periodismo de Azorín durante la Segunda República, inicio de un largo trabajo dedicado a la literatura. En Lastura ha publicado en diciembre de 2017 el libro de crónicas y relatos Vermut y leche de teta.

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